jueves, marzo 28, 2024
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Los desafíos de Evo Morales

Está en juego la consolidación de un proceso de construcción posneoliberal, de defensa de un conjunto de realizaciones sociales construidas en casi una década de gobierno de Morales.

Dibujo Evo Morales e indigenas bolivianos

Alberto Acevedo

Los grandes medios de comunicación no han prestado mucha atención a las elecciones en Bolivia del próximo 12 de octubre. Como, a diferencia de Brasil, no había un escenario de show mediático, con un contendor que le dispute las preferencias al opcionado, los medios muestran la imagen de unas elecciones aburridas, sobre todo porque el dirigente de mayores preferencias, el líder indígena Evo Morales, supera en más de 40 puntos a su más inmediato contendor.

Pero internamente, en el escenario doméstico de la política, nada más alejado de la realidad. El pueblo boliviano alberga sus mejores ilusiones en este proceso y presta la mayor atención a su desenlace. Sabe que lo que está en juego es la consolidación de un proceso de construcción posneoliberal, de defensa de un conjunto de realizaciones sociales construidas en casi una década de gobierno de Morales.

En la plataforma electoral del actual mandatario, y en un programa de reformas más ambicioso denominado Agenda Patriótica 2025, el líder indígena propone elevar la lucha contra la pobreza extrema, extender la prestación de servicios básicos para toda la población, trabajar por un país productivo, industrializado y con una elevada tasa de empleo, y en política internacional trabajar por un orden mundial, por la vida y la humanidad, para Vivir Bien.

El pasado mes de febrero, el Banco Mundial admitió que el crecimiento económico de Bolivia alcanzó, el año pasado, un crecimiento del 6,7%, el más elevado de los últimos 30 años, y que ha soportado en un importante incremento de las exportaciones de hidrocarburos y en el consumo interno.

Los organismos internacionales dan fe de que en el año 2002, al inicio del gobierno de Evo Morales, el índice de personas que vivían por debajo del índice de pobreza era del 63%, en tanto que el 40% de los ciudadanos vivía en condiciones de extrema pobreza.

Nueve años después, y al cabo de dos gestiones sucesivas del gobierno del líder aymara, la línea de pobreza no llega al 38% y el índice de pobreza extrema es un poco inferior al 18%.

Inversión social

Pese al avance en esta materia, un nuevo gobierno de Morales le impone retos muy serios en la lucha por liquidar la pobreza y, al mismo tiempo, emprender un proceso de desarrollo económico, incluyente y democrático, que le dé un piso firme a su programa del Vivir Bien.

Estas líneas programáticas apuntan a ampliar la inclusión social, establecer subsidios económicos para la tercera edad, bonos a los niños en edad escolar y secundaria, universalización de los servicios públicos básicos, reducción del desempleo, vinculando gente, por ejemplo a las empresas extractivas mineras.

La proyección tiene que ver además con mejorar la infraestructura del sistema educativo, sanitario y vial, invirtiendo en escuelas, hospitales y caminos vecinales. Este último aspecto, el de las vías de comunicación, tendrá una fuerte incidencia en el proceso de integración por regiones, en un país que estaba polarizado en unas pocas ciudades habitadas por sectores ricos y poderosos y un sector agrario, campesino e indígena que vivía en condiciones de pobreza, miseria e inequidad social.

Estos objetivos, que podrían hacer parte de una plataforma inmediata, se complementan con otros más ambiciosos y a más largo plazo, que tienen que ver con la conquista de la soberanía alimentaria para Bolivia, una meta que choca con los intereses de grupos latifundistas del oriente del país.

Política exterior

Este propósito se ligará a otro, que pretende la industrialización de los recursos naturales del litio, el hierro y el gas, en regiones donde existen ricos yacimientos, lo que implica al menos la construcción de un gaseoducto.

Evo Morales ha puesto la mira también en problemas comunes a otros países en la región, como cierta ineficiencia en la administración de justicia, congestión de despachos judiciales y aplicación inequitativa de la justicia, en perjuicio de los más pobres. Esta situación implicaría plantear a mediano plazo una reforma en el sector. Al lado de esto, la proliferación de la violencia urbana y la inseguridad, y en una situación muy particular de Bolivia, ciertos brotes de insubordinación por parte de sectores del Ejército y la Policía Nacional.

Un desafío en política exterior para el nuevo gobierno es acordar con Chile una salida al Océano Pacífico, cuestión en la que no ha encontrado receptividad del gobierno vecino. Por eso Evo Morales ha pedido a la Corte Internacional de Justicia que propicie una ronda de conversaciones entre las partes. En política exterior, una nueva administración de Evo Morales significa un reforzamiento a los procesos de unidad latinoamericana expresados en mecanismos de integración como el ALBA y la Celac. Bolivia además respetará compromisos adquiridos con el G-77 más China.

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