jueves, marzo 28, 2024
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Los caminos de la duda: Violencia contra trabajadores

La violencia se ha ejercido siempre por los explotadores contra los explotados y, desde hace 150 años, cuando se creó la Primera Internacional de los Trabajadores, se emplea el anticomunismo como el pretexto justificatorio.

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Alfonso Conde

La violencia ejercida por la clase dominante contra los trabajadores ha sido la constante en la historia. El pretexto ha sido el control de la “amenaza comunista”.

Conviene recordar que en diciembre de 1928, dos años antes de la fundación del Partido Comunista de Colombia (hoy Colombiano), los trabajadores sindicalizados vinculados a la United Fruit Company declararon una huelga para presionar la solución de nueve puntos de su pliego de reivindicaciones laborales. Presionado por el gobierno norteamericano que amenazó con invasión de sus marines para “defender los intereses de la United Fruit”, al conflicto laboral el gobierno conservador le dio tratamiento militar.

Se habló entonces de los “agitadores comunistas” que preparaban una “degollina” de directivos de la empresa y sus familiares; del “ciclón revolucionario bolchevique” y del “golpe de mano” que tenían planeado los comunistas. Como resultado de la masacre de Ciénaga y Aracataca, el general Cortés Vargas reconoció el asesinato de 47 trabajadores, de los cuales dejó nueve en la plaza de Ciénaga (dicen que para simbolizar los nueve puntos del pliego petitorio) mientras el embajador de los EEUU habló de mil.

Antes de la presencia en Colombia del Movimiento Comunista Internacional, ya se usaba el anticomunismo como pretexto para exterminar la resistencia de los explotados. La violencia se ha ejercido siempre por los explotadores contra los explotados y, desde hace 150 años, cuando se creó la Primera Internacional de los Trabajadores, se emplea el anticomunismo como el pretexto justificatorio.

Las formas de agresión explotadora han sido diversas: se registran asesinatos, cuya máxima incidencia entre los trabajadores ocurrió en 1996, y otros diversos como amenazas, allanamientos ilegales, atentados, desapariciones forzadas, desplazamientos también forzados, detenciones arbitrarias, hostigamiento, secuestro y tortura. Este bloque de agresiones se incrementó a partir de 1997 y se mantiene, con altibajos, hasta hoy. Sólo entre el 2000 y el 2013 el gobierno nacional reconoció más de 12 mil sindicalistas víctimas del conflicto.

A lo anterior se ha unido la estigmatización de los trabajadores del campo y la ciudad, que se califican como subversivos cuando reclaman sus derechos, y el engaño y la compra de conciencia a los individuos ideológicamente más débiles del proletariado. Se suma también el cúmulo de normas introducidas por el neoliberalismo que tienden a destruir las relaciones laborales para sustituirlas por relaciones comerciales. El debilitamiento de las organizaciones de trabajadores ha sido fruto de todas las formas de violencia ejercida contra la población.

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