viernes, abril 19, 2024
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Los caminos de la duda: El capitalismo “bueno” del MOIR

Alfonso Conde

El pasado 28 de febrero, el senador más votado del país publicó una columna que tituló: Qué modelo económico promover en Colombia; en ella afirma que “El progreso del país necesita de un gran debate sobre el tipo de capitalismo que debe promover el Estado en Colombia: si el que están imponiendo, calculado para que solo prospere la actividad monopolística, que más temprano que tarde será toda de los extranjeros, y en el que se empeora el atraso productivo nacional, el desempleo y la pobreza; o si otro en el que, a la par con empresas mayores, incluidas foráneas, también se desarrollen las demás actividades económicas de todo tipo y tamaños menores, urbanas y rurales…”.

jorge robledo

No quiero entrar en el debate desarrollado hace un siglo sobre el proceso que conduce al capitalismo de la libre concurrencia, ese que propone Robledo, hacia la concentración de la producción y del capital, y a la construcción y consolidación de monopolios con el consecuente predominio del sector financiero; todo capitalismo es “calculado para que sólo prospere la actividad monopolística”.

Quiero sólo enfatizar que quienes dedicamos la vida a la construcción de una sociedad en la cual se imponga el respeto al ser humano, una sociedad que elimine el robo del producto de muchos para la acumulación de muy pocos, no podemos aceptar como objetivo estratégico de un partido “revolucionario” la construcción de un sistema social que se base en la explotación de ese ser humano que queremos reivindicar; no podemos aceptar la existencia del “rostro humano” de un modo de producción que se aprovecha de la miseria de unos para el lucro de otros.

Si no se comparten los objetivos últimos no podemos ser aliados estratégicos. Compartimos, sin embargo, elementos importantes de la caracterización de la sociedad colombiana y de la necesidad de la superación de su atraso e inequidad; compartimos la crítica a los organismos financieros internacionales y domésticos y a sus voceros enquistados en centros de poder político que nos une en la oposición a ese gobierno de clase dominante y a su reelección. Podemos ser aliados tácticos frente a enemigos comunes, por objetivos democráticos. De la misma forma podemos construir alianzas tácticas con liberales radicales.

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