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Los 200 años de la Carta de Jamaica (III)

Reacciones y desarrollo posterior.

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Alfredo Valdivieso

Decíamos del revuelo que causó la carta, circulada de mano en mano en diferentes impresos, que llegó hasta media Europa y obviamente a España, pero de la misma manera se conoció en Venezuela. En Caracas donde estaba asentado el gobernador civil y militar Salvador de Moxó, encargado por Pablo Morillo entre junio de 1815 y julio de 1816 y mientras se llevaba a cabo el bloqueo a Cartagena como paso previo de la criminal pacificación, se conoció el texto bolivariano.

Bolívar había llegado a Jamaica exiliado, derrotado, desanimado y era considerado simplemente como un iluso. La Carta comenzó a circular, como se estilaba en esas épocas, impresa en pequeñas cantidades en diferentes imprentas, y su ardoroso texto generó tan serias preocupaciones que comenzó a urdirse cómo acabar con ese incómodo personaje, en el momento en que Venezuela se hallaba “pacificada” y se iniciaba la reconquista sangrienta de Nueva Granada.

Don Andrés Level de Goda, cumaneño ligado a la corona española, quien fue incluso carcelero de Miranda, jefe político de Cumaná en 1812, magistrado, y que llegó a Fiscal de la Hacienda Pública de Venezuela, en carta a Fernando VII, rey de España, en 1821 denunciaba que de las arcas del tesoro se extrajeron cinco mil pesos, después de agosto de 1815, por determinación del gobernador Moxó, con la anuencia del general-mariscal Pablo Morillo, para pagar quien asesinara a Bolívar en su exilio.

Pablo Morillo y algunos de sus secuaces trataron de desmentir lo afirmado por Level de Goda. Por ejemplo, en el escrito “Contestación que da el General Morillo al libelo infamatorio que ha hecho contra su persona desde Burdeos el americano Don Andrés Level de Goda” (Madrid, enero 1º de 1822, imprenta de Espinosa) el Pacificador –autor del escrito– se va lanza en ristre contra el “americano”, sin que logre desmentir su conspiración y autoría intelectual de sicariato.

Morillo (entre paréntesis y pese a no ser de este relato) después de haber suscrito los Tratados de Trujillo –de armisticio y de regularización de la guerra– por orden de la monarquía, que debió aceptar la Constitución de Cádiz, hizo imprimir y repartir profusamente en Venezuela una “respuesta a las calumnias” que había escrito en España ‘Enrique Somoyar’, como Cartas de un Americano. Éste Somoyar no era otro que Don Antonio Nariño, quien después del inicio de la Revolución encabezada por los coroneles Rafael del Riego y Antonio Quiroga había sido puesto en libertad, y sacado de la temible cárcel de la Carraca se había convertido, por corto tiempo, en una especie de secretario de Quiroga. En sus cartas denunció el carácter pérfido y criminal al extremo de Morillo, su enriquecimiento y desafueros. Esa primera parte, o respuesta de Morillo, y otros escritos más para refutar las documentadas acusaciones, aparecieron finalmente recopiladas como “Memorias de Pablo Morillo, Conde de Cartagena, Marqués de la Puerta, relacionadas con los principales sucesos de las campañas en América de 1815 a 1821”, que hace poco han sido publicadas en Colombia por editorial Fica, colección Bicentenario de América Latina, Bogotá 2010. En ellas, desde luego, no acepta la acusación de promoción de sicariato; pero al libro, a las memorias, nos referiremos luego.

Un agente español (cuyo nombre se desconoce) llegó hasta Kingston para buscar a quienes fueran cercanos al círculo de Bolívar. Halagó al negro Pío o Piíto –de quien hablamos en la pasada entrega– y lo convenció de recibir… dos mil pesos para que se “encargara de matar a Bolívar, su amo”. En la noche del 9 al 10 de diciembre de 1815, Pío entró a la habitación en que Bolívar dormía en su hamaca, y le asestó dos mortales puñaladas que lo dejaron muerto… Pero al ir a cerciorarse del crimen se halló con que el cadáver no era el del Libertador, sino el de su amigo íntimo, comisario, proveedor del Ejército Libertador, Félix Amestoy. El Libertador se había quedado en otro sitio (algunos dicen que por un fuerte… aguacero) y su amigo, al llegar a esperarlo y recostarse, quedándose dormido, fue el asesinado por los dos mil pesos. El propio Bolívar relató a Luis Peru de la Croix en lo que luego se llamó ‘El Diario de Bucaramanga’ el suceso: “El negro Andrés descubrió a Pío huyendo y conturbado, con el puñal”. Bolívar le intimó entrega encañonándolo con sus pistolas, y Andrés le apresó. Fue juzgado, condenado y ahorcado en la plaza principal de Kingston el 23 de diciembre de ese mismo 1815. Pío, nacido esclavo en una de las haciendas de Bolívar, fue apadrinado por el mismo Libertador, y se le bautizó con ese nombre en honor al Papa del momento.

¿No sacaron de las arcas oficiales cinco mil pesos? Como anticipando lo que hoy corroe la sociedad de estas Patrias, por el camino se robaron tres mil pesos. No es entendible que un hombre al borde de la horca, se haya declarado culpable y aceptado el pago de dos mil, cuando era lo mismo declarar que el monto fueron los cinco mil pesos. ¿Quién se robó los tres mil? ¿Morillo, Moxó, el desconocido agente español…?

Tras el atentado (pero aún antes, una vez iniciada la circulación de la Carta), Bolívar intentó retornar a Nueva Granada. Pero las informaciones recibidas a mediados de agosto del avance de la Armada española de reconquista por las costas neogranadinas le retuvieron un tiempo.

Cabe recordar que Morillo arribó a Santa Marta, ciudad realista, el 22 de julio de ese año. Tras el atentado Bolívar viendo la dramática situación de Cartagena, asediada por mar por la armada y por tierra por más de 6000 jinetes al mando de Morales (sucesor de Boves) desde el 18 de agosto, decidió, habiéndose producido el juico a Pío pero aún no su ejecución, escribirle al Presidente de Haití, Alexander Petion, el 19 de diciembre, para anunciarle su deseo de ir a la Isla para salvaguardarse. Termina la misiva al Presidente de esta forma: “Espero, señor Presidente, que la afinidad de nuestros sentimientos en defensa de los derechos de nuestra patria común me granjeará por parte de V.E. los efectos de su inagotable benevolencia hacia todos aquellos que nunca recurrieron a ella en vano…..”.

A la república ex esclava arribó el 24 de diciembre, sorteando varios peligros, siendo que en esa tierra amiga ya se conocía la célebre Carta de Jamaica.

Sobre los insucesos de Cartagena y su dramática resistencia de 108 días; sobre las conversaciones con Petion, su ayuda a los patriotas en cabeza del Libertador; el arribo de Bolívar de nuevo a Venezuela, su Manifiesto de Carúpano, etc., hablaremos en una segunda entrega de la República negra de Haití y su ayuda al Libertador.

Bucaramanga, septiembre 4 de 2015.

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