jueves, abril 25, 2024
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“Lo que para arriba es excéntrico, para abajo es ridiculez”

Recordaremos por siempre a Cerati como un músico integral, un irreverente y un maestro. Su legado no son sólo sus canciones. También su pasión, su originalidad y su autenticidad como artista de Nuestra América.

Gustavo Cerati.
Gustavo Cerati.

Federico García

La primera vez que escuché algo de lo que luego se llamaría “rock en español” fue una canción de Gustavo Cerati. Eran los años 80 y los jóvenes de aquella época rogábamos por tener en nuestras manos un casete que nos sacara del sopor de lo que entonces se escuchaba en la radio juvenil: Bon Jovi, The Outfield o Twisted Sister. Los bogotanos de ese momento deseábamos con ansia poder cantar ese ritmo atrayente y seductor en un lenguaje que no fuera el inglés o, al menos, con unas melodías que no invocaran las tonadas del rock norteamericano que eran las predominantes en la radio juvenil, en un momento en el que comenzaba a sentirse lo que luego conoceríamos como “globalización”.

Eran los tiempos de los ‘biyis’, de la miniteca Río y de los ‘tropeles’ encabezados por Esteban Araque y el negro Tadeo. La mayoría de los adolescentes de entonces no estábamos acostumbrados a escuchar canciones que, en ritmo de rock, expresaran lo que sentíamos y nos permitieran decirle a la sociedad que aquello que percibíamos como nuestro futuro no nos gustaba, que queríamos algo diferente.

Entonces empezaron a llegar a nuestras manos cintas grabadas de cintas grabadas con canciones de artistas que apenas distinguíamos. Charly García y Soda Stéreo se convirtieron así en la banda sonora de nuestra adolescencia. Eran transgresores, diferentes, groseros, decían lo que queríamos decir y no nos atrevíamos, y lo hacían en castellano. Era una época en la que no se podía decir lo que uno pensaba. Eran tiempos en los que te podían estigmatizar, silenciar o incluso matar si expresabas libremente lo que sentías, lo que no te gustaba. Eran los tiempos del inicio del genocidio contra la Unión Patriótica. Gustavo Cerati vino a llenar ese vacío.

Sus líricas aparentemente metafóricas eran de difícil comprensión. Nos esforzábamos por entender qué quería decir “despiértame cuando pase el temblor” o “ella durmió al calor de las masas”. Luego nos dimos cuenta de que Cerati había inaugurado un nuevo estilo en la composición. Ese que desdeñaba las letras con pretensiones poéticas y se centraba en que las palabras encajaran y sonaran bien. La letra de las canciones se convirtió así en un instrumento más como la guitarra o la batería. Lo que parecían líricas barrocas eran realmente una burla a la forma como se concebía la poética musical. Eran en sí mismas una transgresión y eso era precisamente lo que los jóvenes de entonces queríamos escuchar y cantar.

En los albores de los años 90 Soda Stéreo se disolvió y sus integrantes, Gustavo Cerati, Zeta Bossio y Charlie Alberti, tomaron cada uno su camino. No obstante, nunca dejaron de fascinarnos con nuevas composiciones y nuevos álbumes que, ya en la era del compact disc, estaban fácilmente disponibles en las tiendas de discos, hoy en proceso de desaparición. Tal fascinación era fácilmente perceptible en sus conciertos, los que llenaban estadios y auditorios en Bogotá y en otras ciudades del país, convirtiendo al público colombiano en uno de los más fieles seguidores de estos cantantes argentinos.

Hace cuatro años, al día siguiente de ofrecer un concierto en el Coliseo El Campín de Bogotá y luego de terminar su último concierto en el auditorio Teresa Carreño de Caracas, Gustavo Cerati sufrió un accidente cerebrovascular que lo mantuvo en coma hasta la semana pasada cuando su cuerpo no dio más. Fueron más de dos décadas ofreciendo lo mejor de su música y contribuyendo a forjar eso que aún no sabemos qué es exactamente pero que no dudamos en llamar música latinoamericana.

Recordaremos por siempre a Cerati como un músico integral, un irreverente y un maestro. Su legado no son sólo sus canciones. También su pasión, su originalidad y su autenticidad como artista de Nuestra América.

Tomamos esa frase de despedida del último concierto de Soda Stéreo en Buenos Aires y que se convirtió en su símbolo: Maestro, ¡gracias totales!

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