martes, marzo 19, 2024
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Legado de Chávez: Identidad, autonomía y dignidad latinoamericana

Nelson Lombana Silva

Con la política de la zanahoria y el garrote de los Estados Unidos bajo el eslogan “América para los Americanos”, que bien puede leerse “América para los norteamericanos o estadounidenses”, Latinoamérica siempre ha sido vista por esta superpotencia capitalista como su patio trasero. Es tal la sumisión que ni siquiera en las campañas políticas los gringos hacen referencia de este continente pues tienen por seguro que es propiedad de ellos sin discusión de ninguna naturaleza.

Este dominio imperial avizorado tempranamente por el Libertador Simón Bolívar, cuando dijo que los Estados Unidos parecían predestinados por la Divina Providencia a plagar de miseria los pueblos a nombre de la libertad, se ha mantenido combinando todas las formas posibles, incluyendo la fuerza bruta de la represión militar-paramilitar, la alienación y la publicidad subliminal. Desde su cultura mercantil hasta las mortíferas armas de destrucción masiva, se han valido los Estados Unidos para ejercer su domino sobre los países latinoamericanos. Bien se podría decir: a sangre y fuego.

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El comandante Hugo Rafael Chávez Frías junto a su pueblo patriota y latinoamericano desafía ese poder omnipotente, rompe esquemas y enfrenta el colosal monstruo con decisión. Tiene que tener uno mucha conciencia de clase, mucha formación ética, compromiso social y coraje para enfrentar un enemigo de clase tan poderoso, tan criminal y tan cobarde. Eso lo tuvo el comandante Chávez y sobradamente.

Por eso, bien se podría decir que el comandante Chávez Frías le dio identidad, autonomía y dignidad a América Latina. La hizo respetar, relievó sus valores y potencialidades y le enseñó a caminar erguida y con carácter, no de rodillas como la tenían Carlos Andrés Pérez y Rafael Caldera, entre otros apátridas y mequetrefes.

Su obra es gigante. Oceánica. Se inspira en la lucha de clases, en la formidable fuerza del pueblo organizado cuando se convoca con sinceridad y decisión de romper las cadenas de la opresión. Eso hizo el comandante con abnegación y consagración: entender la dinámica del pueblo, despertarlo y hacerlo protagonista de su propia historia, no como personaje secundario, sino principal.

Chávez enseñó a amar el amor, la vida, la esperanza y el cambio social. Se compenetró con el humilde e interpretando el marxismo a la realidad latinoamericana se dio cuenta que la única fuerza posible de acabar con el imperialismo y la brutal explotación del hombre por el hombre reside en el pueblo politizado, organizado, pero también educado y sano.

Consecuente con el proyecto lideró lo que lidera toda revolución socialista anticapitalista, antimonopolista y antilatifundista: erradicación del analfabetismo y las enfermedades por desnutrición y abandono del Estado.

No lo dijo Chávez únicamente, lo dijeron la Unesco y la ONU: Venezuela erradicó el analfabetismo y, como si esto fuera poco, se ubicó en el segundo lugar en matrícula universitaria, después de la isla de la libertad, Cuba.

Sólo un ejemplo: en 1998, la matrícula universitaria era de 785 mil estudiantes; en el 2011, llegó a la astronómica cifra de 2’340.000. El incremento fue del 300%.

Frente a la inversión: En 1998 era de 1.183 millones de bolívares, en el 2011, llega a 23 mil millones de bolívares. Es decir, el incremento fue de algo más de 1.800%.

El acceso a la salud gratuita aumentó en un 155%. De 5.360 centros de salud públicos, se pasó en el 2011 a 7.721.

Eso es revolución socialista, eso es socialismo, eso es democracia y eso es justicia social.

¿Por qué todo proceso revolucionario serio, estructurado y profundo arranca por la educación y la salud? Porque el socialismo se plantea como centro fundamental de todo proceso el ser humano. Pero no cualquier tipo de ser humano. Un ser humano autónomo, crítico, autocrítico, organizado y libre. Un hombre sociable y creativo con capacidad de asombro y sentido común. Esa es la fuerza formidable del socialismo y eso hizo el comandante Chávez.

Por eso el pueblo lo llora y por eso el pueblo junto al compañero Nicolás Maduro ha jurado seguir el ideario trazado por el comandante Chávez. Los hombres mueren, las ideas no. Su pensamiento desarrollado creativamente hará libre a América Latina y el Caribe de las ataduras malvadas del imperialismo norteamericano.

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