miércoles, abril 24, 2024
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Latinoamérica: La crisis del petróleo

Aspiremos a no estar reeditando, de manera tragicómica, el preámbulo de la Guerra Civil en España, antecedida de una gran depresión económica mundial, el incremento del armamentismo y el desempleo estructural, que golpea a todos los países de América Latina.

Nelson Fajardo

Es conocido por todo el mundo la importancia y el carácter estratégico que tiene el petróleo para la economía del globo terrestre. Pero también se sabe que esta materia prima no es renovable y tiende a desaparecer, en la medida en que se intensifique su extracción y explotación por parte del conjunto de la humanidad. Algunos por necesidad natural y otros por usufructuar el valor mercantil del petróleo y la necesidad capitalista de obtener altas tasas de ganancias que favorezcan el núcleo de élite de las transnacionales que manejan el negocio.

Lo más grave en este momento está, precisamente, en que los precios del barril de petróleo en el mercado internacional se han ido al piso, con una caída tan vertiginosa que asusta hasta a los más expertos analistas, individuales como institucionales.

Efectivamente, los precios del barril de petróleo crudo Brent en las últimas semanas pasaron de 62,61 dólares en diciembre 23 de 2014, a 46,67 dólares en enero 13 de 2015 y a 48,84 dólares el 19 de enero de 2015. Esto significa que en 21 días, entre el 23 de diciembre de 2014 y el 13 de enero de 2015, la baja fue de 25,45%. Entre el 13 de enero de 2015 y el 19 de enero del mismo mes, seis días, el alza fue del 4,64%. En 21 días, el barril de petróleo bajó vertiginosamente, y, en seis días el alza fue muy poca y lenta[1. nohcel@portafolio.com: El apretón de las petroleras ya se siente en las regiones, Portafolio en Economía, 20 de enero de 2015, página 10.].

Este comportamiento, que viene mucho más atrás del intervalo de tiempo señalado, nos indica que la crisis del petróleo es un hecho mundial, que afecta de manera diferenciada las economías de los países, regiones, continentes y el mundo. Si bien nos encontramos con efectos diferenciados, también lo es que dichas asimetrías se disuelven en la medida que nos acercamos a una gran depresión económica mundial, que involucra el petróleo.

La crisis estructural del petróleo avanza, a largo plazo, en la medida en que la escasez se incrementa; situación que obligó a los Estados Unidos a destapar sus reservas y exportar, cuando sigue siendo un país altamente importador de esa materia prima. Dicho destape también se asocia con los efectos negativos sobre los precios, que obligan al aumento del volumen ante la baja permanente de los precios. Esto ha permitido la revaluación del dólar y el deterioro de la economía venezolana, que vive de la renta del petróleo. A esto se agrega la suspensión de proyectos de exploración y explotación, por los altos costos y los bajos ingresos que dejan las exportaciones.

Así las cosas, con bloqueo a las importaciones de Venezuela, ante todo de alimentos, cuyos precios también están inflados excesivamente, se conformó una tendencia contra revolucionaria encabezada por Estados Unidos y sus aliados en América Latina, para desestabilizar y crear una atmósfera de guerra civil en la hermana república. Nación dependiente de la rentabilidad petrolera, que es muy débil en estos momentos.

Es posible que la agudización de la confrontación de clases en Venezuela conduzca a hacer más evidente esa tendencia a la guerra, pero también a una mayor consolidación de una correlación favorable a las fuerzas bolivarianas en el poder. Todo depende de la capacidad que tenga cada una de las fuerzas para imponer su rumbo.

Es bueno señalar, en esta dirección, que se plantea, desde los analistas, que la tendencia revolucionaria y democrática, que hemos denominado latinoamericanista, ha entrado en una especie de letargo que es calificado de estancamiento, acompañado de la pérdida de entusiasmo. A esta tendencia hay que ponerle mucha atención, aislarla y superarla, consolidando el poder popular y la democracia participativa, luchando contra la corrupción, principalmente de corte estatal, aclarando y decantando el modelo económico, para una larga transición democrática que conduzca al socialismo.

Aspiremos a no estar reeditando, de manera tragicómica, el preámbulo de la Guerra Civil en España, antecedida de una gran depresión económica mundial, el incremento del armamentismo y el desempleo estructural, que golpea a todos los países de América Latina.

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