viernes, marzo 29, 2024
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La vida por la justicia

Un libro que hacía falta. “Aquí solo hay doce valiosas historias que nos reclaman escribir un segundo tomo y muchos más de todos estos seres maravillosos que sufrieron la persecución y la muerte por denunciar a los criminales de siempre y que el Estado abandonó”

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Roberto Romero Ospina

Pocas veces las palabras de los presentadores han conmovido a tantos. Con un auditorio que rebosó el salón mayor de conferencias, decenas de familiares de funcionarios judiciales estuvieron al borde del llanto e incluso un par de jueces, mujeres, salieron del recinto llenas de lágrimas.

¿Qué estaba pasando en el Centro de Memoria esa noche del miércoles 11 de noviembre? Se trataba de la presentación del libro “La vida por la justicia”, un riguroso trabajo de investigación de Verdad Abierta con el apoyo de Oxfam y la Unión Europea.

La obra recoge una docena de testimonios que, a manera de las mejores crónicas, relatan la tragedia de la Justicia colombiana desde 1989 hasta nuestros días.

Según Fasol, la organización de apoyo solidario a la rama judicial, en los últimos 25 años han sido asesinados 1.280 trabajadores del sector, entre magistrados, jueces, fiscales, secretarios de juzgados, defensores del pueblo, personeros y hasta guardabosques.

Con la moderación de la directora de Verdad Abierta, Marta Ruiz; Alejandro Matos, director de Oxfam Colombia; Jorge Cardona, editor general de El Espectador; la jueza Ángela María Buitrago; y Alba Sánchez, la viuda del Defensor del Pueblo de Norte de Santander Iván Villamizar, compartieron con el público en esta velada contra el olvido.

Matos señaló que el país “está en mora de reconocer a este grupo de colombianos con mayor altura moral y responsabilidad como han sido tantos funcionarios judiciales asesinados en cumplimiento de su deber”.

Cardona resaltó el texto con un llamado. “Aquí solo hay doce valiosas historias que nos reclaman escribir un segundo tomo y muchos más de todos estos seres maravillosos que sufrieron la persecución y la muerte por denunciar a los criminales de siempre y que el Estado abandonó”.

Alba, la viuda del Defensor del Pueblo de Norte de Santander, se refirió a las palabras premonitorias de su esposo, Iván Villamizar: “Si no detenemos este proceso de horror en el Catatumbo, la región se convertirá en un río de sangre. Pero nadie valoró sus advertencias”, señaló. Cayó asesinado por los paramilitares el 12 de febrero de 2001 en Cúcuta.

Cerraría la presentación del libro la jueza Ángela María Buitrago, reiterando sus denuncias de persecución permanente por haber estado al frente de unas de las investigaciones de la retoma por parte de los militares del Palacio de Justicia.

“El Estado es absolutamente avaro en encontrar la verdad y se hace siempre cómplice con la impunidad y con el delito; todo aquí se juega por debajo de la mesa”, subrayó esta valerosa jueza a quien, tras las pesquisas, no le tembló la mano para acusar al coronel Plazas Vega, cuya captura ordenó la Fiscalía.

El final no podía ser más conmovedor. Alguien del público pidió la palabra. Con los ojos aguados, María Stella Jara, que también se ocupó del caso del Palacio de Justicia, narró el calvario de persecuciones que ha vivido, con cientos de amenazas.

“No estaba tan preocupada, pero cuando comenzaron a llegarle sufragios a mi único hijo de trece años, me di cuenta de que los criminales estaban dispuestos a todo con tal de impedir el curso de los procesos”.

Jara tuvo que salir por unos meses en compañía de su hijo y al regreso se encontró con un proceso que le abrió la Procuraduría por abandono del menor, en lugar de brindarles a ellos protección.

“La vida por la justicia” era un libro que hacía falta en Colombia. Sus autores, con Verdad Abierta a la cabeza, han sabido ponerse en sintonía con el nuevo país que comienza a renacer, el país que se resiste al olvido, y que, como dijera la jueza Jara, debe también volcarse en apoyo a sus jueces para que cese la impunidad.

Centro de Memoria, Paz y Reconciliación

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