viernes, marzo 29, 2024
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La tumba de Antígona: ¿Usted no sabe quién soy yo?

Un pueblo que desconoce su historia nunca construirá memoria, pues es científicamente comprobado que no tenerla garantiza la felicidad y, no en vano, no solo somos un país desmemoriado, sino el más feliz del mundo.

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Renata Cabrales

Una joven paisa aborda a los agentes de tránsito que detienen el auto donde va con su padre, quien, al parecer, se encuentra en estado de embriaguez. Tras agredir a un agente, física y verbalmente, suelta la expresión esperada por el público morboso: “¿Usted no sabe quién soy yo?”, frase con una connotación especial en el país sin memoria.

En días pasados se hizo viral en las redes un caso similar: un joven ataca a la autoridad y legitima su violencia objetando ser familiar del expresidente Gaviria. Son casos populares de personas que burlan la ley bajo el influjo de la experiencia diaria de una justicia para los de ruana, y basta insinuar ser de “buena familia” para evadir toda responsabilidad. De manera habitual padecemos casos como el del magistrado Pretelt o de niños ricos que atropellan con lujosos carros a personas inocentes y quedan libres, pues el sobornado psiquiatra diagnostica depresión profunda y así el culpable paga casa por cárcel: la prisión es monstruosa para su precario estado emocional.

La pretenciosa frase es útil para cuestionarnos quiénes somos y qué hacemos para construir memoria, no repetir la historia y evitar más casos de familias poderosas que abusan del poder y así no padecer las consecuencias que esto conlleva: personas desfavorecidas sin abogado defensor o sin derecho al beneficio de la duda o juicio justo, mientras criminales de corbata evaden, con soborno, la justicia.

Sin memoria, transitamos por las calles del país que llamamos Macondo, homenajeando a “nuestro Nobel”, aquel que tras su muerte muchos amaban, pero en vida reprochaban su abandono como si hubiera sido un dios y no un mortal más en este valle de lágrimas, donde pensar diferente amerita la proscripción absoluta.

Cómo construir memoria habiendo familias que educan con la verdad de las narcotelenovelas que legitiman la idea de mujer melodramática al acecho del príncipe azul, que no es más que un narco misógino que jamás la reconocerá como una sujeta de derechos.

Cómo conocer la otra cara de la historia con medios de comunicación haciendo apología de la guerra, bajo el argumento de que el problema es la rebelión, sin reconocer que es un derecho cuando el Estado incumple sus deberes con la ciudadanía.

Un pueblo que desconoce su historia nunca construirá memoria, pues es científicamente comprobado que no tenerla garantiza la felicidad y, no en vano, no solo somos un país desmemoriado, sino el más feliz del mundo.

No nos sorprenda entonces la celebración, a través de redes sociales, de actos vergonzosos de personas que violentan a la autoridad con la popular frase: “usted no sabe quién soy yo”, desconociendo el peligro que conlleva su verdadero significado: “soy de “buena familia” y aquí “las buenas familias” se pasan la justicia por la faja”.

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