jueves, marzo 28, 2024
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La Rusia de Putin: ni ángel ni demonio

Reflexiones para un análisis marxista de la política rusa.

Foto: Из окна авто.... via photopin (license)
Foto: Из окна авто…. via photopin (license)

Willi Gerns

Con el telón de fondo de los actuales acontecimientos en Ucrania, presenciamos en los países imperialistas una campaña de odio antirruso casi sin precedentes. En Alemania, ésta recuerda terriblemente los años de la dictadura nazi y de la Segunda Guerra Mundial, así como el apogeo de la Guerra Fría (entonces bajo la forma del antisovietismo). Las ondas sonoras de dicha campaña encuentran incluso cierto eco en elementos de izquierda. De otra parte, encontramos también, en reacción a esta corriente, un apoyo incondicional a la política rusa que no tiene en cuenta las relaciones de clase. Ni una ni otra postura pueden ser comunistas.

Relaciones de propiedad y de poder en Rusia

Como marxistas, cuando juzgamos la política de un Estado, partimos de la pregunta sobre el orden social, cuáles son las relaciones de propiedad y de poder que imperan en ese país, y cuáles son los intereses de clase que determinan esta política. Nos esforzamos, igualmente, por medio del “análisis concreto de una situación concreta” (Lenin[1. V.I. Lenin: “El Comunismo”, Obras Completas, t. 41, pág. 136.]), en percibir el papel actual de ese país en el contexto político mundial.

Cuando aplicamos estos principios a la Rusia actual, debemos constatar lo siguiente: Rusia es un país capitalista en el cual la mayoría de los medios de producción pasó a manos de capitalistas privados tras la contrarrevolución antisocialista. Lo que domina en ese sector es la propiedad robada por la oligarquía. Paralelamente, a pesar de la extensa privatización, encontramos aún un sector bastante grande de propiedad estatal o mixta de medios de producción y medios financieros. Cuando se trata de empresas estratégicas en estos sectores, por lo general el Estado mantiene el control.

El poder político es ejercido por una élite dominante, en la cual el poder de la burocracia superior del Estado se ha aliado cada vez más al poder económico de ciertos clanes oligárquicos. Por alusión al órgano de poder supremo en la Unión Soviética, los autores de un estudio aparecido en 2012 en la web[2. Ver www.mitchenko.ru/analitika. Este estudio ha sido discutido detalladamente en Unsere Zeit del 14 de septiembre de 2012.] sobre el mecanismo de poder en el régimen de Putin designan a su capa superior como el “Politburó 2.0”. Esta cuasi-institución de poder colectivo, según los autores -los politólogos rusos Yevgueni Mitchenko (presidente del holding Mitchenko Consulting) y Kirill Petrov (dirigente de la sección de análisis del Instituto Internacional de Experiencia Política)-, se habría formado en la primera década del siglo 21 tras la redistribución de los recursos de los pequeños clanes de oligarcas, la destrucción de los imperios mediáticos y la liquidación de buena parte de los liderazgos regionales.

El presidente Putin aparece en el papel de árbitro y moderador. El jefe de Estado ejerce además un control directo sobre los contratos del gas a largo plazo, y dirige el sector energético y los bancos estratégicos. Los miembros de esta capa superior del poder, así como sus cuadros políticos y económicos, y sus socios más cercanos, son designados como “candidatos al Politburó 2.0”.

La referencia al Buró Político del Comité Central del PCUS es excesiva. Entonces se trataba de la cúpula de un sistema de poder sobre una base económica completamente diferente, incluso opuesta. Sin embargo, la descripción que hace este estudio de la unión, como núcleo del sistema, entre el poder político del Estado y la potencia económica de ciertos clanes oligárquicos particularmente cercanos al Kremlin es muy relevante. Se puede hablar entonces, a pesar de todas las particularidades, de una variante de capitalismo monopolista de Estado en Rusia.

Rusia, ¿un país imperialista?

El marxismo-leninismo considera al capitalismo monopolista de Estado como una variante del desarrollo de la fase imperialista del capitalismo. Por eso quisiéramos abordar brevemente la cuestión de saber si las características esenciales del imperialismo, que Lenin describió en su obra El imperialismo, fase superior del capitalismo, se aplican al capitalismo ruso actual, y en qué medida.

No cabe la menor duda de que aquí encontramos las características económicas fundamentales citadas en la obra de Lenin. En particular, la existencia y la dominación de monopolios que juegan un papel determinante en la vida económica; la fusión del capital bancario y el capital industrial y la creación de una oligarquía financiera sobre la base del capital financiero; así como el papel cada vez más importante jugado por la exportación de capitales. Sin embargo, también hay que tener en cuenta las particularidades rusas.

Mientras que la dominación de los monopolios en los países imperialistas clásicos ha sido el resultado de largos procesos históricos de concentración y centralización del capital, en la Rusia actual ésta es el resultado de un proceso criminal relativamente corto, donde gran parte de la propiedad del pueblo fue robada durante la contrarrevolución antisocialista. Además, el capital oligárquico desarrolló estructuras aun más poderosas, por concentración y centralización. En Rusia, igualmente, el capital bancario e industrial se han fusionado, como lo muestra indudablemente la existencia de conglomerados, y ha nacido una poderosa oligarquía financiera.

Las tendencias al desarrollo de las inversiones directas rusas en el extranjero muestran que la exportación de capitales juega también un papel cada vez más importante. Esto es verdad tanto en el suelo ruso como en el extranjero, debido al entrelazamiento con el capital internacional. En conclusión, la Rusia de Putin es un país capitalista en el cual los fundamentos económicos del capitalismo monopolista -un imperialismo con ciertas particularidades- existen de manera manifiesta.

En lo que tiene que ver con la política de Rusia, es necesario hacer una distinción entre la política interior y exterior, así como entre dos niveles de la política exterior.

La política interna está determinada por los beneficios y los intereses de poder de la clase dominante descrita anteriormente. Ésta, por un lado, busca la creación de condiciones favorables para la explotación más eficaz y rentable de la clase obrera rusa, y por otro lado, busca el fortalecimiento de la estabilidad del régimen por medio de concesiones sociales y una política agresiva.

Además, la postura ocasionalmente positiva ante la herencia de la Unión Soviética sirve también para obtener el respaldo de fracciones importantes del pueblo ruso al régimen de Putin, fracciones que se enorgullecen de la superpotencia soviética como apogeo de la historia rusa. Este orgullo se expresa incluso en cierta medida en fracciones de la clase dominante, en particular en quienes, como Putin, provienen del grupo de los siloviki, los miembros de las fuerzas de seguridad.

Sin embargo, esto no tiene nada que ver con una simpatía hacia el socialismo. Actualmente es el reflejo de posiciones nacionalistas rusas, una aspiración a una Rusia capitalista fuerte.

Dos aspectos de la política exterior rusa

En la política exterior, el primer aspecto tiene que ver con lo que se llama en Rusia el exterior próximo. Es decir: las relaciones con los Estados de la antigua Unión Soviética, exceptuando a los países bálticos. El régimen de Putin sigue hacia ellos una política de reintegración bajo la dirección rusa, cuyo pivote es la unión aduanera entre Rusia, Bielorrusia y Kazajistán, que debe convertirse en una comunidad económica euroasiática y después en una unión euroasiática.

A este nivel, podemos reconocer en las relaciones de Rusia con sus socios más débiles prácticas que recuerdan los métodos imperialistas. Se trata, entre otros, de la presión económica repetida sobre Bielorrusia para obligar a sus dirigentes a entregar la propiedad estatal a la multinacional rusa Gazprom y allanar el camino para la entrada de los oligarcas rusos en la economía bielorrusa.

Los Estados Unidos, la OTAN y la Unión Europea quieren impedir a cualquier precio una reintegración de las antiguas repúblicas soviéticas. Rusia debe limitarse a sus propias fronteras y, simultáneamente, ser rodeada económica y militarmente gracias a los tratados de asociación entre la UE y los Estados de la antigua URSS, y por la nueva ampliación de la OTAN hacia el Este. Este es el telón de fondo de la actual crisis ucraniana.

El segundo aspecto de la política exterior rusa tiene que ver con la política mundial. A diferencia de los Estados Unidos y de sus acólitos de la OTAN, no debemos esperar ahora, ni en el futuro próximo, ambiciones de dominación mundial por parte de Rusia. Además, no existe la correlación de fuerzas necesaria para tal dominación. La Rusia de Putin busca, en cambio, oponer un orden mundial multipolar a las ambiciones de dominación mundial del imperialismo estadounidense. En este sentido, existe un gran acuerdo entre la posición de Rusia y los intereses de China y los otros Brics, así como de otros países. Esta posición objetivamente es acorde con la paz y el progreso social.

Tomar en consideración las afirmaciones de Lenin sobre la existencia de diferentes variantes de la política capitalista e imperialista, así como hacer un análisis concreto de la situación concreta antes y durante la Segunda Guerra Mundial, permitieron a la Unión Soviética, a pesar de todas sus contradicciones con las potencias occidentales imperialistas, reconocer en la Alemania imperialista el peligro principal para la URSS y para la humanidad. Este fue el fundamento de la lucha de la Unión Soviética por la seguridad colectiva e hizo posible, en los hechos y a pesar de todas las dificultades, la coalición antihitleriana, factor significativo de la victoria sobre la Alemania nazi.

Estoy convencido de que el análisis concreto de la situación histórica concreta actual en el mundo nos debe conducir a reconocer claramente en el dominio de la política internacional que Rusia es también un país capitalista, dominado por oligarcas y por una burocracia estatal estrechamente ligada a ellos; hacer una diferencia clara entre Rusia y las grandes potencias imperialistas; y considerar como peligro principal para la paz y el progreso social la política de dominación mundial del imperialismo estadounidense y de sus acólitos imperialistas de la OTAN y de la UE.

Willi Gerns es colaborador de la revista Marxistische Blätter.
Artículo publicado originalmente en Unsere Zeit, junio 2014, p. 12.
Versión francesa de Études marxistes
Traducción al español de David Moreno

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