viernes, abril 19, 2024
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“La paz sí es posible”

Nelson Lombana Silva

Tal como lo dijera nuestro candidato al senado de la república por el Partido Comunista Colombiano para el período constitucional 2014-2018, Carlos A. Lozano Guillén, “La paz sí es posible”, en la medida que se vayan resolviendo las causas estructurales que dieron origen a este larvado conflicto que ya supera las cinco décadas.

Foto: The Real Estreya via photopin cc
Foto: The Real Estreya via photopin cc

La noticia de que ya el primer punto de la agenda de La Habana (Cuba) está prácticamente convenido es un augurio de que los tambores de la paz se vislumbran allá distante, pero posible, y como dijo un comandante guerrillero: “la paz está más cerca”.

No es fácil. Los enemigos de la paz son poderosos: el imperialismo estadounidense, la oligarquía altamente transnacionalizada y los titiriteros de éstos de la talla del cavernario Álvaro Uribe Vélez, el presidente Santos, el vicepresidente de la república Angelino Garzón, el ministro de guerra Juan Carlos Pinzón, la mayoría de medios masivos de comunicación, un alto sector del clero, etc.

La burguesía pretende una paz exprés y gratis, lo cual es totalmente absurdo por la complejidad que encarna el conflicto colombiano, la prolongación en el tiempo y la necesidad de invertir dinero para superar en parte las causas que originaron el conflicto.

En ningún momento la burguesía y el Estado capitalista han renunciado a la violencia. En ese sentido señala el estudioso Víctor Manuel Moncayo: “El conflicto violento subsiste y continúa, con nuevos elementos derivados de los cambios ocurridos en el mundo del narcotráfico, de la subsistencia del paramilitarismo ahora renombrado como ‘bandas criminales’ (llamadas bacrim)”[1. Estrada, Jairo. (coordinador) Solución Política y Proceso de Paz en Colombia. Colección contexto. Ocean Sur. Primera edición 2013. Página 12.].

Considerando el expansionismo capitalista, la acumulación originaria, primitiva y violenta del capital, que son su esencia y naturaleza, desarrollada por la política monroísta de “América para los americanos” (¿para Estados Unidos?), el camarada Nelson Raúl Fajardo Marulanda señala:

“Es una acumulación acompañada de un terrorismo de Estado, ideológicamente alimentado por la doctrina del “enemigo interno”, elaborada en el Pentágono y la CIA para destruir toda opción que atente contra sus propósitos en el continente, pero también nutrida por un anticomunismo visceral y primitivo de una oligarquía que acude al fanatismo religioso, a los estados pasionales de las masas enajenadas por los medios de comunicación y al sectarismo político. Son componentes que se conjugan para crear y reproducir un estado de terror permanente en la población, que paraliza su organización y su capacidad de movilización y lucha”[2. Ibíd. Página 53.].

El reto de hacer la paz con justicia social está sobre esa dolorosa e inexorable realidad, donde la lucha de clases se exacerba cada vez más, por cuanto cada vez el capitalismo es más incapaz de solucionar los problemas de la humanidad y, a su vez, cada vez el proletariado se desarrolla, se organiza, toma conciencia social y actúa con más beligerancia y decisión.

Así, es que los resultados de La Habana hasta ahora son extraordinarios. Pero eso nos compromete a meterle más pueblo a este proceso, alimentarlo y defenderlo de los lobos hambrientos que hay por ahí amamantados por el gran capital.

El acuerdo general para la terminación del conflicto y la construcción de una paz estable y duradera se debe fortalecer con las constituyentes por la paz, ya sea de carácter nacional, regional o local. Se trata de que el pueblo entienda que allí se está definiendo su futuro, por lo tanto es su deber expresarse y decir cómo quiere que esa paz se materialice en su caso concreto.

Con razón dice el camarada Jairo Estrada Álvarez sobre estos diálogos: “Representan el hecho político de mayor significado en la historia presente colombiana tras la ruptura de los diálogos de San Vicente del Caguán con esa misma guerrilla, hace más de una década”.[3. Ibíd. Presentación Página 1.]

Teniendo en cuenta todas las vicisitudes, los colombianos estamos en el deber de insistir y persistir en cambiar la correlación de fuerzas a favor de la paz. Fue alentadora la estruendosa movilización del pasado 9 de abril, el evento de mujeres por la paz recientemente realizado en Caquetá, la movilización de la juventud, especialmente los estudiantes, la resistencia de los indígenas y las manifestaciones de los afrodescendientes, rom y la comunidad LGTB. Sin embargo, hay que duplicar los esfuerzos, no echarnos a dormir. Ahora más que nunca hay que estar con los ojos abiertos.

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