jueves, marzo 28, 2024
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La legitimidad del paro

Creyeron que se trataba de darle un dulce a un niño al que podían entretener y adormilar. Sin embargo, se topan con un gigante de inmensas proporciones, ejemplo contemporáneo más avanzado de la tenacidad en la lucha popular.

Foto: AgenciaAndes via photopin cc
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Sebastián Forero

El gobierno colombiano no entendió que el Paro Nacional Agrario y Popular era una movilización justa y seria; le quedó grande interpretar las necesidades de una inmensa población marginada y excluida condenada a ahogarse en su propia miseria. Para el gobierno nacional y su ministro, quien afirmó no ser “amigo de los campesinos pobres”, el campo no tiene otro sentido sino el de cumplir con los fines de su locomotora agroexportadora a toda costa, y donde los campesinos no son más que un trapo viejo al que hay que desechar, o mejor, explotar.

Por lo tanto, para este es justificable faltarle al respeto al conjunto del movimiento campesino, por no mencionar diversos sectores así mismo embaucados por la retórica y el jugueteo oficial. Afirman con bombos y platillos que de ninguna manera se justifica la continuación del paro, ya que con un par de subsidios se dicen generosos con el pueblo rural colombiano. Así mismo, el gobierno se vanagloria de haber realizado un gran ‘pacto nacional por el agro’ donde el campesinado brilló por su ausencia y pululaban los vestidos de paño y las buenas formas.

Creyeron que se trataba de darle un dulce a un niño al que podían entretener y adormilar. Sin embargo, se topan con un gigante de inmensas proporciones, ejemplo contemporáneo más avanzado de la tenacidad en la lucha popular. Es este gran movimiento agrario, campesino, étnico y popular, que ha comprendido que el problema trasciende de las dádivas del gobierno, que sabe que el campo colombiano necesita una urgente transformación estructural. Como dicen por ahí, al que no le gusta el caldo, se le dan dos tasas.

Después de un gran encuentro nacional en la gran Cumbre Agraria, Campesina, Étnica y Popular, realizada en el mes de marzo, donde los diversos sectores agrarios se dieron cita para debatir y construir un pliego de peticiones unificado, así como la programación de una nueva fecha para empezar las jornadas de paro, se puede afirmar, con plena certeza, que esta nueva edición del paro le pondrá los pelos de punta al Gobierno Nacional.

Por un lado encontramos el nivel de conciencia de las organizaciones agrarias de todo el país y sus aproximaciones sinceras de unidad y de poder. Lo que permitirá avanzar en sus exigencias de manera conjunta, sin negociaciones dispersas y manipulables. En segundo lugar, el gobierno ya esta sudando frío teniendo en cuenta que ante el escenario electoral venidero, su debilidad en la intención de voto es evidente, por lo cual se vendrá a pique su popularidad si el paro logra sus objetivos. Al parecer las reglas han cambiado, Santos, el pueblo tiene la batuta. El arado y el azadón marcan la pauta, y usted puede pasar a la historia como un verdadero fanfarrón.

Solo resta decir que el paro goza de plena legitimidad social y política en el pueblo en general. La lucha campesina avanza por sendas promisorias, y es por eso que, ante la arrogancia del gobierno, les quedará al menos como lección que con los campesinos no se juega. ¡Nos vemos en las calles!

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