jueves, marzo 28, 2024
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La importancia de la organización obrero-campesina

Nelson Lombana Silva

Luis Evelio Navarro es un campesino tolimense que, a pesar de ser iletrado, tiene la capacidad política para organizar y dirigir procesos de lucha y de resistencia contra el enemigo de clase. En el reciente paro campesino y popular lideró un grupo de campesinos bloqueando la vía central hacia La Línea por varios días, cerca al municipio de Cajamarca (Tolima). Puso en jaque la delirante militarización y del Esmad que fueron desplazadas en la zona.

Durante la preparación del taller para armar la comisión agraria en el Tolima que tendrá por misión fundamental fortalecer el Sindicato de Trabajadores Agrícolas del Tolima (Sintragritol) y la Federación Nacional Agropecuaria Fensuagro, el labriego sorprendió a los asistentes con sus sencillas pero concretas y profundas reflexiones. A partir de allí se generó una regia discusión y análisis desembocando en la necesidad de organizar un taller especializado sobre el particular.

Comisión agraria en el Tolima durante el taller. Foto Nelosi
Comisión agraria en el Tolima durante el taller. Foto Nelosi

“Lo importante –dijo– es saber llegarle a la masa campesina y tener argumentos sólidos sobre la importancia de la organización obrera-campesina. Mientras el campesino no logre entender –agregó– para qué, por qué y cómo la organización, resulta muy complicado desarrollar nuestro sindicato”.

En otras palabras, pero con el mismo significado, lo había dicho el camarada V. I. Lenin cuando dijo: “Nuestro cometido principal y fundamental consiste en coadyuvar al desarrollo político y a la organización política de la clase obrera. Quien relega este cometido a un segundo plano y no subordina a él todas las tareas parciales y los distintos procedimientos de lucha, se sitúa en un camino falso e infiere grave daño al movimiento”[1. Lenin. La formación de cuadros. Editorial Progreso. Traducción al español 1979. Impreso en la URSS. Página consultada 23.].

La organización de la clase obrera-campesina e indígena resulta tarea cardinal y para realizarla con el mayor éxito radica en tener una metodología fácil de digerir y de comprensión colocando como eje central la formación política. Quien no entienda en esa dinámica política la tarea de todo comunista, está ciertamente orinando fuera del tiesto o como dice Lenin: “Se sitúa en un camino falso e infiere grave daño al movimiento”.

El comunista tiene claro su metodología, el cual no es otro que el marxismo-leninismo. Las dificultades perceptibles por simple análisis empírico radica en su pobre interpretación de seudocomunistas que van por las nubes, por desconocimiento o a propósito, desdibujando dicho método, haciéndolo dogmático y antidialéctico.

Ni más ni menos el campesino Luis Evelio Navarro lo que demanda es la interpretación correcta del método marxista-leninista para, a su vez, desarrollarlo entre las masas y así ellas puedan hallar autónomamente la importancia de la organización y de la acción revolucionaria que permita romper las cadenas de la opresión del régimen capitalista.

Ese planteamiento sencillo en la forma de decirlo con el bello lenguaje propio del campesino y profundo en el significado político y revolucionario, llevó a los asistentes a plantear reflexiones de distinto orden apuntando a la necesidad histórica de desarrollar el sindicato agrario en el departamento de conformidad con los grandes desafíos del momento.

Se consideró la necesidad de llevarle al campesino una propuesta clara y atractiva de organización, unos objetivos concretos y una metodología diáfana y directa expresada en el mismo lenguaje del labriego, sin petulancia, sin arrogancia y en cambio con mucha fraternidad, solidaridad y franqueza.

De lo que se trata es que el campesino, el obrero o el indígena entiendan y se convenzan de la necesidad de la organización y de la unidad. En ese sentido, la idea no es imponer sino convencer y se convence con argumentos, con compromiso y con ética. Es decir, aplicando los dos componentes fundamentales del marxismo-leninismo: teoría y práctica.

El campesino está harto de tanto charlatán que solo va a la comunidad a imponer y ordenar, a recetar y hacer asombrosos diagnósticos. El labriego quiere algo más. Quizás, llevar a la práctica la frase de José Martí cuando dice: “La mejor manera de decir es hacer”.

En términos de comunicación el campesino quiere ser receptor pero también emisor, canal y mensaje. Es decir, quiere escuchar pero también ser escuchado y participar activamente en la formación o construcción del mensaje con sus propios medios de transmisión.

Por eso una persona que vaya a la vereda con ínfulas de docto, a imponer su único mensaje y solamente a ser escuchado, de antemano está condenado al fracaso, al rechazo de la comunidad. Será mirado como un extraño, considerado ultraterrestre, será tratado con desconfianza y hasta con fastidio. No hay sector más sensible que el campesino-indígena, lo que sucede es que su timidez lo lleva a guardar silencio, pero ese silencio no es cobardía, es prudencia, tolerancia, que muchas veces se interpreta mal y entonces se sostiene la tétrica tesis de que el campesino-indígena es bruto y fácil de manipular. ¡Qué equivocado se está al pensar así!

Con razón decía V. I. Lenin: “Debemos orientar nuestra atención principal a elevar a los obreros al nivel de los revolucionarios y no a descender indefectiblemente nosotros mismos al nivel de la ‘masa obrera’, como quieren los ‘economistas’”[2. Ibíd. Página consultada 40.]

Es demasiado claro el planteamiento del maestro del proletariado al respecto. Nuestra tarea es la formación política del sector obrero-campesino-indígena; aportarles elementos de juicio para que conscientemente descubran el valor de la organización y de la unidad. Eso implica que el educador debe ser educado en los valores comunistas, éticos, teórico-prácticos. Así se elimina a los charlatanes, oportunistas y socialdemócratas que piensan en el siglo XXI que la revolución se hace exclusivamente desde un escritorio sin ningún sacrificio y coherencia ideológica y política.

Ese taller encaminado a crear la comisión agraria en el Tolima se realizó el 20 de noviembre en Ibagué con la participación de un grupo considerable de campesinos. Fue orientado por la camarada Elsa Nury Martínez, quien hace parte del Partido Comunista y Fensuagro.

Al calor de un exquisito sancocho con carne de res fresca, el taller se desarrolló durante toda la mañana y parte de la tarde. Fue dinámico, propositivo y creativo. “Me gusta que hable el campesino primero, me interrumpa, pregunte, cuestione y opine”, dijo la conferencista durante su corta presentación.

La duda de cómo llegarle a la masa se fue despejando durante el taller. Se plantearon muchas sugerencias, otras quedaron dichas a medias y otras por decir. Pero lo importante es que el horizonte de las posibilidades se fue despejando paulatinamente.

“Al campesino hay que hablarle de cosas en concreto”, es la primera idea planteada por la camarada Elsa Nury Martínez que quiero destacar. Implica dicha afirmación tener claro qué le vamos a decir al campesino, cómo lo vamos a decir y por qué lo decimos. Para llegar a ese estadium tenemos necesariamente que planear. En este proceso se tiene en cuenta el mensaje, para quién va dirigido, cómo lo voy a desarrollar para hacerlo llamativo, asequible al conocimiento de la comunidad y qué compromisos prácticos asumimos tanto el educador como el educando.

Si no hago un plan práctico, sencillo y atractivo, seguramente voy a hablar de lo primero que se me venga a la cabeza, voy a utilizar el mismo lenguaje lineal como si tuviera ante un auditorio de profesionales en distintas áreas del conocimiento y voy a sugerir que los demás hagan y me miren distante, encaramado en el pedestal. Así –como dice el adagio popular– no llegamos a ningún Pereira.

No es suficiente con saber el tema y quizás dominarlo. Hay que sentir lo que se está diciendo, hay que vibrar con cada afirmación e idea desarrollada. Hay que saber decir las ideas, para que el campesino no termine diciendo: “Habló muy bonito, pero no sé qué quiso decir”.

Otra idea planteada por la conferencista fue la siguiente: “Hay que convencer al campesino de que nos organizamos por necesidad”. Si logramos convencer al auditorio que la organización no es un prurito, ni una moda, ni un simple mamagallismo como diría Gabriel García Márquez, sino que es una necesidad histórica, imprescindible y fundamental para la humanidad y para el sector campesino en concreto, habremos recorrido un trecho supremamente largo y ancho.

La única forma de existir como seres humanos y romper las cadenas burdas de la explotación del hombre por el hombre es a través de la organización y la unidad. El hombre no es una isla. El hombre es una comunidad. Y para esa comunidad desarrollarse necesariamente tiene que estar organizada, unida.

El legendario comunista Juan de la Cruz Varela, para explicar la importancia de la unidad, se paró frente al auditorio donde nadie sabía ni leer y escribir tal como él y colocando a su alcance de sus manos varios trozos de bejuco, explicó la importancia de la organización y de la unidad, de la forma más hermosa y pedagógica: Cogió un trozo de bejuco y lo reventó fácilmente, luego cogió dos y tuvo un poco de dificultades, luego, tres y cuatro y cinco, hasta cuando con toda su fuerza poderosa de campesino andante no pudo reventar el manojo de bejucos juntos. “Por eso –dijo– es importante la organización y la unidad. Un pueblo unido es invencible”.

Sin mucho discurso, sin mucha frase vacía de contenido y términos rimbombantes, el camarada Juan de la Cruz Varela convenció a sus hermanos campesinos de la necesidad de la organización y de la unidad. En pocos minutos dijo mucho, diría demasiado.

Tercer aspecto planteado por la camarada Elsa Nury Martínez: “El objetivo central de la lucha sindical a punta a dos aspectos centrales: a una lucha reivindicativa y a una lucha política, es decir, a la lucha de clases”.

El sindicalismo es una forma concreta de lucha que abraza fundamentalmente estos componentes bien definidos por la compañera. ¿En qué consiste la lucha reivindicativa? Es la lucha por la mejora de sus salarios, protección social, exigencia de sus derechos adquiridos y bienestar para todos los asociados o sindicalizados.

En el caso del sector campesino podríamos decir que la lucha reivindicativa consiste en luchar organizadamente por el arreglo de las vías, por el derecho a la salud, la educación, créditos blandos, subsidios, comercialización digna de sus productos, paz con justicia social, respeto por la identidad cultural, etc.

Mientras que la lucha política se constituye en un escenario mucho más desarrollado y complejo, porque no solo se piensa en su comunidad en particular sino en la comunidad en general (pueblo) cuya lucha supera la reivindicación, es decir, el simple reformismo y se lucha por transformaciones estructurales y de fondo. Es la lucha de clases. El enfrentamiento a muerte entre la burguesía y el proletariado. La lucha por destruir el capitalismo y construir el socialismo.

En esa lucha sindical caben liberales, conservadores, comunistas, de la Unión Patriótica, etc. Es decir, todo el “mundo”, como se suele decir. Por eso, hay que ser amplios, democráticos, incluyentes y comprensivos con los distintos pareceres, por cuanto se supone que allí el sindicato es escuela de formación ideológica y política, humanista y ética capaz de formar hombres y mujeres integrales. En esa lucha teórica–práctica –como señala el marxismo-leninismo– se va formando el pueblo para la toma del poder.

De ese proceso, repito, teórico-práctico y ético, salen los mejores cuadros para conformar el Partido Comunista, la más elevada organización política y revolucionaria. Sale el Partido, que tiene la misión de orientar el pueblo hacia la toma del poder. En el Partido –se supone– militan las personas más consecuentes, claras y éticas con conceptos claros sobre la lucha de clases, la revolución y la dictadura del proletariado.

Otra premisa planteada por la camarada en mención y que reviste singular valor es la siguiente: “Necesitamos conocer objetivamente las necesidades del campesino para poder proponer e influir”. Esta no es cosa de poca monta. ¿Cómo puedo recetar sin diagnosticar?

Para poder proponer cosas coherentes y que llamen la atención del campesino, para poder influir, es decir, convencer y no imponer, necesariamente debo conocer el entorno en su conjunto y sus particularidades. No hacerlo así, es como un ciego guiando a otro ciego.

El discurso no puede ser lineal. Muchos aprenden algunas frases marxista-leninistas y en todo escenario la repiten maquinalmente, como si el escenario fuera el mismo. Algunos se limitan a los temas generales, pero no saben los temas particulares. Colombia –por ejemplo– es un país de regiones y si bien es cierto hay problemas comunes a todas las regiones, también es cierto que hay problemas particulares y son esos los que mueven generalmente con más facilidad a la comunidad en particular.

La habilidad del educador está en sincronizar dialécticamente lo general con lo particular o lo particular con lo general. Por ejemplo, si estoy en zona cafetera, ¿por qué no comenzar la discusión con el tema de la caficultura para llegar al tema del TLC? Sería más concreto el planteamiento, más llamativo, de acuerdo a lo expuesto por la conferencista.

Es dado en conocer más la problemática de otras regiones e incluso, de otros países y continentes que la problemática que está a la vuelta de la esquina, en nuestra propia comunidad. Para salir al paso a eso hay que conocer en profundidad el sector campesino e indígena y las particularidades en la región. De lo contrario, estamos expuestos a divagar o a tener un simple discurso bonito pero sin el efecto convocante y orgánico.

Para planear, ejecutar y evaluar hay que diagnosticar y el diagnóstico consiste en tener pleno conocimiento del entorno, su medio ambiente, su comunidad, su idiosincrasia, sus tradiciones, sus sueños, sus frustraciones, etc. Ese es el principal desafío de la comisión agraria constituida en la ciudad de Ibagué (Tolima), el pasado 20 de noviembre. Es el fundamento esencial para impulsar el desarrollo de Sintragritol y Fensuagro en esta sección del país. No hacer así es dar palo de ciego.

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