viernes, abril 19, 2024
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La historia a contrapelo: PND y educación

Si comparamos este Plan con los Programas de Gobierno de Chile, Uruguay, Bolivia, Venezuela y Argentina, el eslogan de “Colombia la más educada en 2025” se acerca a una fórmula vacía o una farsa.

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Sergio de Zubiría Samper

Una aproximación al componente educativo del Plan Nacional de Desarrollo 2014-2018 nos exige estar preparados para la perplejidad. Las primeras sorpresas son de carácter general. Un Plan que afirma como uno de sus pilares la “educación” es bastante pobre en su discurso pedagógico y, en sus 206 artículos, dedica tan sólo nueve a la educación de forma expresa. Tres de ellos muy poco tienen que ver con ella. Además, si comparamos este Plan con los Programas de Gobierno de Chile, Uruguay, Bolivia, Venezuela y Argentina, el eslogan de “Colombia la más educada en 2025” se acerca a una fórmula vacía o una farsa.

Se anuncia en la página 39 de las bases del Plan una supuesta “transformación del sistema educativo” y nos quedamos esperándola. Sabemos que la crisis de la educación colombiana es un proceso de más de tres décadas y la sociedad en su conjunto la rechaza. El gobierno termina incluyendo lugares comunes que no van al fondo de la reforma del sistema educativo: educación inicial; jornada única; un bilingüismo bastante problemático; el ingreso a la OCDE. Desde 1995 todas las pruebas internas e internacionales muestran el retroceso de la educación en Colombia y se evade con propuestas inocuas.

El diagnóstico sobre la calidad educativa es demasiado limitado y no se consultan investigaciones profundas sobre el tema. Las causas de las dificultades en “calidad” son bastante simples: a) Fragmentación de la jornada escolar; b) Pocos incentivos para la profesionalización docente; c) Insuficiente infraestructura; d) Reducido acceso a la educación media en zonas rurales; e) Deficiente calidad de la educación básica y media.

Las mayores sorpresas se presentan cuando abordamos la educación superior. El diagnóstico se limita a señalar: a) Existe un crecimiento en cobertura; b) Existen sólo 33 instituciones superiores acreditadas como de alta calidad, de las 288 que hay en Colombia; c) Los jóvenes de hogares pobres y poblaciones vulnerables no pueden ingresar por los altos costos de las universidades. No se nombran los profundos e históricos problemas de la universidad colombiana.

La esperada transformación del sistema de educación superior produce ya pánico. Se crea por vía del Plan el “sistema de educación terciaria” que consiste en “aquella oferta educativa” de “carácter técnico profesional, tecnológico y técnico laboral”. Ahora el alma del mundo universitario son los institutos tecnológicos y el SENA, es decir, el fin de la educación universitaria es el trabajo y la profesionalización técnica. Una educación para pobres y una educación para las elites. La educación universitaria al servicio de la desigualdad. Se instaura la “financiación de la demanda” neoliberal a través de “créditos-beca” individuales, para ahogar la universidad pública y dejar el peso en la movilidad social individual.

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