jueves, abril 18, 2024
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La historia a contrapelo: Pedagogía para la paz

¿Estaremos fomentado una pedagogía para la paz o un dispositivo para la exclusión? ¿Cómo prepararnos para un coro polifónico de voces que exprese nuestra diversidad política y filosófica?

Foto: Fredy Lopez via photopin (license)
Foto: Fredy Lopez via photopin (license)

Sergio de Zubiría Samper

Los acontecimientos de las últimas semanas le otorgan un papel central al carácter y comprensión de la pedagogía para la paz. Más allá del escándalo de ciertos medios que trataron de convertir el Encuentro de Paz en La Guajira en una acción de guerra, se evidencian situaciones contradictorias ante el sentido profundo de la educación para la paz. En la Revista Semana, Nicolás Morales realiza un crudo análisis sobre “la distancia entre los académicos e intelectuales de este país y la gente”; también se queja –con razón- que nadie llama a los profesores e investigadores universitarios a explicar las “miles de aristas” del actual proceso de paz. Sus reflexiones –acertadas o equivocadas- se quedan en los foros académicos y salones de clases. También critica la labor de los medios de comunicación de izquierda en la consolidación reflexiva de una pedagogía para la paz.

Este lunes 29 de febrero se convocó una “Conferencia Internacional sobre Paz Territorial” que parece más bien un consenso cerrado para imponer una visión homogénea sobre la paz territorial. Los funcionarios de la Oficina del Alto Comisionado sugieren un pánico a las voces disidentes ¿Por qué esa escasa capacidad de nuestra cultura institucional para la deliberación y la crítica? ¿Estaremos fomentado una pedagogía para la paz o un dispositivo para la exclusión? ¿Cómo prepararnos para un coro polifónico de voces que exprese nuestra diversidad política y filosófica?

Parafraseando a Marx: así como en nombre de la libertad se han cometido los peores crímenes contra la humanidad, también invocando la “pedagogía de paz” se pueden perpetuar nuevos crímenes. La pedagogía para la paz será una consigna vacía si no asumimos cuatro relevantes cuestiones, que se convierten ellas mismas en etapas metodológicas ineludibles. Estas son: los agentes o subjetividades que deben desencadenar la pedagogía para paz; sus referentes éticos generales; los horizontes o finalidades últimas que la orientan; los procesos pedagógicos connaturales a ella y el enfoque pedagógico acordado.

Un movimiento amplio del magisterio de Colombia debe emprender ya la tarea de pensar la pedagogía para la paz. Convertir esta hora histórica en un gran movimiento pedagógico por la paz de nuestro país. Sin la dirección moral, educativa y cultural de los maestros no podrá existir una hegemonía de largo aliento. En una estrecha alianza de los maestros con las víctimas del conflicto interno podrá emerger la nueva Colombia: la de la verdad, la memoria, el perdón, la justicia social y la actitud crítica.Una vez consolidado, los verdaderos agentes potenciarán su indisciplina crítica para llegar a acuerdos sobre los referentes éticos, los horizontes que deben orientarla y el enfoque connatural a una pedagogía para la paz. Aplazar esta responsabilidad es también un crimen.

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