viernes, marzo 29, 2024
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La fusión de Bayer y Monsanto: Juego de tronos

Bayer se convertiría en el mayor productor de semillas y pesticidas en el mundo. La producción alimenticia del mundo estaría en manos de tres grandes multinacionales. Bayer y Monsanto tienen a su vez un amplio prontuario criminal contra la humanidad y el medio ambiente

Las plantaciones de maíz transgénico están arruinando a los cultivadores.
Las plantaciones de maíz transgénico están arruinando a los cultivadores.

El anuncio hecho en el mundo financiero el pasado 14 de septiembre, en el sentido de que la alemana Bayer AG pagó 66 mil millones de dólares por la compra de Monsanto, una de las más tradicionales empresas agrícolas norteamericanas, dará paso al posicionamiento de la mayor empresa productora de pesticidas y semillas genéticamente modificadas que, junto a otras dos poderosas transnacionales, estará en capacidad de controlar el 60 por ciento de las semillas convencionales, el 100 por ciento de las transgénicas y el 65 por ciento de toda la producción global de pesticidas.

Las dos firmas tendrán ahora la fuerza económica y política suficiente para influir en los gobiernos, y moldear a su favor los acuerdos de comercio agrícola, los programas rurales, las leyes laborales, la programación de semillas y patentes y las normas de uso del suelo en favor de sus negocios.

El anuncio ha conmocionado a organizaciones defensoras del medio ambiente como Greenpeace, o de derechos humanos, que alertan a las autoridades y a las organizaciones sociales en el mundo, porque las dos empresas fusionadas no solo controlarán la producción global en sus especialidades, sino que impondrán a su antojo el precio de sus productos y el monopolio en la distribución, sin que, además, reciban sanción alguna por los daños que causan en el medio ambiente y en la salud de las personas.

La organización Global Justice Now dijo: “El anuncio de hoy acerca de la adquisición de Monsanto por parte de Bayer es un desastre para el sistema alimentario mundial. En una industria que ya está dominada por seis grandes agroindustrias, esta noticia hará que el mercado este aun más controlado, ya que otras fusiones y adquisidores se volverán algo inevitable. Vamos directamente hacia una situación en la que nuestro sistema alimentario mundial estará en manos de unas cuantas entidades corporativas gigantes que tendrán todo el control sobre nuestros alimentos, qué comemos y cómo se cultiva”.

No solo aspirinas

En un mundo globalizado, la aparición de Monbayer, o como se le quiera llamar, presupone la existencia de una empresa tan poderosa como indestructible. Se habla ya de empresas de “tecnología infinita”, capaces de llegar “a cualquier lugar”, esta vez con sus semillas mágicas y sus pesticidas infalibles. En contraste, los pueblos se muestran impotentes para decidir respecto a su agricultura y su alimentación.

Monsanto, con la imposición de semillas transgénicas, ha dado un vigoroso impulso a la producción de maíz, trigo, cebada, soya y algodón en Estados Unidos, la India y otros países. Bayer, por su parte, famosa en el mundo por la producción de aspirina, estuvo en lo fundamental vinculada a la producción de fármacos esenciales para la salud humana. Pero ambas firmas, con sus experimentos, han causado grandes daños a la salud de las personas, por lo que han debido enfrentar demandas judiciales en varios países y pagado millonarias indemnizaciones. Ambas empresas además, han estado vinculadas a la industria armamentista, a la guerra y a crímenes de lesa humanidad.

Monsanto, fundada en Missouri en 1901, con su producción está ligada a muchas marcas de productos que consumimos cada día. En Canadá y Francia, los consumidores han condenado el consumo de no pocos de esos productos, donde se han encontrado rastros de los pesticidas que produce la compañía.

Sin controles

En Argentina, por ejemplo, se estableció que el 85 por ciento de los productos con algodón generados por la industria de ese país contenían glifosato. Los países en general no tienen controles para detectar los efectos de organismos genéticamente modificados.

Una especie de maíz transgénico, cuya semilla distribuye Monsanto, produce una toxina para matar a un insecto que daña los cultivos. Pero también elimina a otros insectos beneficiosos para el ecosistema. Recientemente se han encontrado rastros del herbicida en productos de amplio consumo como el Tampax y Always.

Una línea de productos que la Organización Mundial de la Salud considera cancerígenos, elaborados por Monsanto, están vinculados a la producción de otros como Cocacola Light, jugos Tropicana, tés Lipton, Nescafé, Neskquik, Ricore, chocolates como Toblerone, galletas, caramelos, helados, cereales como Kelloggs, All Bran; shampoos, desodorantes, pañales, productos tipo Pantene, Dove, Rexona, entre otros.

El negocio de la guerra

Monsanto, desde su nacimiento, ha estado vinculado a la carrera armamentista y la guerra. Además del glifosato, que destruye el medio ambiente, produjo el llamado Agente Naranja, arrojado por la aviación norteamericana durante la guerra de Vietnam, causante de defoliaciones ambientales y numerosos tipos de cáncer entre la población.

También produjo en sus laboratorios el conocido DDT y el aspartame, un endulzante artificial catalogado como cancerígeno. Monsanto fue copartícipe del Proyecto Manhattan, para construir la primera bomba atómica, por lo que ha sido considerado aliado estratégico de los gobiernos de los Estados Unidos.

Dos monstruos que se fusionan

Bayer por su parte, no es tampoco un angelito. Fundada en Alemania en 1863, además de producir una amplia gama de medicamentos básicos, ha estado vinculada a la producción de peligrosos venenos. Durante la segunda guerra mundial, en sus laboratorios se produjo el gas Zyklon B, utilizado en las cámaras de gas de los campos de concentración nazis, donde fueron eliminados 11 millones de judíos.

En junio de 2015, una ONG de derechos humanos recordó que Bayer estuvo involucrada en atrocidades de experimentos humanos cometidos por Josef Mengele, en los campos de Auschwitz. Para esa época, Bayer compró al comandante de Auschwitz 150 mujeres sanas para probar en ellas un medicamento para dormir. Todas murieron.

Según la Agencia Latinoamericana de Información, Alai, en 2013 se reveló que Bayer vendió una medicina para coagular sangre, contaminada con el virus VIH, en mercados de Europa, Asia y América Latina. En los 14 años que estuvo circulando el medicamento Trasyloy, de Bayer, para controlar hemorragias en cirugías, provocó más de mil muertes, por los efectos secundarios causados. Elementos nocivos de Bayer, a menudo cancerígenos, se han encontrado también en anticonceptivos y en vitaminas para niños.

Lo cierto es que estamos ante la realidad de que dos organizaciones criminales se han convertido en una sola. Dos monstruos que se fusionan para controlar el mercado mundial de semillas y organismos genéticamente modificados. Dos transnacionales que destruyen el medio ambiente y la vida y que ahora, gracias a las leyes del mercado, tendremos menos herramientas legales para controlar su actividad desbordada.

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