jueves, marzo 28, 2024
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La alternativa popular es unir fuerzas

Jaime Caycedo Turriago

La contienda presidencial revela las hondas diferencias que han venido horadando el bloque de la derecha dominante. Mientras los resultados de las elecciones parlamentarias muestran una tendencia a la consolidación del régimen en sus mayorías fabricadas a punta del derroche de capital con la compra de votos y el vergonzoso sistema de la Registraduría, la batalla por la presidencia exhibe las serias dificultades del proyecto reeleccionista de Santos-Vargas Lleras en la primera vuelta y un dudoso porvenir en la segunda.

Foto: Agencia Prensa Rural 10 años via photopin cc
Foto: Agencia Prensa Rural 10 años via photopin cc

El poder mediático se empeña en inflar el paquete Peñalosa-Segovia para presentarlo como una salida intermedia, escondiendo su faz de agente de las políticas del Banco Mundial, de responsable de la contratación de las losas defectuosas de Transmilenio y de feroz represor de los trabajadores informales, tras la máscara de una supuesta candidatura de centro-izquierda. Entre tanto, la derecha guerrerista no logra congregar detrás de la fórmula Zuluaga-Holmes la fuerza suficiente para restaurar en el gobierno a la fracción de clase del uribismo.

Puede pensarse que estas pugnas son diferencias menores que podrán ser resueltas por medio de compromisos en las alturas. De hecho, hemos presenciado las complejas disputas por el control de la cúpula militar que tiene a su cargo el descomunal y costoso aparato de la guerra y la represión. La idea de un pacto implícito aflora especialmente bajo el argumento de la debilidad de una fuerza alternativa y se documenta en los precarios logros electorales de la izquierda. Tal vez el indicador eleccionario no sea el único capaz de rastrear los factores de fondo, las placas tectónicas de la lucha de clases en el actual momento.

Las diferencias sobre la paz o la guerra no son diferencias despreciables. Ni son despreciables las exigencias y la fuerza de la movilización sociopolítica que se ha puesto en marcha desde el paro nacional agrario del año anterior, cuando es ostensible la crisis del modelo de desigualdades profundas agravado por el neoliberalismo.

Ni son menores las reclamaciones por la ausencia de garantías, la proliferación de amenazas y actos de hostigamiento contra la Unión Patriótica en su valerosa lucha por el derecho a la actividad política libre, a la restitución plena de sus derechos políticos, a la reivindicación de las víctimas y a constituirse en una fuerza creadora en la batalla por la más amplia unidad del pueblo. En la agitación electoral y en el debate público agenciado por la lucha de masas hay opciones en juego que van a incidir de alguna manera en los desenlaces.

La Cumbre Nacional Agraria, Étnica y Popular pone de relieve la convergencia de fuerzas que exigen cambios en el sistema económico, social y en el ejercicio del poder para construir nuevos instrumentos de la intervención popular en la política, nuevas formas de interpretarla y realizarla al servicio de las mayorías. Salen al descubierto motivaciones e iniciativas para la movilización en calles, plazas y carreteras, para el fortalecimiento de una cultura de la unidad y el crecimiento de una consciencia hacia un poder constituyente.

El acuerdo Unión Patriótica y PDA para conformar una fórmula presidencial desde la izquierda despierta simpatías que se han traducido en un repunte en las encuestas. Se trata de un acuerdo político concreto, con puntos de plataforma comunes centrados en el apoyo al proceso de paz con justicia social, la ampliación del diálogo al ELN y el EPL, las reformas democráticas y la voluntad de avanzar hacia un Frente Amplio.

Como todo acuerdo de unidad de acción, circunscrito a su objeto, no resuelve las inquietudes ni las dudas nacidas de las recientes experiencias unitarias fallidas, pero muestra ser un paso necesario en la hora actual y una opción sentida y aprobada por amplios sectores populares.

Ni la abstención ni el voto en blanco son opción en la primera vuelta. Las luchas diversas por su objeto y sus métodos tienen que aproximarse, acompañarse, apoyarse mutua y solidariamente. La campaña presidencial UP-PDA, con Clara y Aída, debe ser una tribuna de demostración de que una nueva Colombia es posible y que la unidad del pueblo es el camino a construir.

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