martes, abril 23, 2024
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José Martí, el más universal de los cubanos

El 28 de enero se cumplen 160 años del natalicio del Apóstol de la independencia cubana del yugo español, José Martí. En la Isla, todo este año estará dedicado a divulgar la obra martiana. Esta semana se inaugura un seminario internacional sobre el tema en La Habana

José Martí, en la pluma del maestro Arlés Herrera

José Martí, en la pluma del maestro Arlés Herrera

Alberto Acevedo

Cuba se ha vestido de fiesta y se ha engalanado con sus mejores trajes para celebrar, a lo largo del año, el 160 aniversario del natalicio del héroe de la independencia cubana frente al yugo español, José Martí y Pérez.

Nacido en La Habana, el 28 de enero de 1853, Martí desde muy joven se dedicó a cultivar una esmerada educación. Estando vinculado a la escuela, en su casa le encontraron una carta donde criticaba a un amigo suyo por sus simpatías con los españoles, por lo cual fue estigmatizado, detenido y deportado a España. En ese país se vinculó a las universidades de Madrid y Zaragoza, donde se graduó en Filosofía y Letras en la primera, y en Derecho en la otra.

De regreso visitó varios países de América Latina. En el proceso de formación de su pensamiento libertario, Martí albergó desde muy joven la idea no sólo de alcanzar la independencia para su patria, sino la de todo el continente. “La patria es América” fue una de sus consignas memorables, en las que mostraba ya la profundidad de su empeño independentista.

Como revolucionario, tuvo un profundo sentido de la misión de su vida, la que estuvo por entero vinculada a la independencia de Cuba y no se desvió ni un solo instante de ese camino. Esa determinación le valió incomprensiones, ingratitudes, traiciones y hasta la propia estabilidad de su hogar.

Visionario

La vida de Martí sorprende, aún hoy, a propios y extraños. En el continente americano se le conoció como escritor, maestro, periodista, corresponsal en el exterior, traductor, dramaturgo, poeta, biógrafo, crítico de arte, diplomático, y en últimas como revolucionario y excelente conspirador contra los verdugos que oprimían la amada patria, papel esto que desempeñó como admirable estratega militar.

Entre sus compatriotas, se destacó por la utilización en sus escritos de un lenguaje cargado de símbolos, rodeado de cierto misterio, incomprendido por muchos, pero que lo muestran en una doble circunstancia de visionario, y de hombre de su época.

Impresiona, en este sentido la actualidad de sus conclusiones, que lo proyectan en una especie de tiempo presente para cualquier generación posterior a él. En su labor cotidiana, Martí era un hombre que expresaba profundo amor por los niños, por la gente buena del pueblo, las mujeres y los ancianos. Conoció la mediocridad y la traición y supo de las alegrías y las penas del alma humana.

Combinando estas facetas, daba importancia primordial a la labor de alfabetización y educación de toda la sociedad. “Ser culto es el único modo de ser libres”, indicó en forma clara en uno de sus escritos, y concluyó: “América debe salvarse por la educación, pues es su único camino para llegar al progreso y a la unidad por la que tanto lucharon los libertadores y han anhelado los grandes pensadores y políticos para alcanzar la integración latinoamericana”.

Renovada vigencia

El teólogo Frei Betto dice en este sentido que “Martí señaló que un humano es un ser cultural y espiritual y esto depende de la formación básica de la persona, del cultivo de valores, del idealismo de las convicciones y prácticas altruistas”.

Para Armando Hart Dávalos, un sólido intelectual cubano, que ha dedicado gran parte de su vida y de su trabajo político a profundizar en el estudio de la obra del Apóstol, “el pensamiento de José Martí adquiere renovada vigencia, porque representa la cúspide de un legado cultural, político, social y filosófico orientado hacia los intereses de ‘los pobres de la Tierra’”.

Como el legado martiano se orientó también hacia los intereses más esenciales de la humanidad, dice Armando Hart, constituye “obligado punto de referencia para enfrentar los acuciantes problemas globales de la civilización actual, por parte de todos aquellos preocupados hoy por su incierto futuro”.

Consecuente hasta el final

Otros estudiosos de la obra del mártir de la primera independencia cubana, dicen que Martí, a pesar de haber vivido apenas 42 años, dejó una obra impresionante y se ganó los mayores reconocimientos y elogios como escritor, poeta, organizador político y revolucionario. En la praxis de su trabajo conspirativo fundó el Partido Revolucionario Cubano como el instrumento mejor perfeccionado para el trabajo insurreccional, y fue este organismo el que a la postre declaró la guerra contra el dominio español.

En su visión universal de la lucha por la independencia de los pueblos, Martí fue un declarado admirador de la obra de Simón Bolívar, el libertador de cinco repúblicas del subcontinente. En su obra “Tres héroes”, Martí dice de Bolívar: “Ganó batallas sublimes con soldados descalzos y medio desnudos. Todo se estremecía y se llenaba de luz a su alrededor. Los generales peleaban a su lado con valor sobrenatural (…) Jamás se peleó tanto, ni se peleó mejor, en el mundo por la libertad. Bolívar no defendió con tanto fuego el derecho de los hombres a gobernarse por sí mismos como el derecho de toda América a ser libre. Los envidiosos exageraron sus defectos (…) murió de pesar en el corazón, más que de mal del cuerpo”.

José Martí, fiel al compromiso por la independencia de su pueblo, después de varios episodios de exilio, de lucha por la unidad de las fuerzas patrióticas, participó en la guerra de independencia y murió, en una emboscada que le tendieron las tropas españolas, en la localidad de Dos Ríos, el 19 de marzo de 1895.

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