Luis Britto García
1 En 2012 el asesor de guerra sucia electoral J.J. Rendón aconsejó centrar la propaganda en un tema: la inseguridad. Los medios opositores obsesivamente reseñaron crímenes horrendos y divulgaron cifras de muertes violentas que confundían tendenciosamente homicidios y accidentes de tránsito o laborales.
En el cierre de campaña el candidato opositor clamó: “Que cese la violencia”. A pesar de que el estado que él gobierna presenta el mayor índice delictivo del país, seguido por los de otros estados administrados por la oposición, la estrategia rindió dividendos.
2 Toda la campaña opositora se fundamenta en un trabajo del Instituto Nacional de Estadísticas (INE), Encuesta Nacional de Victimización y Percepción de Seguridad Ciudadana 2009 (Caracas, mayo 2010), el cual no registra homicidios ni delitos reales sino la percepción de una muestra de 5.496 hogares con 16.419 personas, cuyas respuestas se extrapolan como válidas para representar a 28.946.101 venezolanos. ¿Son las encuestas método confiable para decidir quién será Presidente de la República o el número de homicidios?
3 A juzgar por los resultados electorales, no. Y menos si sus métodos suscitan sospecha y sus conclusiones asombro. La página 67 de la encuesta del INE cuenta un “total de delitos reportados” de 21.132 homicidios en 2009; la página 68 registra 19.113 víctimas de ellos ¿Cómo 21.132 homicidios causan apenas 19.113 víctimas? Sólo la matemática del INE podría explicarlo. Allí mismo dice que de esos 19.113 homicidios, 3.151 nunca fueron denunciados ¿En qué cabeza entra que la sexta parte de crímenes tan graves y notorios como asesinatos no sea denunciada? ¿Y por qué ante el encuestador sí se los denuncia?
La misma página 67 nos asigna una tasa de 75,08 homicidios por cien mil habitantes ¿Es concebible que casi cuadrupliquemos los 22,7 de México o los 21,0 de Brasil y que dupliquemos ampliamente los 31,4 de Colombia, que un año antes presentaba 61,7847 homicidios por cien mil personas? ¿Si los tres miembros encuestados de una familia reportaron un mismo homicidio, éste fue registrado como un solo delito o como tres? ¿Y por qué la encuesta inquiere tendenciosamente si las muertes son causadas por las FARC o por el ELN, o si el entrevistado desconfía de los Tribunales? ¿Trata de probar la aserción imperial de que Venezuela es la base de los rebeldes colombianos, o de que nuestros juzgados deben ser suplantados por la Corte Interamericana de la OEA?
4 ¿Y las cifras reales de homicidios? Inútilmente consultará el lector los informes de la Fiscalía o de la Defensoría del Pueblo: presentan sólo cifras totales de delitos, como si fueran lo mismo asesinatos que amenazas o arrebatones. GIS XXI apunta que entre 1990 y 2000 la tasa promedio de delitos fue de 1.163,2 por cien mil habitantes, y entre 2000 y 2008 disminuyó hasta 954,3, pero tampoco distingue entre tipos de delitos. La campaña opositora se basa en la encuesta de percepción del INE y fuentes hemerográficas interesadas en exacerbar el pánico. Consulté a altos funcionarios; ninguno me ha proporcionado cifras reales y fácticas de homicidios.
5 No podremos enfrentar la inseguridad mientras el tema se reduzca a encuestas de percepción que alimentan el pánico mediático y a pánicos mediáticos que exacerban la percepción en las encuestas. Percepción no es lo mismo que victimización. Según Latinobarómetro, en Venezuela 27% de los encuestados en 2010 dijo haber sido víctima de delitos, pero el 64% afirmó que la inseguridad es el primer problema: la percepción de ésta superaba al número de delitos reales en 37%, y casi lo duplicaba. Compilemos las cifras verdaderas, obremos en consecuencia y divulguemos eficazmente las medidas tomadas para garantizar la paz y la vida. Encuestas certeras no aseguran la elección correcta, pero falsas encuestas aseguran una elección equivocada.
