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Industria colombiana, de capa caída

Carlos Fernández*

Los resultados de la última Encuesta Mensual Manufacturera (EMM) presentados por el DANE dan cuenta de una importante desaceleración del crecimiento de este sector económico, producto, en gran medida, de la despreocupación oficial por los sectores clave de la economía, generadores de riqueza y empleo, como son la industria y la agricultura. La primera no figura entre las «locomotoras» seleccionadas en el Plan de Desarrollo para jalonar la prosperidad y la segunda ha presentado, por su parte, un pobre comportamiento antes y durante el gobierno de Santos.

Mujeres trabajando -Economía

Las dimensiones de la caída se muestran en las siguientes cifras: entre marzo de 2012 y el mismo mes de 2013, la producción industrial real disminuyó 11,2% mientras las ventas reales de productos industriales descendieron 11,9%. El decrecimiento se presentó en 40 de las 45 clases o grupos en que se clasifica la industria para efectos estadísticos. Las repercusiones de este fenómeno sobre el empleo no se han hecho esperar. Entre las dos fechas señaladas, el empleo total en la industria manufacturera disminuyó en 2,2%, cifra que se descompone en un crecimiento del 0,4% de la ocupación del personal de empleados y una disminución del 3,4% en la ocupación del personal de obreros.

A este respecto, la pregunta que conviene hacer es si éste es un fenómeno coyuntural o si apunta a una situación de crisis más permanente de la industria colombiana en el inmediato futuro.

¿Contracción coyuntural o crisis?

Un analista de Global Securities, Daniel Escobar, señala que la enorme contracción de la producción y de las ventas industriales pudo tener como causa el hecho de que la Semana Santa cayó en marzo y espera un repunte importante para abril (véase El Espectador, mayo 20 de 2013). O sea que el fenómeno sería simplemente pasajero. No obstante, desde la publicación de las cifras sobre el comportamiento de la economía en 2012, se viene observando que la industria asentada en Colombia pasa por un momento de disminución de su ritmo de crecimiento.

Como se recordará, el producto industrial presentó un descenso de 0,7% en el año 2012, respecto a la cifra alcanzada durante 2011. Esta situación se mantiene en el presente año, toda vez que la disminución de la producción industrial durante el primer trimestre del año fue de 5,8% y la de las ventas alcanzó el 5,9%.

O sea que estamos abocados a una situación que, si bien los técnicos no denominan todavía de crisis, tiene ribetes de tal en razón del carácter persistente que vienen adquiriendo estos indicadores.

¿En dónde están las causas?

La publicación casi simultánea, por parte del DANE, de las cifras de comercio exterior al finalizar marzo permite visualizar un elemento causal de la contracción industrial que, a su vez, incide en el propio comportamiento del intercambio comercial con el resto del mundo. En efecto, al finalizar el primer trimestre, importaciones y exportaciones presentaron descensos más notorios que los de la propia producción industrial.

Mientras las exportaciones disminuyeron 20% entre el mes de marzo de 2012 y el mismo mes de 2013, las importaciones lo hicieron en un 10,3%. Durante el trimestre enero-marzo, las importaciones siguen teniendo un comportamiento más dinámico que las exportaciones. En el caso de las importaciones, su crecimiento fue del 1% respecto al primer trimestre de 2012, mientras que las exportaciones disminuyen 9,5% entre los dos períodos.

Es importante observar que el mayor peso de la disminución de las exportaciones corre por cuenta del sector de combustibles y productos de las industrias extractivas (minería), sector en el que se observan disminuciones de precios que afectan el valor del flujo de estos productos hacia el exterior, lo que significa abaratar el costo de las transnacionales que los utilizan en sus procesos productivos fuera del país y, por ende, desvalorizar los recursos naturales del país.

Los TLC suscritos y, en particular, el firmado con los Estados Unidos, son los responsables, en gran medida, de este comienzo de debacle. El gobierno intenta, con planes como el PIPE, comentado en estas columnas, enderezar el rumbo. El predominio en el campo de la política económica de las concepciones neoliberales no permite esperar, sin embargo, un cambio rápido, y en la dirección correcta, de las tendencias en la producción industrial ni en el conjunto de la economía.

Si consideramos que la disminución de las importaciones no es consecuencia de la asunción por la industria nacional de la producción que se deja de importar sino que ella corresponde a la contracción de la propia actividad productiva industrial, es de esperar, en los meses que vienen, un fuerte impacto negativo de esta situación sobre el empleo, ante el cual las organizaciones de trabajadores deben estar ya preparando sus planes de acción.

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* Investigador del CEIS.

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