jueves, marzo 28, 2024
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Importancia de la publicación de los avances de los diálogos de paz de La Habana

El pueblo se debe apoderar plenamente de estos avances y participar activamente en su consolidación y condensación. Hay que exigirle al establecimiento las garantías mínimas para que el pueblo pueda desarrollar estas actividades con libertad y democracia y sin miedo de ser estigmatizado

Foto: PresidenciaRD via photopin cc
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Nelson Lombana Silva

La noticia principal para Colombia en la semana que culmina es sin lugar a dudas la publicación de los avances o acuerdos que hasta ahora se han cristalizado en el marco de los diálogos de La Habana (Cuba) entre la insurgencia de las FARC-EP y el gobierno del presidente Santos.

Desde un principio el movimiento fariano había insistido en el desarrollo de los diálogos de cara al país, pero el gobierno nacional, en posición por demás torpe, se había opuesto, hasta que seguramente se dio cuenta que le estaba dando toda la gabela a los enemigos de la paz para especular y desinformar en forma aberrante con la complicidad pusilánime de los grandes medios de comunicación.

El movimiento fariano fue claro desde un momento en decir que ni Santos ni ellos tenían la llave de la paz, que la llave de la paz realmente la tiene el pueblo. La afirmación es correcta. En el heroico pueblo cubano se está definiendo el futuro del pueblo colombiano en su conjunto, por lo tanto es elemental, obvio, que esté enterado debidamente sobre lo que se está discutiendo y el alcance de éste.

El gobierno nacional debe garantizar que estos acuerdos parciales lleguen directamente al pueblo y brindar las garantías mínimas para que se haga una discusión e interpretación de dichos acuerdos, de tal manera que se tenga los suficientes elementos para dimensionar los avances, el carácter e importancia de estos, lógicamente en el entendido que nada está acordado hasta que todo esté acordado.

De igual manera, las fuerzas revolucionarias y democráticas se deben prodigar a fondo en la tarea de socialización de dichos avances, por cuanto seguramente el Gobierno intentará por todos los medios impedir que el pueblo pueda tener acceso a esos acuerdos y así poderlos estudiar con base en su propia realidad.

El comandante Pablo Catatumbo califica los avances de “acuerdos modestos”, sobre todo si se entiende que en una democracia medianamente decente estos serían obvios, lo cual indica con suma claridad y crudeza que la democracia en Colombia es de papel, imaginaria, virtual.

No es gratuito que el comandante fariano Pablo Catatumbo llame al gobierno nacional de Santos a asumir una posición clara y consecuente con la paz, posición que debe estar acompañada más de hechos que de palabras: “El gobierno debe ir más allá de la retórica”, dijo.

Esta afirmación del comandante guerrillero tampoco es gratuita. Mientras Santos habla de paz, se empecina en la Organización del Tratado del Atlántico Norte (OTAN), el Comando Sur y guarda absoluto silencio frente a las numerosas bases militares norteamericanas en territorio colombiano. Como dijeran las abuelas: “Le prende una vela a Dios y otra al diablo”.

El gobierno debe comenzar a plantear cómo se va a desmontar la terrible doctrina de la seguridad nacional, como se va desmilitarizar el país, cuál será el verdadero estatuto de la oposición y con qué garantías se va a desarrollar esta difícil, compleja y riesgosa actividad de hacer oposición en Colombia.

Dentro de los acuerdos vale destacar la caracterización del conflicto, el cual no deriva del narcotráfico, sino que deriva de las terribles condiciones socioeconómicas del pueblo colombiano. Se podría decir que el narcotráfico no es una causa, sino una consecuencia de esa terrible desigualdad social y descomposición de la clase dirigente de nuestro país. El pueblo no es narcotraficante, narcotraficante la clase dirigente de esta pútrida oligarquía.

Con todas esas contradicciones, el proceso avanza. Se hace necesario que el gobierno entienda la necesidad del cese bilateral del fuego lo más pronto posible. Hay quienes afirman que el proceso de paz ha entrado en una etapa irreversible y que la discusión radica en las dos concepciones que se tiene acerca de la paz: Para la burguesía no es más que una simple victoria total, mientras que para el pueblo es el resultado de cambios estructurales importantes. Es decir: Santos propugna por una paz sin reformas y el pueblo añora la paz con reformas.

El debate no es de poca monta, porque son dos posiciones diametralmente opuestas. He ahí por qué es importante que se hayan socializado esos avances, porque le corresponderá al pueblo digerir las iniciativas e incidir de alguna manera en su formulación como lo dijo el comandante Pablo Catatumbo.

El pueblo se debe apoderar plenamente de estos avances y participar activamente en su consolidación y condensación. Hay que exigirle al establecimiento las garantías mínimas para que el pueblo pueda desarrollar estas actividades con libertad y democracia y sin miedo de ser estigmatizado y sindicado de terrorista. Para nadie es un secreto que pensar en Colombia es un delito.

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