jueves, marzo 28, 2024
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Imelda Daza, mujer valiente

El atentado contra Imelda Daza, el pasado viernes 6 de mayo son palabras mayores. Un acto criminal, que el Gobierno Nacional minimiza con explicaciones inanes

Imelda Daza
Imelda Daza

Carlos A. Lozano Guillén

El pasado viernes 6 de mayo cuando a las 7 y 30, entrada la noche, un sicario irrumpió en la sede de Sutimac en Cartagena, apoyado desde afuera por otros delincuentes, para atacar un acto presidido por la dirigente de la Unión Patriótica y ex candidata a la gobernación del Cesar, Imelda Daza, con presencia de dirigentes sindicales, militantes de la UP, el Partido Comunista, la JUCO y Marcha Patriótica, ella conservó la calma. Fueron varios los disparos. El sicario disparó contra Donaldo Chisica Franco, escolta del sindicalista y dirigente local de la UP, Manuel de Jesús Fernández Leguia, secretario nacional de Sutimac. Chisica, herido, disparó contra el atacante, mientras los escoltas de Imelda Daza también lo hacían, ello lo obligó a huir del lugar, como lo revelan las fotografías y las grabaciones que quedaron registradas en las cámaras de seguridad de la sede sindical.

En el primer piso se realizaba una reunión con presencia de los dirigentes sindicales Manuel de Jesús Fernández Leguia, Ricardo Escobar Mendoza, directivo Sutimac-Cartagena, Jorge Álvarez Arrieta, presidente de Sinaltrasodexo-Cartagena, tesorero nacional. En la segunda planta, numerosos activistas, escuchaban a Imelda Daza en su labor de pedagogía de la paz que viene adelantando en todas las regiones de la costa caribe.

Desde el año pasado, al regreso de Imelda del largo exilio, se vinculó a la campaña electoral en Cesar como candidata de la Unión Patriótica a la gobernación del departamento, fue como un despertar de la izquierda en la región que años atrás fue copada por la parapolítica y el paramilitarismo que a sangre y fuego persiguió a la izquierda. La campaña abrió una nueva esperanza en tierras vallenatas.

Gobierno minimiza atentado

Pasada la campaña, Imelda, como un ringlete, recorre la costa Caribe haciendo pedagogía de paz, estuvo en la célebre reunión de Conejo en La Guajira, así como en Riohacha, Santa Marta, Barranquilla, Sincelejo y las más reciente en Cartagena, entre otras. En Sucre, en momentos en que adelantaba la reunión con varios activistas, un helicóptero artillado del Ejército sobrevoló el lugar varias veces.

Pero lo del pasado viernes 6 de mayo son palabras mayores. Un atentado criminal, que el Gobierno Nacional minimiza con explicaciones inanes. Para el presidente Santos y el ministro de Defensa, el paramilitarismo no existe, son inventos de la guerrilla y de la izquierda. Son “fantasmas” los sicarios que cometen los atentados y quienes los ordenan. Así será difícil la paz.

Después de varios intentos el viernes en la noche logramos hablar con Imelda. Flavio, su compañero, nos la pasó al celular, escuchamos su voz tranquila y serena cuando nos narró cómo fue el ataque. Es una mujer valiente. Con plena convicción dijo: “Carlos, no nos quepa la menor duda que es un atentado a la paz, quieren sabotear los diálogos de La Habana”. Habló sin desespero pero con certeza. Hay que rodear el proceso y exigirle al gobierno que cumpla con las garantías. Hace varias semanas la acompañamos con Jahel Quiroga a una reunión con Diego Mora, director de la UNP, en demanda de fortalecer su esquema de protección y el de su familia. Hubo acuerdos en ese sentido, pero la implementación de los mismos se demora en la maraña de trámites burocráticos y de los procedimientos legales que dificultan hacerlo con celeridad. Pero los atentados y peligros no dan tanta espera, las órdenes son perentorias y sin trámites. Son criminales que se apoyan en la complicidad de agentes del Estado y en la paquidermia para ejecutar las decisiones.

Imelda lo tiene claro, pero actúa sin temor aunque incrementando los cuidados de seguridad. El sábado 8 de mayo, en Cartagena, compareció ante los medios para hablar del atentado, de las garantías y de la paz, ahora más necesaria que antes, según sus propias palabras. La detención de dos de los sicarios debe conducir a los autores intelectuales sin pérdida de tiempo.

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