lunes, abril 15, 2024
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“Hay que rodear al proceso”

Movilización y unidad es el camino para salir de la crisis e implementar lo acordado en La Habana

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Hernán Camacho

Hay una crisis nacional que se refleja en la polarización de la sociedad, un desajuste de la institucionalidad que se agudizó con el resultado del plebiscito. El secretario general del Partido Comunista Colombiano habló con VOZ de los temas neurálgicos del momento político. Dice que las salidas al atolladero pueden ser los cabildos abiertos y la unidad del pueblo colombiano permanentemente movilizado por la implementación de los acuerdos.

–¿Cómo interpreta la crisis acaecida por los resultados del plebiscito?

–-Veo con preocupación que solo tienen voz los que ganaron el plebiscito y el Gobierno nacional, pero resulta que la votación fue estrecha y que existen seis millones de colombianos que pidieron refrendar e implementar los acuerdos de La Habana, y a ellos no los están haciendo visibles. Pero lo que queda claro es que ni el militarismo criollo ni el fascismo ganaron la guerra el 2 de octubre. El Presidente va tener que tomar la decisión de confrontar la derecha para salvar los acuerdos.

–A propósito de eso, es la derecha la que aparece presentando propuestas para renegociar. ¿Qué tan viable puede ser eso?

–Quieren abrir una tronera para acabar con los acuerdos. De llegarse a ese escenario, espero que no, pues lo lógico es que el movimiento social presente su pliego de peticiones planteando cambiar el modelo económico, social y político que reclama la realidad social de los pobres de Colombia. La Minga Indígena, la Cumbre Agraria, la mesa minero-energética, tienen propuestas listas para presentar a la mesa en la eventualidad de reabrir la discusión de temas inmersos en los acuerdos de La Habana. En eso que llaman pacto nacional se deben incluir las soluciones a problemáticas campesinas o sociales que han traslucido en los paros cívicos, agrarios, en las protestas territoriales. La derecha quiere dañar todo con el pretexto de tener 10 puntos para renegociar.

Pacto social

–Hablemos del pacto nacional y social ¿en concreto qué es?

–Nosotros hablamos de un pacto político nacional y social, que está previsto en el Acuerdo, punto 3.4, que ponga fin al paramilitarismo en todas sus formas, que ponga fin al terrorismo de Estado, fin a la represión y violencia institucional, provea reparación plena a las víctimas, garantía a la verdad histórica y especialmente garantía de no repetición que permita abrir la compuerta de la lucha social y popular en condiciones democráticas.

–¿Qué significado le da a la movilización desde el 5 de octubre pasado?

–La movilización de todos estos días ha sido una respuesta democrática y espontánea que nace desde la juventud que generó un impulso a otros sectores que ya plantean una movilización social de distintas formas y que toma cada día más fuerza. Vale la pena señalar que el movimiento estudiantil es quien prende el motor de la movilización en Bogotá porque expresa lo que siente la sociedad en sus raíces profundas. Mientras se mantenga la crisis en el establecimiento se alimenta la movilización por la paz. En las calles vimos gente que no voto por el sí y que hoy después de ver el engaño, se siente indignada y sale a marchar y a defender los acuerdos.

–El lunes pasado apareció una carta firmada por cientos de empresarios. ¿Cómo la califica?

–Invisibilizan el Acuerdo. Veo a los empresarios con el complejo de Adán, se creen viviendo el primer día de la creación y desconociendo que hay una acuerdo firmado en Cartagena entre el Jefe del Estado y el comandante de las FARC-EP, en presencia de voceros del mundo. Ese acuerdo es una realidad política con efectos jurídicos que no se puede desconocer.

Sectores claves

–Otro sector que juega un papel importante en la crisis son los militares.

–Hasta ahora las Fuerzas Militares han tenido una actitud civilista. En general ha habido un comportamiento cuidadoso y respetuoso del proceso de paz y de los compromisos suscritos por el Gobierno nacional. Llamamos a mantener esa actitud y ojala no tengan eco las provocaciones que vienen desde fuera de las Fuerzas Militares.

–¿Y el papel de la Iglesia católica antes del plebiscito y posterior al 2 de octubre?

–Quedó en deuda la jerarquía católica en Colombia. Hizo oídos sordos a las voces del Vaticano en torno a la paz, no atendió las palabras del papa Francisco. Y eso me permite insistir en el diálogo de cristianos y marxistas, en el diálogo ecuménico, para hacer un llamado a todos los creyentes, a los sacerdotes comprometidos con el pueblo, a quienes profesan la teología de la liberación a que redoblen esfuerzos en la movilización por empujar el tren de la paz.

–¿El papel de la comunidad internacional?

–La comunidad internacional es y ha sido decisiva. Hay que reconocer que ni la comunidad internacional entendía cómo se le preguntaba al pueblo si quería o no la paz. Lo de Santos y su plebiscito fue una aventura que advertimos podía salir mal, y salió mal.

–El premio Nobel, ¿cómo puede interpretarse?

–Es una decisión política de respaldo al proceso de paz. El premio es importante para el momento político que vive el país porque es una patente a la comunidad internacional para seguir acompañando el proceso y no abandonar los roles que está jugando la ONU por ejemplo en el mecanismo de monitoreo y verificación del cese al fuego bilateral y el acompañamiento que viene haciendo en proyectos humanitarios como el desminado, y en general los compromisos adquiridos para la implementación de los acuerdos.

–Volvamos al 2 de octubre. ¿Hubo guerra sucia?

–Hay que decir que no es posible que la derecha cometa delitos electorales, los confiese y nada pase. Esas declaraciones del gerente de campaña del no, dejan sin legitimidad los seis millones de votos que obtuvieron. El engaño no puede pasar de agache, las acciones de la derecha en las pasadas elecciones no puede tener impunidad. Una campaña muy apegada a las tesis fascistas de Joseph Goebbels.

El escenario

–Usted ha sostenido la tesis de que estamos bajo el accionar del Plan Cóndor. ¿En qué consiste eso?

–Es una jugada de la derecha más recalcitrante del continente que, auspiciada por poderes de los Estados Unidos, planea golpes de desestabilización y que en Colombia particularmente está en la idea de sabotear la solución política al conflicto y no permitir que sean implementados los acuerdos. El Plan Cóndor puede pasar del plano de la guerra de la propaganda sucia a la violencia militar. Eso no lo podemos permitir.

–¿Cree que pueden venir provocaciones militares?

–No tengo duda de que se deben tomar las medidas extremas para prevenir acciones violentas del sector militarista. La gran prensa habla de supuestos sectores disidentes de las FARC pero en las Fuerzas Militares sí que hay sectores renegados de la salida política al conflicto, por eso considero importante rodear el proceso de paz, cortarle las alas a todas las posibilidades de provocación.

La salida

–¿Cómo ve la propuesta de los cabildos abiertos?

–Esa figura fundó la República. El plebiscito no es la única figura constitucional que tiene el país para salir de la crisis, un nuevo plebiscito trae riesgos. Los cabildos abiertos están en la Constitución y son una herramienta valiosa para este momento histórico. En los cabildos cabe toda la indignación y abren la posibilidad de hacer efectiva la implementación. Si en los cabildos abiertos recogemos diez millones de firmas ya se podrían implementar los acuerdos.

–¿Hacia dónde se debe enfilar la movilización?

–El llamado es a que el pueblo colombiano no se desmovilice, llamar a la vigilancia del proceso de paz, llamar a la unidad de las fuerzas políticas de izquierda y de las fuerzas sociales de izquierda en un amplio frente por la paz y la democracia, llamar a trabajar por la implementación de los acuerdos y echar andar las fórmulas que sean necesarios para alcanzar ese objetivo. No descartemos el llamado a un paro cívico nacional por la paz como acción de movilización por respetar la firma de Cartagena.

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