jueves, marzo 28, 2024
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Hacia dónde gira el país

Nelson Fajardo

Según los señores de Fedesarrollo, en cabeza de su director Leonardo Villar, la reducción de los impuestos a la nómina y el Plan de Impulso para la Productividad y el Empleo (PIPE) evitaron la tentación de caer en el proteccionismo; pero esas dos medidas no alcanzarán para llegar a un crecimiento del 4,8%, como lo propone el Ejecutivo[1. luicon@eltiempo.com: ´El Pipe evitó la tentación de caer en el proteccionismo’, Portafolio en Economía, lunes 29 de abril de 2013, página 10.]. Si bien las cifras consolidadas del primer trimestre no están completas todavía, la entrevista a Villar nos entrega una panorámica del estado actual de la economía, desde la mirada de una institución al servicio de la alta burguesía colombiana.

Puro rebusque.
Puro rebusque.

Villar afirma que el arranque de la economía fue muy mediocre, ante todo, por las cifras negativas de la industria, la caída del consumo y los problemas sectoriales específicos. Estos tres fenómenos hacen prever que el crecimiento máximo al que llegaremos en diciembre del año en curso será del 3,8%; es decir un punto menos que el cálculo del Gobierno.

Frente a esa baja en el crecimiento, el PIPE jugó un papel protagónico, en la medida que es consistente con las políticas económicas de mediano y largo plazo, por cuanto logró evitar el proteccionismo y la asignación de subsidios masivos, cuyo uso puede conducir a una crisis de sobreoferta en la vivienda, con otras obras de alta ingeniería civil en paro.

En cuanto a la tasa de cambio, es claro que los bienes importados fueron comprados y han elevado la tasa de inversión doméstica, pero tiene una franja que se alimenta normalmente de esos recursos. Estos encuentros reducen costos de producción pues reciben recursos relacionados con el cansancio del modelo que requerimos en la guerra. Todo lo anterior presiona que las materias primas mejoren su participación real como las estimuladoras del crecimiento. Desde luego que ese bajo estímulo por la vía de las exportaciones viene señalando la crisis del modelo agroexportador.

Tres fenómenos

Pero volvamos a los tres fenómenos antes señalados. La baja abrupta del crecimiento industrial. El asombro de coyuntura frente a ello no justifica, pues quienes hemos sido antineoliberales consecuentes llevamos varios lustros indicándole a la opinión pública la inconveniencia de esas exportaciones, pues las tasas de cambio bajan por el crecimiento, dejan altos recursos en moneda extranjera y se impone importar a precios bajos.

La productividad (Pr) es la relación entre los logros alcanzados (L) y los costos exigidos (k) Pr= L/k, explicable en nuestro caso, no tanto, por una amplia importación de medios de producción modernos, que impacten y eleven la escala productiva, sino por el creciente deterioro de la calidad del trabajo, que lo torna indigno, y contribuye a la reducción de los costos de producción, acompañada de una compra de bienes de capital (c) muy baja.

Por su parte, la caída del consumo tiene que ver con la tendencia permanente a la reducción del consumo directo de la población, no solo por los bajos ingresos, sino también por el encarecimiento del fondo alimentario, que obliga a una importación de bienes de consumo directo cara, mientras que los precios de las materias primas bajan. Volvemos así a la famosa tijera de los precios: materias primas baratas y bienes de consumo directo con precios altos; esto sin referirnos a la falta o nula importación de bienes de capital, que ayudarían a fortalecer y mejorar la escala productiva.

Estancamiento

Se confirma un estancamiento, que derivará en una crisis de sobreoferta de servicios, salarios nominales bajos y canasta familiar alta. El “mercado persa” empieza a institucionalizarse, acabando con la producción nacional, lo que nos torna más vulnerables a las inestabilidades de la economía mundo.

El tercer fenómeno ligado a los problemas sectoriales específicos, tales como la decadencia del sector agropecuario, como lo mostró recientemente la crisis cafetera, acompañada de la crisis del transporte de carga pesada, entre otros sectores, anuncian el impacto que tendrán los TLC firmados por el Estado y los gremios del capital, pero también la recomposición regresiva que viene sufriendo el conjunto del aparato de reproducción socioeconómico.

La economía colombiana gira, entonces, hacia una situación de corto plazo de obnubilación por el crecimiento del circulante y un consumo directo desaforado en los mal llamados sectores medios, acompañado de un bajo consumo en capital constante de alta calidad productiva. Si bien el “papá” Estado todavía no aparece para salvar el capital de sus desmanes en la circulación, pero con una productividad sin amplio soporte en recursos, también es bueno estar preparados para un posible colapso económico.

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