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Frente a la crisis: unidad y movilización

Se precisa de una plataforma de lucha o pliego nacional y dar pasos organizativos conformando las coordinaciones sociales y políticas en el ámbito local, regional y nacional en la vía de elaborar planes de acción acordados colectivamente que den un sentido de proceso.

Centrales obreras preparan movilizaciones. Foto archivo.
Centrales obreras preparan movilizaciones. Foto archivo.

Luis Alberto Vanegas Z.

Recibimos 2016 en medio de la profundización de la crisis expresada en la desaceleración económica, petróleo por debajo de U$30 barril, caída en las bolsas, aumento de guerras, mayor desigualdad como consecuencia del fracasado modelo neoconservador. Nos debatimos en medio de crecientes contradicciones en todos los órdenes a pesar que decían tener blindada la economía. En estas condiciones el hecho político más trascendental es el proceso de paz con las FARC y la apertura de diálogos con el ELN en la búsqueda de resolver el histórico conflicto social y armado.

Partimos de resaltar que el pueblo colombiano nunca descansa de protestar por las más diversas motivaciones. 2015 no fue la excepción. Vivimos el paro nacional de los educadores, las luchas campesinas e indígenas, del sector salud, la pequeña minería, la movilización estudiantil, la movilización por la paz con justicia social, entre otras, que por falta de articulación no lograron convertir la inconformidad en una verdadera oposición política que derrote las imposiciones del régimen y por esta vía defienda los intereses de la clase trabajadora.

Aprovechando las vacaciones, el gobierno de Santos continuó ejecutando medidas económicas y políticas del Plan Nacional de Desarrollo contra los trabajadores, adelantó la farsa de la concertación tripartita sobre el salario mínimo, imponiendo por decreto una actualización que golpea el poder adquisitivo de los salarios en medio del aumento del costo de la canasta familiar; aumentó el costo de la energía y de los impuestos de automotores; anunció el incremento del IVA al 19%; y, pretende mantener la política de precios altos en los combustibles, bajo las directrices de la OCDE, el BM y el FMI; presentará al Congreso nuevas reformas: tributaria, pensional y laboral.

Transcurridos 25 años de la ofensiva privatizadora, el movimiento social y político ha resistido sin conseguir derrotar las imposiciones del régimen político tradicional, viviendo etapas de flujo y reflujo como resultado de la dispersión tanto programática como organizativa, sin configurar un bloque popular que realice cambios para la construcción del nuevo país.

Se han acumulado éxitos y derrotas que ameritan el análisis para encontrar las razones de la dispersión en las luchas, que ha permitido a la clase gobernante refinar sus métodos de dominación y la gradual implementación de las diferentes etapas del modelo de explotación.

La venta de Isagén en una supuesta subasta y el pírrico incremento del mínimo, aprovechando la inexistente convocatoria a la movilización, demuestran que adelantar la oposición por redes virtuales, comunicados y declaraciones en los medios informativos, son expresiones que no reemplazan a la movilización de masas ni a la protesta social en las calles. Estos nuevos golpes indican que las organizaciones llamadas a derrotar las pretensiones del régimen se encuentran en medio de una crisis política e ideológica que les impide tener capacidad de convocatoria para desarrollar acciones contundentes de resistencia. Simultáneamente se evidencia cómo algunos sectores pretenden suplantar el protagonismo del pueblo arrogándose campañas que privilegian el marketing electoral a caudillos en beneficio de intereses electoreros.

Es urgente retomar mecanismos de coordinación amplia y unitaria con presencia de todos los afectados por el modelo y el régimen, para enfrentar la pretensión de cooptación política e ideológica de quienes pretenden aparecer como opositores al gobierno, cuando han sido los primeros privatizadores y promotores de la violencia política.

Recordemos que el proceso electoral de octubre de 2015, más allá de su antidemocracia dejó profundas lecciones a la izquierda porque como resultado de la división se fortalecieron las posiciones oficialistas. Esto debe llevar a una profunda rectificación en el accionar político y social de todas las expresiones que actúan en el campo democrático y revolucionario. Un aspecto a resolver es la definición de escenarios de articulación de las luchas sociales y de oposición a las políticas y medidas gubernamentales, para lo cual se precisa de una plataforma de lucha o pliego nacional y dar pasos organizativos conformando las coordinaciones sociales y políticas en el ámbito local, regional y nacional en la vía de elaborar planes de acción acordados colectivamente que den un sentido de proceso. Para ello proponemos un encuentro nacional de organizaciones sociales y políticas que permitan fortalecer la capacidad de convocatoria y movilización.

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