martes, abril 16, 2024
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Francotirador: Islamofobia en los premios Óscar

La película de Clint Eastwood, de una fina manufactura, como otras suyas anteriores, es sin embargo una apología de la guerra y del intervencionismo norteamericano, que justifica el exterminio de los pueblos árabes

Francotirador 2
Bradley Cooper, en el papel de francotirador, dirigido por Clint Eastwood.

 

Ricardo Arenales

La cinta Francotirador, estrenada la semana pasada en las salas de cine de Bogotá, muestra las repetidas incursiones de un grupo élite del cuerpo de Marines del ejército de los Estados Unidos sobre territorio de Irak, después de los sucesos del 11 de septiembre de 2001.

El héroe de la historia es el soldado Chris Kyle, en realidad un hombre de clase media norteamericana, que obsesionado por la idea de defender a los Estados Unidos de una supuesta amenaza externa, se alista en el cuerpo de Marines del ejército de los Estados Unidos. Y tras un exigente entrenamiento, termina destacándose como experto francotirador.

Su primera misión es en territorio de Irak, después de los acontecimientos del 11 de septiembre de 2001 contra las Torres Gemelas de Nueva York. Y en su primera misión como experto tirador, acribilla a un niño de apenas ocho años, que supuestamente pretendía accionar un explosivo contra los americanos que ocupan su país.

A lo largo de su trabajo como francotirador, Kyle asesina, una a una, de la manera más fría, con armamento de última generación, a 255 personas. Los despedaza con su fulminante munición. Y el soldado cuidadosamente entrenado para combatir al enemigo, se transforma paulatinamente, ante los ojos del espectador, en un psicópata, con una mente enferma, asediada por miedos internos, por persecuciones, y por los remordimientos de su conciencia.

Una de las misiones de Kyle se realiza en Faluyah, una ciudad que durante la ocupación de tropas norteamericanas fue virtualmente arrasada. Para aniquilar a la población, la aviación de los Estados Unidos utilizó bombas de fósforo blanco, que queman vivas a las personas, y otras armas prohibidas por los acuerdos de Ginebra sobre la guerra. Pero esto no lo muestra la película.

Apología de la guerra

Por sus virtudes de tirador, Kyle se convierte en un héroe para los Estados Unidos. La película, en realidad es una cinta de guerra que reproduce el manido cuento de la lucha entre los buenos y los malos. Desde luego, los buenos son los norteamericanos. Los malos son los demás. En los manuales de torturas de la CIA, revelados hacia finales del año pasado y comentados en este semanario, a todos los musulmanes, por el solo hecho de serlo, se les califica como ‘enemigos’.

La cinta desarrolla este argumento. Los pueblos musulmanes son potenciales enemigos de la democracia americana. La cinta es una apología de la guerra, del odio racista, de la islamofobia. Michael Moore calificó de “cobardes” a los actores que la protagonizaron.

Dirigida por el talentoso Clint Eastwood, y protagonizada por Bradley Cooper en el papel del francotirador, la película ya tiene seis nominaciones al Oscar de la Academia de Hollywood, entre ellas a la categoría de mejor película. Es curioso que Eastwood, que ha dirigido películas de amplia dimensión humana, algunas de ellas, como Los puentes de Madison, verdaderos poemas al amor, se haya inclinado por este tipo de argumento.

“El Francotirador es arte, pero también es munición. El derecho a la expresión creativa debería ser atemperado por la responsabilidad”, ha dicho, comentando la cinta, el profesor Khaled A. Beydoun, docente asistente de la Universidad de Barry y destacado activista de derechos humanos.

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