Tiene 88 años pero en realidad permanece en una eterna adolescencia y su pintura muy poco reconocida posee un lenguaje propio.
Armando Orozco Tovar
Trabaja con pintura industrial acrílica sobre cartón o lienzo, creando floras, mercados populares y paisajes campesinos. Se mueve entre un lenguaje figurativo y abstracto de gran colorido que llama “Floramas”, aunque también en ocasiones hizo murales donde los trabajadores aparecen con gran fuerza como el mural en el Instituto Cultural León Tolstoi, titulado: “Marcha patriótica”.
Fernando no sólo es un artista con esta clase de temas, y sus cuadros poseen la fuerza del color reconocido por Alejandro Obregón, el pintor, que abrió las puertas a la modernidad pictórica del país, quien dijo: “Oramas, el mejor colorista de Colombia”. Por su pintura pasa con maestría toda la gama de sepias y los colores del círculo cromático.
El pintor bogotano estudió en la antigua escuela de artes de Bogotá, yéndose para México muy joven, como lo también lo hizo por aquella época de los finales de los cuarenta y y principios de los cincuentas el escritor Manuel Zapata Olivella y otros escultores, fotógrafos y poetas trashumantes, que fueron a estudiar al país azteca. Oramas narra que colaboró en la realización de murales de Siqueiros, denominándose el mismo “como sicario de Siqueiros”. Igualmente rondó cerca del yate Granma que salió en expedición libertaria a Cuba.
El pintor mira hacia cielo bogotano esplendoroso por su azul grisáceo, que envidiaría Van Gogh. Y comenta: “Mira esa nube blanca en medio de aquel azul, y esa otra al lado de las grises…”. Indudablemente en ese instante el pintor está creando en su imaginación su próxima “Florama”, como llama sus paisajes porque las ganas de pintar aún no se le quitan.
La tarde avanza con él, que no pierde nunca su buen humor ni la memoria. Porque mientras camina dándole vueltas al hermoso lugar cercano donde habita con su esposa y sus dos hijos, dice poemas recordando a Manrique: “Nuestras vidas son los ríos que van a dar a la mar”… Que para Oramas, el pintor olvidado de la plástica colombiana, aún está lejos.
