jueves, marzo 28, 2024
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Extraordinaria brigada de VOZ en Doima (Tolima)

Por Nelson Lombana Silva

“Compremos dos ejemplares, mija, porque este periódico es muy importante”, le dijo a su esposa, un habitante del corregimiento de Doima, municipio de Piedras (Tolima), relata Danilo López Carrero, durante la brigada realizada el día inmediatamente anterior en este caserío ubicado al norte del departamento y en medio de la inmensa llanura. “Yo vendí todo, hasta el mío”, dijo el compañero Gilberto Salinas Novoa, al hacer el balance de la extraordinaria jornada de venta y difusión del semanario VOZ La verdad del pueblo.

Comunidad de Doima compra y lee VOZ La verdad del pueblo. Foto Nelosi.
Comunidad de Doima compra y lee VOZ La verdad del pueblo. Foto Nelosi.

Llegamos después de las dos de la tarde bajo un sol espléndido al lugar del bloqueo a los vehículos de la transnacional Anglo Gold Ashanti, prácticamente a la entrada del corregimiento de Doima, municipio de Piedras. Nos saludaron con alborozo y nos invitaron a almorzar. Salinas se bajó del carro con un abultado número de ejemplares, anunciando que el periódico tenía un artículo sobre la lucha que vienen desarrollando. La gente reaccionó con entusiasmo y los que tuvieron el dinero lo compraron inmediatamente.

Mientras Salinas y López se veían “a gatas” vendiéndolo, yo entregaba 20 copias sobre dos artículos publicados en la página web www.pacocol.org. “Unos periodistas vinieron, nos entrevistaron y pasaron la noticia a favor de la transnacional Anglo Gold Ashanti”, dijo el concejal. “La explicación es sencilla – le dije – ellos son comprados por la transnacional y nosotros estamos comprometidos con las luchas populares del pueblo como esta. Esa es la razón”.

Comencé la charla sobre el significado histórico de la protesta y la resonancia que esta tiene en el departamento y en el país, el peligro de extinción del agua y la justeza de la lucha. No pude terminar ésta. Un joven habitante se presentó informando que el comandante de policía del distrito venía con toda su “gallada” y con funcionarios de Anglo Gold Ashanti. Que venía a recolectar información para “justificar” después la presencia del ESMAD y que, por lo tanto, la estrategia consistía en dejarlos pasar, negar que se le estaba obstaculizando el paso a los de Anglo Gold Ashanti y que una vez se fuera el comandante se continuaba con la tarea trazada.

La propuesta dividió a los numerosos participantes de la pacífica protesta. Cuando el concejal concedió el uso de la palabra para opinar sobre su “genialidad” tomé la palabra y dije: “Compañeros: La policía hace rato sabe qué estamos haciendo aquí, quienes estamos, qué comemos, etc. Esto que va a hacer el comandante de policía es lo que se podría llamar “ablandamiento”, intimidar, hacer terrorismo de Estado. Opino que hay que radicalizar la resistencia y no dejar pasar un solo funcionario de la multinacional Anglo Gold Ashanti. Esta es una protesta pacífica, justa y está dentro de las normas constitucionales, ¿Por qué temer? ¿Cómo vamos a desmoralizar a las personas que llevan más de 15 días con sus noches haciendo resistencia aquí?”.

Una mujer flaca con pantalón corto se acercó y dijo: “No hay que echar para atrás, vamos para adelante”. Todo el conglomerado la apoyó. Una vez apareció un carro con vidrios polarizados todos saltamos a la vía y nos entrelazamos dando la espalda y guardando silencio. Silencio que interrumpió el compañero Danilo López, usando el megáfono: “No tengan miedo, la policía, dice la Constitución, está para defender a los colombianos y la transnacional Anglo Gold Ashanti no es colombiana, luego, la policía debe estar a nuestro favor”. La gente contestó con aplausos. La tensión bajó un poco.

Varias camionetas policiales hicieron presencia y se ubicaron a 20 metros de la movediza barricada con la bandera nacional. Salimos nuevamente a la carretera y permanecimos allí. “¿Quiénes son los voceros?”, pregunté. “Aquí no hay voceros”, me contestó una mujer joven encaramada en un neumático.

Largo rato permanecimos allí. La policía no se movió del sitio. “Es hora de ir a la brigada”, me dijo Danilo. “Vamos, le damos la vuelta al caserío y hacemos la brigada”, contesté empuñando el megáfono.

Recorrimos el poblado en menos de 45 minutos. Pasamos por el cuartel de la policía, cruzamos el parque principal y regresamos al punto de partida. Yo iba adelante con el megáfono, diciendo: “El semanario VOZ La verdad del pueblo está realizando una brigada nacional de venta y difusión de nuestro periódico. Es un periódico con licencia nacional del Ministerio de Gobierno, lleva más de 55 años de circulación ininterrumpida, registra la versión del pueblo y su director es el compañero periodista, Carlos A. Lozano Guillén”.

Agregaba: “El periódico tiene en esta edición un artículo sobre la lucha de esta comunidad y de los arroceros tolimenses, defiende siempre el medio ambiente, los recursos naturales y está en contra de las multinacionales y transnacionales, en contra de la política de la locomotora minero-energética y se solidariza de verdad con la lucha del pueblo de Doima y Piedras. Saluda la unidad y la resistencia”.

Nadie nos increpó. Nadie nos insultó. Nadie dijo nada en contra del semanario VOZ La verdad del pueblo. Los que no lo compraban eran respetuosos y decentes. Algún argumento sacaban para salir del paso, pero dentro de la extraordinaria cordura. Conclusión: “El periódico se vende como pan caliente, solamente hay que ofrecerlo, por algo elemental: Nadie compra lo que no sabe que existe”.

De regreso, en el punto Buenos Aires, sobre la carretera central, la policía nos detuvo y pidió documentación al esquema de seguridad. Cumplida la misión regresamos sanos y salvos a Ibagué, con la esperanza de hacer una nueva jornada la semana entrante en el perímetro urbano de otra población tolimense.

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