jueves, abril 25, 2024
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¿Esperamos la firma del acuerdo o el genocidio político?

El gobierno erige una paz en donde nadie luche por los derechos y estos sean arrasados para el bien de los bolsillos multinacionales y oligárquicos, una paz para los de corbata, mientras los de ruana morimos lentamente y arrodillados.

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María Méndez
Fundación Colombia Soberana

Estamos, si no en la recta final de los acuerdos de paz en La Habana, si acercándonos a lo que se puede calificar como uno de los diálogos más exitosos entre el Gobierno Nacional y las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia – Ejército del Pueblo FARC-EP.

Se ha avanzado en los temas de Reforma Integral Agraria, Participación Política, Cultivos de Uso Ilícito, Víctimas y Justicia Restaurativa. En el tintero están Fin del Conflicto, el cual tiene avances significativos, y Refrendación.

Pero quedan dos escollos un poco difíciles a resolver: Las salvedades y el paramilitarismo. ¿Qué significa esto para los colombianos, sobre todo si pertenecen a procesos sociales, partidos de oposición, Defensores de de Derechos Humanos y demás sectores de la sociedad que piensan diferente o trabajan fuertemente por la paz con justicia social?

Un breve repaso de los lamentables hechos nos da como resultado un panorama nada alentador. A tan solo 14 días de comenzar el mes de marzo ya contamos 6 compañeros muertos, varios judicializados y un clima de muerte, persecución y terror que despiertan alertas en las organizaciones sociales.

Santos firma en La Habana con la mano izquierda y arrasa en Colombia con sus proyectos y decretos con la mano derecha. Las Zidres, el lamentable estado de la salud, los niños muriéndose de hambre no solo en la Guajira, el salario mínimo (bastante mínimo), la educación pésima y la corrupción de un estado más que ilegítimo, entre otras cosas, tienen al pueblo al borde de la desesperación.

Por otro lado las amenazas, la reorganización paramilitar y los existentes y aún vigentes nexos entre estos y las fuerzas armadas colombianas, el exterminio del opositor que persiste como política de estado y doctrina militar, la hegemonía maldita de los medios masivos de comunicación, los falsos positivos judiciales, la lenta acción judicial contra la oligarquía paramilitar y mafiosa hoy representada por Álvaro Uribe, la arrogancia y la hipocresía de la vieja y rancia oligarquía y la toma lesiva y asesina de nuestras tierras y recursos por parte de la multinacionales y las transnacionales, entre otras cosas, aparecen hoy como peligros para las comunidades, los luchadores sociales y la paz.

El gobierno erige una paz en donde nadie luche por los derechos y estos sean arrasados para el bien de los bolsillos multinacionales y oligárquicos, una paz para los de corbata, mientras los de ruana morimos lentamente y arrodillados. Nosotros le apostamos a una paz para todos, con bienestar, dignidad y verdadera democracia y participación en las decisiones del país que ellos venden pero es nuestro.

Tenemos la esperanza de que esta vez es posible firmar un acuerdo entre las guerrillas y el gobierno, acuerdos que abran las puertas a la posibilidad de que todos construyamos un país a la altura de nuestros sueños y sacrificios, un país para nosotros todos, para nuestros hijos y nietos. Un país democrático, en el que se pueda pensar diferente, en el que al opositor se le debata con la palabra al calor de un café, no con la pistola en el frío de la muerte.

Despierta más grande y fortalecido ese demonio asesino que se ha llevado nuestros compañeros desde las luchas de los años 20, que disminuyó y rompió la Unión Nacional de Oposición UNO, que exterminó a la UP, que persigue, mata, tortura y asesina, que descuartiza y empala niños y mujeres.

¿Qué debemos esperar de hoy en adelante Santos? ¿Nos alistamos para construir país en conjunto? ¿nos preparamos para la muerte y la barbarie del genocidio político? No es tarde para poner en práctica medidas para frenar, contener y desmantelar el paramilitarismo y controlar en terror que producen sectores de las fuerzas militares y de policía. ¡Amarre a sus bestias rabiosas y déjenos vivir!

Estando tan cerca de ese sueño de ver el fin del conflicto armado y trabajar con ahínco y alegría por terminar el conflicto social, no podemos tener miedo. El miedo, al igual que el exterminio debe parar. Desde el 17 de marzo diremos sí a la paz no al exterminio, no podrán matarnos a todos y los que caigamos seremos semillas de un futuro mejor.

Colombia Soberana

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