sábado, abril 20, 2024
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Escuela integral

El semblante es de satisfacción, satisfacción que solo puede salir de donde hay conciencia social y de clase. Es más: Compromiso revolucionario.

Así será el nuevo rostro de la sede departamental de los comunistas tolimenses. Foto Nelosi
Así será el nuevo rostro de la sede departamental de los comunistas tolimenses. Foto Nelosi

Nelson Lombana Silva

La refacción de la sede departamental de los comunistas en el Tolima es una realidad. La perseverancia de los compañeros venció las dificultades, demostrando en la praxis que sí se puede hacer cosas de carácter colectivo sin aspavientos ni falseando la verdad.

Queda pendiente el balance celular. Se trata de determinar si los objetivos propuestos se cumplieron en su totalidad o parcialmente. Toda actividad de los comunistas –por insignificante que sea– debe ser evaluada con el sano propósito de encontrar los errores, su origen y, lo más importante, las posibles alternativas de solución. En modo alguno se trata de la flagelación ni, incluso, la autoflagelación. Nada de eso.

¿Por qué los comunistas tenemos como regla de oro el balance crítico y autocrítico de cualquier actividad que hacemos? Porque nos guiamos por la ciencia, la planeación y la organización. Nada se hace al azar. El balance no es para levantar sumarios y colocar a camaradas en el patíbulo. Es para medir el nivel ideológico, político y orgánico.

Esta actividad de la célula “Nelson Castiblanco” se podría catalogar de escuela integral. Integral porque se combinó dialécticamente la teoría con la práctica. Escuela porque se trabajó durante los siete días de labores casi ininterrumpidas temas de tipo orgánico, político, ideológico y cultural, al lado de la actividad de recuperación de la sede.

Platón decía algo así como que el que lee y lee pero no practica es como el que ara y ara pero nunca siembra. ¿De qué sirve una escuela donde se teoriza al ciento por ciento y la práctica al cero por ciento? Una de las ventajas que tiene el pueblo cubano es que por la mañana se estudia como plantar y por la tarde se está practicando.

Decía el camarada checoslovaco Julius Fucik, pocas horas antes de ser ejecutado por las horas del fascismo hitleriano: “Solo el comunismo puede salvaguardar el futuro”[1. Julius Fucik. Reportaje al pie del patíbulo. Ediciones Izquierda Viva. Bogotá, abril de 2005. Página consultada 61.].

La construcción y la salvaguarda del futuro que tiene inmerso el comunismo implican teoría y práctica, pero también ética y cultura. Eso significa y presupone de qué debe estar forjado el comunista. El comunista no es cualquier persona, un charlatán, mentiroso, vano, petulante, personalista, engreído y fanático. Un comunista es ante todo humano, sencillo, estudioso, ético, con profunda capacidad de asombro. Un comunista se quita el bocado de la boca para compartirlo, no con un criterio religioso, sino con criterio solidario.

Está dispuesto al sacrificio. Vive hoy pero piensa en el mañana. Enseña con el ejemplo más que con la palabra. Quien tenga dudas sobre estos conceptos bien le serviría estudiar la vida de sacrificio y heroísmo de camaradas ilustres: Marx, Engels, Lenin, Dolores Ibárruri, Ernesto Che Guevara, Julius Fucik, Manuel Marulanda Vélez, Simón Bolívar, Policarpa Salavarrieta, Antonia Santos, José Antonio Galán, Gabriel García Márquez, etc.

El comunismo no es una moda para pantallar. Es un apostolado, es una concepción científica de la vida, de la naturaleza y de la sociedad. Concepción que no se aprende de la noche a la mañana, ni asistiendo únicamente a la academia a ratos hasta conseguir un vano título. Que nadie se llame a equivocaciones y a engaños. El comunismo es acción, movimiento. Es más: Compromiso, lealtad y amor por los demás.

Todos estos valores se trataron de plantear de alguna manera durante estos siete días de lucha y de trabajo de un puñado de compañeros que se atrevieron a darle un rostro distinto a la meca de los comunistas en el Tolima. Terminaron la faena ayer solamente tres: El maestro de la obra, Miguel y Botache. No tuvieron para el almuerzo. Sin embargo, no fue óbice para rendirse, maldecir o frustrarse. Todo lo contrario: El semblante es de satisfacción, satisfacción que solo puede salir de donde hay conciencia social y de clase. Es más: Compromiso revolucionario.

De todas maneras, fue una tarea colectiva, donde cada quien aportó de acuerdo a sus condiciones económicas, políticas e ideológicas. El que no tenía nada, pues lógicamente que no aportó nada. Hubo aportes muy importantes. Fue una escuela integral, no hay duda.

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