miércoles, abril 24, 2024
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Entre la ofensiva laboral, la cooptación y el acomodamiento

Estamos obligados a recuperar los valores y principios de clase, no sólo en el papel sino con el ejemplo que constituye el activo más importante para la reorganización y fortalecimiento de un sindicalismo que logre derrotar el modelo imperante

Mujer trabajadora en fábrica de calzado en Bogotá. Foto J.C.H.
Mujer trabajadora en fábrica de calzado en Bogotá. Foto J.C.H.

Luis Alfonso Velásquez

Ha transcurrido una buena parte de los seminarios planteados por la junta nacional de la Central Unitaria de los Trabajadores (CUT) respecto a los planteamientos hacia el VI Congreso, de los tres sectores que tienen representación en la dirección ejecutiva.

Seguramente habrán recogido parte de los planteamientos que vienen haciendo de manera muy tímida los participantes que no logran aún engullir un mamotreto de cien páginas y, pese al esfuerzo de los seminaristas, la dirección se ve muy lejos de las bases y del querer de los afiliados y, por supuesto, más alejados aun de aquellos que quedaron relegados por la decisión de excluir a quienes logran mantener una organización con menos de 501 afiliados; estos son los invitados a las comisiones de aplausos sin poder ejercer su voto sobre decisiones que harán del inmediato futuro un éxito o una derrota de todo el movimiento sindical.

Ni qué hablar de la CGT y la CTC, más empeñados en desarrollar paralelismo a sus homólogos para sobrevivir así sea de los proyectos de cooperación, cada día más escasos, o de las utilidades que les generan los “contratos sindicales” para desarrollar la labor de capataces de la burguesía y ayudar en la superexplotación de los compañeros que dicen defender (CNT y UTC son marginales).

El momento actual exige que el movimiento sindical abra los debates necesarios para quitar la máscara del régimen en cuanto a los impedimentos para la afiliación a los sindicatos; también se requiere agilizar la posta a una generación que reclama un puesto en su dirección y que representa a miles de trabajadores tercerizados, marginados, sin derecho a negociar; pero sobre todo, hay que lograr la remoción de esos obstáculos que impiden un acercamiento a los millones de personas que hoy no quieren pertenecer a un sindicato porque consideran que son organismos permeados por la corrupción.

Hoy, cuando se hace historia en la construcción de un nuevo país por una parte de la sociedad, el movimiento sindical está inexplicablemente ausente para la inmensa mayoría de la población, a diferencia de otros sectores que ven en las conversaciones de La Habana la posibilidad de avanzar hacia una nueva nación con mayor inclusión y como punto de arranque de la construcción de justicia social.

El Encuentro nacional alternativo, que sesionará los días 11 y 12 de septiembre, debe esforzarse por hacer llegar al VI Congreso de la CUT y a los afiliados de las demás centrales un mensaje que despierte a sus bases en la vía de reconstruir un sindicalismo con vocación de poder y en cuya dirección esté lo más granado de los sectores estratégicos y los sectores políticos comprometidos con la construcción de un nuevo rumbo para Colombia.

Estamos obligados a recuperar los valores y principios de clase, no sólo en el papel sino con el ejemplo que constituye el activo más importante para la reorganización y fortalecimiento de un sindicalismo que logre derrotar el modelo imperante e imponer un estatuto del trabajo acorde con los derechos de asociación, negociación y huelga, elementos rectores de la libertad sindical, hacia un país con democracia y justicia social, motores de una paz estable y duradera.

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