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Eloy Alfaro y Vargas Vila

El homenaje de Vargas Vila al extraordinario líder latinoamericano Eloy Alfaro no solo fue producto de su amistad, sino un testimonio literario, político, al ecuatoriano vilmente asesinado en su patria por defender su gobierno e ideas liberales.

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Eloy Alfaro.

 

Hernán Ortiz Rivas

En el Ecuador, la Colonia perduró con más arraigo que en otros países de América Latina, en su estructura socioeconómica, jurídico-política e ideológica, tanto que hasta fines del siglo XIX aún pesaban en su territorio las instituciones y mentalidades coloniales, respaldadas por la religión católica y su Iglesia, problema histórico robustecido por el gobierno de García Moreno, “el horrible pájaro de la noche”, la “confusa mezcla de sacristán y leguleyo”, como lo llamó Vargas Vila en su libro Históricas y políticas.

Fue necesario el liderazgo de un hombre paradigmático como Eloy Alfaro (1842-1912), dos veces presidente de la República del Ecuador, para obtener un cambio en la modorra colonial ecuatoriana, que impulsara la república hacia la modernidad capitalista, orientada por un liberalismo radical.

Gracias a Eloy Alfaro, el Ecuador se transformó en un Estado de derecho liberal, republicano, democrático, que en su momento garantizaba las libertades públicas y los derechos civiles, con un gobierno laico, separado de la Iglesia católica, una educación libre, costeada por el Estado, que internacionalmente defendía la independencia de Cuba, abogaba por una nueva Colombia, ligada a una confederación hispanoamericana, con los pueblos de Centroamérica.

Sin duda Eloy Alfaro fue el mayor reformador social y político de su patria ecuatoriana, que en la actualidad se encamina por rumbos de inspiración socialista, siguiendo las huellas de este hombre ejemplar asesinado por un grupo de dementes en 1912, guiados por la reacción conservadora de comienzos del siglo pasado.

El héroe idealista

Vargas Vila conoció a Eloy Alfaro y a José Martí en Nueva York al terminar el siglo XIX. Desde ese tiempo, el ecuatoriano era su admirador, tanto que le confió la misión diplomática del Ecuador en Roma ante el gobierno de Italia, en el año de 1897, cargo que desempeñó hasta 1902. La amistad de estos dos hombres fue muy estrecha.

Para Vargas Vila, el asesinato de su gran amigo Alfaro le dolió muchísimo. Al poco tiempo del crimen, escribió una obra consagrada a él, cuyo título es La muerte del cóndor, obra muy bella, salida del corazón de Vargas Vila y de su pluma vindicativa, llena de dolor e ira. Entre Eloy Alfaro y Vargas Vila había más que una amistad, ambos pertenecían al liberalismo doctrinario, de corte radical, inspirado en el pensamiento burgués ascendente y progresista europeo. Los dos estaban comprometidos con los derechos humanos de primera generación, con la búsqueda de la unidad de los pueblos latinoamericanos, y con la democracia de su tiempo.

El homenaje de Vargas Vila al extraordinario líder latinoamericano Eloy Alfaro no solo fue producto de su amistad, sino un testimonio literario, político, al ecuatoriano vilmente asesinado en su patria por defender su gobierno e ideas liberales.

Se trata de una pequeña obra enérgica, vibradora, escrita desde las raíces de la ira. En 28 capítulos, le canta Vargas Vila al héroe Eloy Alfaro, “el hombre símbolo”, el “guerrero apóstol; la encarnación del héroe idealista, en su más prodigiosa y noble realización; solo tres hombres significativos, tres encarnaciones de pueblos, han surgido en América después de Bolívar: Benito Juárez, José Martí, Eloy Alfaro; y a Alfaro le toco ser el último libertador, en un mundo que ha apostatado tan cobardemente de la libertad.

Todo el libro La muerte del cóndor fue elaborado como un poema hermoso para Eloy Alfaro, “el mejor ecuatoriano de todos los tiempos”, como se dijo en una encuesta nacional realizada en su patria hace pocos años. En efecto, Eloy Alfaro fue el gran dirigente del liberalismo, que trazó planes para el desarrollo industrial de su país, mediante reformas encaminadas a romper el viejo sistema clerical-terrateniente, conservador, reformas que buscaban crear una sociedad más abierta, justa, equitativa y democrática fundada en modernas vías de comunicación, carreteras y ferrocarriles, en un educación laica, gratuita, que hizo posible comenzar a construir el Ecuador moderno.

Reformas que Vargas Vila no destacó en su libro porque, repetimos, fue elaborado como un poema al “grande hombre”, al “héroe de la espada”, al “héroe de la idea”, al “libertador”, y “soldador y soñador”.

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