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Elemento de identidad de los comunistas (I): Vigencia del pensamiento bolivariano

“La historia es la interpretación del pasado según los reclamos del presente” F. Pividal.

Simón Bolívar y el joven Carlos Marx
Simón Bolívar y el joven Carlos Marx

Alfredo Valdivieso

Tal vez en los años 1987 ó 1988, en la casualidad de un cumpleaños del camarada Gilberto Vieira, hubo ocasión para conversar sobre un tema apasionante, que igualmente era de los preferidos por Vieira: la vida y obra del Libertador Simón Bolívar.

El 13 Congreso del PCC mandó retomar el pensamiento bolivariano y latinoamericano como elementos de la esencia del partido, máxime siendo Gilberto Vieira White el primer comunista en el mundo que se atrevió a cuestionar la objetividad y el análisis realizado por Karl Marx en su artículo para la Nueva Enciclopedia Americana, escrito en 1858, publicado pero olvidado.

Varios comunistas desde los años 20 del siglo XX reescribieron sobre Bolívar, demostrando las torcidas y descontextualizadas opiniones de la derecha. Julio Antonio Mella y José Carlos Mariátegui analizaron la vida y obra del Libertador. Un comunista (que para la época no lo era aún) que resaltó el nombre de Simón Bolívar fue Pablo Neruda, quien en su Tercera Residencia escribió el hermoso ‘Un canto para Bolívar’. Pero el primer comunista en el orbe en relanzar la inmensa figura del Libertador, oponiéndose y contradiciendo el escrito de Marx y la opinión adversa a Bolívar, fue Vieira, quien escribió la pionera obra Sobre la estela del Libertador.

Hablar con el camarada Gilberto (aunque parezca un anecdotario) fue todo un haz de luz para conocer el trabajo y su contexto; y aunque Vieira por alguna época, en un taller del CEIS se refirió al tema –que fue compilado en un folleto– vale la tertulia.

Un artículo de Marx

Nos comentó del revuelo por la aparición del artículo de Marx. Tras el triunfo de la revolución bolchevique los soviéticos se dieron a la tarea de adquirir todos los escritos de Marx y Engels, y dentro de los múltiples manuscritos apareció el libelo de Marx contra Bolívar. Se escribió por encargo del editor del New York Daily Tribune, Charles Dana, entre septiembre de 1857 y enero de 1858, para ser publicado en la enciclopedia; y pese a los reparos por su liviandad, prejuicios y uso de fuentes exclusivamente adversas, el artículo fue publicado, tanto en inglés como en alemán. Sin embargo, por su poco interés, se convirtió en simple pieza de museo.

Nos contó Vieira que al conocerse el artículo (traducido al ruso y al español por el comunista argentino Aníbal Ponce) se le encomendó la tarea de buscar el libelo. El mismo no figuraba en la biblioteca completa de Marx –en francés– que poseía en Bogotá un camarada de esa nacionalidad, y entonces para verificar que el artículo (aparecido en castellano en la revista Dialéctica, de Buenos Aires, de marzo de 1936) fuese cierto, se le encomendó, en un viaje a Moscú de fines de los 30, verificar su autenticidad.

La delegación colombiana, encabezada por Vieira, constató que efectivamente el ensayo estaba firmado por Marx. Era uno de los 487 artículos (350 con la certeza de la pluma de Marx y los otros elaborados por Engels, pero firmados por aquél, en solidaridad de El General para que su amigo cobrara el trabajo para sobrevivir). Y además se encontraron una carta de Marx a Engels, recomendándole que el artículo quedara en los anaqueles, pues fue escrito pane lucrando.

Es decir: el artículo sí era verídico. Pero además se encontraron con que Aníbal Ponce lo tradujo y publicó como una forma de “venganza histórica” por lo que los argentinos han considerado siempre como el eclipsamiento de la figura del general San Martín por causa de la grandeza de Bolívar.

La época

Pero se daban otros sucesos al momento de la publicación en español. En Europa se había instalado el fascismo. Ezio Garibaldi, nieto del famoso patriota Giuseppe Garibaldi, se había atrevido en el discurso de orden de la Cámara de Diputados de Italia, del 12 de diciembre de 1930, a comparar a Mussolini con Bolívar; en Italia se había traducido y publicado, en 1930, el libro del venezolano Laureano Valenilla Lánz Cesarismo Democrático; y desde la prensa derechista, en especial de la falange española, además de exaltar a Bolívar como autoritario, como una especie de protofascista del siglo XIX, como supuesto ‘hispanista’, se enardeció una fundamental polémica contra Karl Marx, el marxismo y el bolchevismo.

Por eso la publicación del artículo cayó como anillo al dedo en vísperas del alzamiento militar fascista contra la República Española, y el consiguiente inicio de la guerra civil, que fue la “primera batalla de la Segunda Guerra Mundial”. No hay que olvidar que los británicos habían firmado un pacto naval con Alemania en mayo de 1935, en que se vislumbraba ya una campaña conjunta anticomunista, en oposición a los pactos que la URSS había suscrito con Francia y luego con Checoslovaquia para impedir el ascenso fascista y el peligro de guerra; y que Italia en 1935 había agredido a Etiopía.

Pero que además en breve tiempo el anticomunismo y el antisovietismo exacerbados llevarían a la concreción del llamado Pacto Anti Komintern, como una respuesta a la labor de los comunistas por conformar los frentes populares contra el fascismo y la guerra.

Por eso, por el ambiente anticomunista, por las simpatías que en sectores, que aunque se denominaban “demócratas”, generaba el nazismo, en muchos sedicentes periódicos “democráticos”, como El Tiempo, se publicó el artículo de Marx contra Bolívar en la traducción de Ponce. En Venezuela igualmente se lanzó una campaña antimarxista con ocasión del artículo. En Colombia coincidió la publicación con las efemérides que por el centenario de la muerte de Francisco de Paula Santander (que se daría en mayo de 1940) se comenzó a preparar profusamente desde el propio gobierno de Eduardo Santos y su periódico, teniendo como principal portaestandarte a ‘Calibán’.

Diatribas contra Bolívar

El panegirismo hacia Santander incluía desde luego diatribas contra Bolívar; reclamaba de Santander la supuesta paternidad del partido liberal; y lo fijaba como el impoluto “hombre de las leyes”.

Era un escenario montado para rendir tributo al cucuteño, mostrándolo con los rimbombantes epítetos que la historia le ha dado (muchos de ellos simple fantasía) y para el propósito, desde el Ministerio de Educación, se montó una parafernalia no antes vista en Colombia. Se instalaron retratos oficiales del señor Santander, se convocó a concursos de poesía épica en su honor, se le mostraba como el real hacedor de Colombia (la pequeña se entiende, tras 1930) y como el “organizador de la victoria”, y otra serie de elogios.

Frente al cúmulo de alabanzas, el ‘monstruo’ Laureano Gómez, jefe de la extrema derecha colombiana, instigador posterior de la policía chulavita, inspirador de la política de “a sangre y fuego”, comenzó a escribir –con el seudónimo ‘Cornelio Nepote’– desde el 2 de febrero de 1940, una serie de artículos para bajar del pedestal a Santander, en editoriales en su periódico El Siglo que continuaron durante el año y que luego serían compilados en libro con el nombre de El mito de Santander.

En dichos escritos, además de desnudar las mezquindades de Francisco de Paula, y de mostrarlo como lo que realmente era, se daba a Simón Bolívar la aureola de godo del siglo XIX, de autoritario y dictador; de católico acérrimo y otras perlas más, que en ese momento, desarrollo de la II Guerra Mundial y casi víspera de la agresión nazi a la URSS, tenía una intencionalidad clara, pues reeditaba el supuesto hispanismo de Bolívar.

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