martes, abril 23, 2024
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Elecciones en Uruguay: La ‘revolución inteligente’

Los uruguayos irán a las urnas el próximo 26 de octubre, para decidir con su voto la continuación de un proceso de reformas sociales o el regreso a una maquillada fórmula centroderechista que significa volver a un pasado de privilegios para la burguesía de ese país

Alberto Acevedo

La gestión de los gobiernos del Frente Amplio en Uruguay, que han cumplido una década, se inscribe en el proceso de transformaciones democráticas que vive un conjunto de países de América Latina, como Venezuela, Ecuador, Bolivia, Chile y Nicaragua.

Por eso, frente a la retoma de iniciativas por parte de las burguesías nacionales de cada uno de estos países, en los procesos electorales que se han registrado en las últimas semanas, se pone en juego la continuación del curso de las reformas sociales avanzadas, o el regreso a los privilegios de los sectores oligárquicos que han manejado los destinos de esas naciones a lo largo de decenios, con el apoyo de los principales centros de poder occidentales.

El Frente Amplio de Uruguay tiene un importante saldo de realizaciones que mostrar, especialmente en el campo agrícola. Con apenas 3,4 millones de habitantes y una extensión territorial de 176.215 kilómetros cuadrados, el país, en dos lustros, ha dado un gigantesco paso adelante, que algunos califican como ‘la revolución agro-inteligente’.

Bajo la gestión de tres gobiernos de izquierda, se convirtió en uno de los mayores exportadores de alimentos en el mundo, en proporción a su tamaño y población. En ese lapso pasó de producir comida para nueve millones de personas a alimentar a 28 millones en este año. Su meta es llegar a nutrir a 50 millones de seres humanos.

Economía familiar

Uruguay es hoy el segundo exportador de lana en el mundo. Es el segundo exportador de celulosa, el quinto en la producción de lácteos y el sexto exportador mundial de arroz y carne. Elevó en un 54% su producción interna de lácteos, sin deforestar ni dañar el medio ambiente, gracias a una constante tecnificación del uso del suelo.

Es de destacar que estos avances se han dado tomando como eje el desarrollo rural, con políticas dirigidas a favorecer la economía familiar, la adaptación al cambio climático y la capacitación de la gente en materia de gestión de suelos. Uruguay tiene el mayor índice de investigación y desarrollo agrario en América Latina, la mayor tasa de electrificación rural, y es el único país en el mundo que ha cumplido el programa “un niño, una computadora”. Y todo esto, sin anular la iniciativa privada.

Las políticas neoliberales puestas en marcha por gobiernos anteriores, sumadas a la crisis global del mercado, produjeron un colapso en la economía uruguaya, que llevó en 2002 a unos 300 mil ciudadanos a abandonar el país, en tanto que la tasa de suicidios llegó al 12,5%.

Contra esas políticas neoliberales se alzó el Frente Amplio, que en 2004 ganó las elecciones con el médico Tabaré Vásquez, quien asumió por primera vez la presidencia a nombre de la izquierda democrática, poniendo fin a 200 años de gobiernos oligárquicos. La coalición repitió su triunfo electoral en 2009, eligiendo a la primera magistratura al ex guerrillero José Mujica, y para los comicios de esta semana ha postulado de nuevo el nombre de Tabaré Vásquez.

Grupo heterogéneo

La coalición del Frente Amplio es un extendido abanico de fuerzas, desde sectores considerados radicales dentro de la izquierda, hasta grupos progresistas y democráticos que no tienen propiamente una alineación izquierdista. Entre los más consecuentes, algunos de ellos consideran que en 10 años el Frente Amplio no aprovechó sus mayorías parlamentarias para ir más lejos en el prometido proceso de reformas y no pocas de ellas, sobre todo en materia económica, se quedaron a mitad de camino.

Indican los críticos que, por ejemplo, los sectores oligárquicos del país no vieron sustancialmente afectados sus privilegios y lograron multiplicar sus ganancias, en un proceso de incremento de la explotación del trabajo asalariado. En esta perspectiva, cuando la canasta familiar se estima en Uruguay en unos 50 mil pesos al mes, hay un registro de unos 800 mil trabajadores que ganan apenas 15 mil pesos mensuales en promedio.

Claro, cuando el Frente Amplio inició su mandato, la pobreza en Uruguay era del 40%. El último registro estadístico, de abril pasado, la ubica en un 11,5%. Y en el período analizado, la indigencia cayó a un 0,5% y el desempleo bajó de un 26% en 2004 a un 5,7% en la actualidad, su mínimo histórico. Entre tanto, el salario real creció un 25%, creando un piso de bienestar que la coalición promete ampliar en una nueva gestión, si recibe el favor de los electores.

Insuficiencias

Durante su primera administración, Tabaré Vásquez se opuso a la despenalización del aborto. Y derechos considerados de ‘tercera generación’, como el matrimonio igualitario, la regularización del uso de la marihuana y el propio derecho al aborto para las mujeres, debieron ser aprobados por el actual gobierno de Pepe Mujica.

Esta situación le ha restado electores a una nueva postulación de Tabaré Vásquez, que sin embargo sigue conservando unas mayorías, pero no las suficientes para ganar en primera vuelta, si nos atenemos a las encuestadoras de opinión, que le conceden un 43% de aceptación, frente a un 33% de su más inmediato contendor, el centroderechista Luis Lacalle Pou, hijo del ex presidente Luis Lacalle, quien adelantó un desastroso gobierno neoliberal.

Los resultados de gestión del Frente Amplio no son pocos y el manejo de la política internacional de Mujica presenta un saldo de realizaciones y liderazgo que nadie discute. De hecho, la administración de Mujica tiene una aprobación del 58%, un importante activo que seguramente va a pesar en el voto del electorado el próximo domingo.

El programa que ofrece Lacalle Pou, en medio de un discurso matizado por propuestas de continuación de las reformas y un generosísimo apoyo financiero y mediático de los grandes centros de poder, es la fórmula de la burguesía tradicional para recuperar sus privilegios. El pueblo uruguayo definirá en las urnas su futuro, y seguramente no va a optar por el camino del regreso al pasado de explotación, miseria y exclusión social.

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