viernes, abril 19, 2024
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El taller del maestro

Una nueva condecoración a Arlés Herrera, Calarcá, por su vida entregada al arte

Hernán Camacho

Estar en el taller artístico del maestro Arles Herrera, es un viaje de enseñanzas, inspiraciones y luchas políticas indeclinables. Su obra está plagada de humanidad fruto de su corolario ideológico; un comunista integral.

Nacido en el departamento del Quindío, en el año 1953, albores de la resistencia campesina, días de violencia partidista y persecución a comunistas, su nombre artístico corresponde, dice él, al homenaje que le quiso brindar al atrevimiento y gallardía del indio Calará, héroe Pijao de su tierra.

Vivió su niñez en Cali. Allí aprendió a hacer avisos para ganarse la vida mientras estudiaba pintura y acuarelas en el taller del maestro Hernando González, “con eso me defendía”. Pero quería ser cantante hasta su primera presentación pública cuya crítica le auguró un mejor futuro con el lienzo.

Llegó a Bogotá, y se instaló en el emblemático barrio Las Cruces, donde conoció sindicalistas y juiciosos hombres de la palabra, como los llama Calarcá, a los primeros comunistas con los que se relacionó y por los cuales se adhirió al Partido Comunista luego de preguntarse: “Quién soy yo” y “a qué clase social me debo”.

“En mis primeros días en Bogotá casi me convencen algunos amigos de irme de pastor, predicador o maestro del desenvolvimiento de los espíritus en la India, pero se me atravesó la carta de afiliación al Partido”. En esa escuela de Partido aprendió a “discernir sobre lo político y lo social, a darle un enfoque científico a la lucha de clases”. Fue dirigente del Partido en Bogotá y hace cincuenta años es caricaturista del Semanario VOZ.

Lelio Rodríguez, dirigente del Partido en la capital lo reclutó. Calarcá recuerda con mucho respeto y admiración nombres comunistas como el de Álvaro Vásquez. Él, dice Calarcá, es un hombre que gusta de la poesía y las declamaba muy bien y para la década de los setenta, cada reunión de camaradas comunistas con Álvaro Vásquez, era precedida de un buen rato de arte “y eso me agradaba profundamente”.

La crisis de vivienda de aquella época en Bogotá formó a Calarcá en la lucha popular y lo hizo protagonista de las demandas de inquilinos por techo propio en la década de los setenta. Junto a dirigentes como Luis Morales crearon la Central Nacional Provivienda y llega la historia del emblemático Policarpa Salavarrieta en el corazón de Bogotá. “Soy de los fundadores del barrio”. Del Pola, como popularmente se conoce, salta a Moscú y en plena guerra fría Calarcá es destacado para formarse en la escuela de artes de la Unión Soviética. Allí aprende agitación con los expertos oradores de Moscú, se especializa en propaganda, refina su caricatura y hace de la fisonomía su fuerte.

Pero vuelve a la Colombia de turbulencia social y política a dedicarse de tiempo completo a la caricatura y a la opinión. Es cofundador de la Escuela Nacional de Caricatura de la que sigue siendo profesor mientras viaja por el mundo exponiendo su obra que ha sido publicada en periódicos del mundo como el Daily News de Estados Unidos o El Siglo de Chile. A su haber tiene la formación de pupilos caricaturistas.

Calarcá tiene la fortuna de conocer muchas generaciones de revolucionarios colombianos que dejan huella. Se conmueve recordando personajes que han dado su vida por la paz y cuyos destinos los obligaron a tomar las armas para defender sus convicciones o verlos sacrificar su vida como lo ocurrido con la Unión Patriótica. “Hombres valerosos que conocí y que siguen entregando sus fuerzas por la lucha. A ellos los recuerdo y me recuerdan. Eso es muy significativo para mí”.

Ha sido perseguido por su pluma, censurado por la gran prensa y hasta admirado por los servicios de seguridad del Estado que lo allanaron en un par de ocasiones. “Mientras buscaban y quemaban libros de izquierda se reían de las caricaturas y me decían como mejorarlas”, comenta en una de sus tantas anécdotas el maestro.

La obra del Calarcá tiene una fascinación especial con la mujer indígena y las patriotas criollas. Se deslumbra por la mitología, sabe de memoria mitos y leyendas, se deja seducir por los orígenes de las lenguas indígenas y todo lo quiere ilustrar en acuarela o bronce que es su nueva explosión de arte. Pero también rescata la memoria de las Policarpa Salavarrieta o de las mujeres del común, valerosas y auténticas que trabajan y crían a sus hijos y no pierden la batalla contra la injusticia. “Nuestra identidad nacional está apabullada, borraron la historia ancestral y las raíces. El vasallaje colonial nos inundó y ahora muchos se creen anglosajones”.

El próximo 31 de octubre, la Alcaldía Mayor de Bogotá y la Secretaría Distrital de Cultura, Recreación y Deporte, premiarán a seis artistas por la trayectoria, el aporte y legado de sus obras al país, gestores en el marco del mes del Artista Colombiano en el auditorio Huitaca del Palacio de Liévano. El maestro Calarcá será uno de los seis hombres y mujeres condecorados por su carrera y su legado al servicio de la cultura.

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