jueves, marzo 28, 2024
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El significado de la paz en disputa, la unidad la única arma

Tenemos que movilizarnos por la firma del acuerdo, el cumplimiento de este y la construcción de la paz, y esto solo se logra con la unidad que no es una cosa espontánea.

Foto: Playa Grande durante a semana via photopin (license)
Foto: Playa Grande durante a semana via photopin (license)

María Méndez
Oficina de Comunicaciones y Derechos Humanos CODH
Fundación Colombia Soberana

Hablar con Jaime Caycedo, Secretario Político del Partido Comunista Colombiano, siempre es muy esclarecedor. Tuve el placer de asistir a dos charlas del Camarada sobre los diálogos de paz y la importancia de la unidad en Colombia.

Hablábamos de que en este momento la batalla no era por sentar al gobierno en una mesa de conversaciones o para que se mantenga allí. Pues para las oligarquías en esta coyuntura la tarea de conseguir la paz, también era su prioridad. En este momento la lucha es por el significado de la paz.

Para la oligarquía, la paz es dejar de disparar y tener vía libre para la extranjerización de la tierra, la desaparición del campesinado, la tercerización de todos los trabajadores, etc. Para nosotros la paz tiene que ser con justicia social, con tierras para los campesinos, con la reparación de las víctimas, con reconciliación nacional, con condiciones dignas de vida en todo el territorio nacional y oportunidades para todos.

Como lo vemos, son dos visiones supremamente distintas de la paz. Este es el momento de tomar partido y defender ese significado de paz para el pueblo y no, como siempre ha querido la oligarquía, para ellos solamente. Y esa paz para todas y todos la conseguimos todas y todos con organización, capacitación, movilización y, claro unidad.

La unidad es un tema de gran complejidad. Porque no solamente estamos hablando de “la unidad alrededor de un partido” lo que ya es un tema complicado, sino que la unidad a la que nos referimos va más allá, aunque muchos compañeros y camaradas no lo comprendan o entiendan la unidad como una reunión de líderes de partidos y movimientos para hacer un programa.

Sin que esto sea un paso innecesario, la unidad va más allá de una política de integración. Insistía el Camarada Lenin que la unidad se gana en la práctica de las luchas, en la experiencia real, allí es donde se entiende su verdadero valor: en la movilización y se convierte en una convicción profunda, abriéndose paso a la verdadera convergencia, incluido en lo electoral.

Entonces llegamos al punto donde comienza a ser obvio que la unidad no es alrededor de ningún partido o movimiento, sino alrededor del ser social, entendido éste, no como un individuo aislado, sino como el individuo colectivo que tiene unas condiciones históricas, políticas, culturales y materiales objetivas y subjetivas y que está en relación directa con la producción y distribución en el sistema vigente, el capitalismo.

El nivel de conciencia de la realidad en que vive lo determina el propio ser social en sus relaciones cambiantes y sus interrelaciones que define su qué hacer, en una unidad dialéctica contradictoria. Sin embargo, no siempre el ser social tiene conciencia de sus condiciones ¿por qué? Marx nos decía que la ideología del sistema imperante, nos hace ver las cosas al revés de como son en realidad.

Los medios de dominación, entre los que están los medios masivos de comunicación, tienen la función de enajenar al ser social, por eso vemos varios grados y niveles de la conciencia. La cultura dominante nos dice por todos los medios, las leyes, la manera de administrar justicia, la cultura, la escuela, los medios de comunicación, y demás, que el sistema no puede cambiar, que así está bien.

Parafraseando a Marx “Las ideas se convierten en una fuerza popular, cuando las ideas adquieran conciencia en las masa”. Como las ideas son manejadas por las clases en conflicto, la clase dominante, dueña de todos los medios de producción, incluso de producción del conocimiento, impide que la clase dominada pueda desarrollar la conciencia social.

Por eso vemos que la gente no entiende su propia realidad y mucho menos el momento histórico en que se vive. Por eso es que una porción de los colombianos están prevenidos o en contra de la paz ¿Cómo se explica que un campesino sin tierra, que un maestro con sueldos medianamente dignos o que un joven sin formación política tema tanto al fin de un conflicto que ha desangrado el pueblo por más de 60 años? Muy fácil. La oligarquía, la clase política, los empresarios y los banqueros le tienen miedo a la verdad y hacen que las capas medias le tengan miedo a la paz.

Por eso escuchamos tan frecuentemente frases de los políticos en los medios masivos diciendo “En La Habana se le está entregando el país a las FARC” “Santos es castro chavista” y miles de cosas completamente fuera de la realidad.

Y es que fue la historia la primera víctima de la guerra. Por eso la determinación de no impartir clases de historia en los colegios. Somos un pueblo al que le han amputado sus raíces, por eso nos indignamos cuando nos quitan la corona de Miss Universo, pero no cuando bombardean y fumigan campesinos, acción germen del actual conflicto armado, pero , no pasa nada, “algo tendrían que esconder”.

La escuela es el más grave ejemplo de manipulación ideológica porque además de quitarnos nuestras raíces, produce el miedo que inmoviliza nuestras ramas. A nosotros no nos enseñaron que a Gaitán lo mató la oligarquía bajo la bendición de los gringos, pero sí nos mostraron todo “el horror y los actos de barbarie” que realizó la “chusma” en el Bogotazo. Nadie nos dijo cómo los guerrilleros liberales firmaron acuerdos de paz con el gobierno y que el gobierno los masacró después, pero sí nos mostraron los cuerpos de esos guerrilleros como escarnio, como muestra de qué nos pasaría si siquiera pensábamos medianamente igual a los “bandoleros”.

Son estas ideas las que se expresan en la conciencia social. ¿Cómo cambiarla? Volvemos a Lenin: es la práctica social colectiva, es en los colegios y en las universidades, en los buses, barrios y campos, es con organización y agitación que lo logramos. Y esta es tarea de todas y todos, así no seamos grandes oradores, así sea solo con nuestros amigos y familiares, pero comprometiéndonos a divulgar lo que en La Habana se firmó, las propuestas, las salvedades y, claro, hablando de lo que falta (bases militares gringas, soberanía alimentaria, extradición, etc).

Tenemos que movilizarnos por la firma del acuerdo, el cumplimiento de este y la construcción de la paz, y esto solo se logra con la unidad que no es una cosa espontánea.

Son de máxima importancia todos los espacios de participación, JAL, Asojuntas, sindicatos, organizaciones de usuarios de servicios públicos, etc, que nos ayudan a crear condiciones para el Frente Amplio por la Paz, las Mesas por la Paz de los Municipios, Departamentos y Regiones.

Hoy es cuando, poner a andar la paz es asunto de todas y todos.

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