viernes, marzo 29, 2024
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El Salvador: FMLN representa el cambio

Sondeos de opinión indican que el candidato de izquierda en El Salvador para las elecciones del próximo domingo se impondrá por amplia mayoría. Electores no quieren regresar a un modelo neoliberal de gobierno

Salvador Sánchez Cerén, candidato presidencial del FMLN.
Salvador Sánchez Cerén, candidato presidencial del FMLN.

Alberto Acevedo

Sondeos de opinión realizados por diversas firmas especializadas, realizados en las últimas semanas, indican que el candidato del izquierdista Frente Farabundo Martí para la Liberación Nacional (FMLN), Salvador Sánchez Cerén, se impondría por una holgada mayoría en la segunda vuelta a las elecciones presidenciales de ese país, previstas para el domingo 9 de marzo.

Uno de estos organismos, el Instituto de Opinión Pública (Iudop), pronostica que el candidato del FMLN obtendría el 56.2% de la intención de voto, frente al 41.8% del derechista Norman Quijano, candidato de la Alianza Republicana Nacionalista (Arena). Además, el 57.8% de los encuestados opina que el Frente Farabundo Martí debería seguir gobernando y un 55.4% piensa que Arena no debe volver al poder.

De cumplirse tales estimativos, el gobernante FMLN ampliaría en más de 14 puntos porcentuales su ventaja sobre el más inmediato contendor, en relación a las cifras registradas durante la primera vuelta electoral, el 2 de febrero pasado, cuando Sánchez Cerén consiguió un 48.93% de los votos, y Quijano el 38.96%.

La campaña del candidato de izquierda se ha centrado en destacar los logros sociales del gobierno, lo que le ha permitido al FMLN perfilarse como “la alternativa que representa el esperado cambio social”, a decir de uno de sus dirigentes. La encuesta del Iudop insinúa que a estas alturas de la contienda, el FMLN le habría arañado una importante tajada de votos a la derecha salvadoreña.

Entre el Norte y el Sur

Los comicios electorales de este fin de semana se realizan además en medio de una contraofensiva por parte de los Estados Unidos contra los movimientos progresistas en el continente, como lo evidencia la crisis que se vive en Venezuela. Washington libra una lucha por derrocar los gobiernos que se oponen al modelo neoliberal de desarrollo e impedir que otros movimientos progresistas alcancen el poder.

En este sentido, El Salvador es el segundo país en Centroamérica, después de Nicaragua, que intenta zafarse de la influencia norteamericana y vincularse al proceso integrador del Sur. En el pasado, los Estados Unidos promovieron las más sanguinarias dictaduras militares en ese país y una guerra civil de 12 años, entre 1980 y 1992, que dejó más de 75 mil salvadoreños muertos y numerosos desaparecidos y refugiados.

Entre las víctimas estuvieron campesinos, estudiantes, obreros, activistas de derechos humanos y miembros de comunidades religiosas. Uno de los crímenes más lamentados fue el del obispo de San Salvador, monseñor Óscar Arnulfo Romero, a manos de un grupo paramilitar, orientado por el mayor del ejército Roberto D’Abuisson, fundador en 1981, con asesoría norteamericana, del ultraconservador partido Arena.

Por su parte, el FMLN, creado en 1980 mediante la fusión de cinco organizaciones insurgentes que luchaban contra la dictadura del momento, combinando formas armadas y de masas, después de firmarse un acuerdo de paz llegó al gobierno en 1989. Hoy levanta una plataforma programática que parte de reconocer insuficiencias y falta de audacia en su gestión anterior, pero reivindica una obra social que, de perfeccionarse, combatirá fenómenos como el de la pobreza y la inseguridad en las calles, y de profundización de las reformas sociales democráticas.

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