martes, abril 23, 2024
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El salario mínimo es una ficción

El Paro Nacional es la respuesta popular; la movilización de masas es la natural reacción frente a los desafueros del poder. Será contundente si se fortalece la unidad popular. No hay otro camino. ¡A la calle el domingo 24 de enero!

CARICATURA CALARCA 2819

Editorial del Semanario VOZ

Colombia no está pasando por un buen momento económico y social, a pesar de la demagogia, con dosis de pedantería, de quienes detentan el poder. El crecimiento económico no llega ni al 4 por ciento, meta prevista en enero del año pasado; la concentración de la riqueza aumentó en los últimos meses, mientras la pobreza continúa siendo dramática; la inflación en las cifras oficiales es del 6.77 por ciento, pero en la población de menor ingreso llegó a 7.26 por ciento, superior al aumento del 7 por ciento del salario mínimo. Colombia está en el puesto 97 del Índice de Desarrollo Humano, por debajo de la República Bolivariana de Venezuela a la que tanto critican y satanizan.

Esta realidad no conmueve al Gobierno y a la oligarquía, que decretaron el incremento del salario mínimo en siete por ciento. Como gran cosa aumentó $45 mil, es decir, pasó de $644.350 a $689.454 lo que no se corresponde con las alzas de la canasta familiar y los productos básicos de primera necesidad. Ese rango medirá el incremento salarial en el sector privado en la contratación colectiva y, como siempre, el sector público tendrá aumentos inferiores.

Como si los hechos no fueran dramáticos e impactaran a los sectores menos favorecidos, desde el Gobierno Nacional cocinan una reforma tributaria que aliviará la carga de los poderosos y agravará la de los trabajadores y el pueblo. Se anuncian drásticos aumentos del IVA, extendiéndolo a los artículos de primera necesidad, a los útiles escolares y a otros bienes antes exonerados como computadores. Aumentarán la base de la tributación y más colombianos se verán obligados a declarar renta a pesar de sus menguados ingresos. Entre tanto, anuncian la venta de Isagén y de otras empresas del Estado que aportan recursos a la inversión social. Hablan de paz pero fortalecen el capitalismo salvaje. Es la guerra social contra el pueblo colombiano. La reforma tributaria aumentará el recaudo pero entre las personas más humildes y de menor ingreso.

“La economía comenzó con pie izquierdo”, titula la revista Semana, pero como siempre la carga de la crisis caerá sobre los hombros de los trabajadores y de los sectores populares. El sector financiero y los monopolios, aliviados en las obligaciones, seguirán aumentando las ganancias con el dolor, la sangre y el sacrificio de los colombianos. Todo con el argumento de que son los que crean riqueza y generan empleo. Falso de toda falsedad. El Banco de la República anuncia nuevos incrementos de las tasas de interés, dizque para frenar la inflación, para beneficiar al sector financiero, consentido del neoliberalismo.

A estas alturas el nuevo salario mínimo es una ficción, barrido por las alzas y los abusos del sector empresarial con nuevos precios en la industria, el comercio y los servicios por encima del incremento salarial. Mientras se controla el nivel de los salarios, los precios están sujetos a la mezquindad y el abuso de los ricos, en la más estricta aplicación de la política del libre mercado neoliberal.

Las centrales obreras anunciaron que demandarán el decreto que estableció de forma unilateral el salario mínimo, mientras el Gobierno se niega a un nuevo ajuste. Aunque toda iniciativa es válida, como lo advirtió el diario El Espectador esta tiene sus riesgos. Lo más importante es la acción popular, la movilización de masas. Este Gobierno merece un paro nacional. La política social nada tiene que ver con las pretensiones de la paz dialogada en La Habana. No hay sindéresis en el discurso oficial: habla de paz en Cuba pero en Colombia se ensaña contra los intereses del pueblo y de los trabajadores.

El Paro Nacional es la respuesta popular; la movilización de masas es la natural reacción frente a los desafueros del poder. Será contundente si se fortalece la unidad popular. No hay otro camino. ¡A la calle el domingo 24 de enero!

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