jueves, marzo 28, 2024
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El grafiti: Expresión cultural

La semana pasada líderes grafiteros de la capital de la república se reunieron con la Alcaldía Mayor para exigir su derecho de expresión a través de este arte, luego de que la Policía arbitrariamente borrara algunos grafitis en la calle 26

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El último día del Foro Paz y Cultura se llamó a un acto de desobediencia y se convocó a jóvenes de la ciudad para repintar grafitis tapados por la nueva administración distrital. Foto Stephane M Grueso Lenoir.

Redacción Bogotá

Después de que la Policía Metropolitana de Bogotá borrara las piezas artísticas que permanecían en los muros de la calle 26, en una extralimitación de funciones, el alcalde encargado de la ciudad, Rafael Pardo, no tuvo más remedio que reunirse con los líderes grafiteros, la secretaria de Cultura Clarisa Ruiz, y el general Édgar Sánchez, comandante de la Policía Metropolitana de Bogotá, y analizar el tema.

Rafael Pardo, por su parte, sostuvo ante los medios de comunicación que fue la Policía quien por su cuenta decidió borrar grafitis de la ciudad y que por ello tan pronto se enteró del asunto pidió a los uniformados limpiar únicamente los sitios emblemáticos de la ciudad como la Catedral, por solo citar un ejemplo.

Al finalizar la reunión la Secretaría de Cultura y la Alcaldía Mayor sostuvieron que se acordó practicar el grafiti de forma responsable y mantenerlo como una manifestación cultural del nuevo siglo. Se informó además que se adelantan labores con siete entidades de la ciudad para determinar los muros libres para la práctica del grafiti.

Y es que sobre el tema siempre ha habido polémica. Para las nuevas generaciones es la forma de expresar lo que no se puede manifestar muchas veces en casa, el colegio, o el país. También lo que se quiere escuchar y no se dice a través de los medios de comunicación. Es una expresión artística, es la visión de la juventud, del inconformismo. Si no hay periódicos que expresen el sentir popular, existen las paredes de la ciudad para que todos y todas lo puedan leer.

Para otros se ha convertido en un dolor de cabeza, ya que sus casas, garajes, conjuntos residenciales, negocios y hasta postes son blanco de lo que llaman mamarrachos y que muchas veces son simples firmas sin más mensaje.

El caso es que muchas son las voces a favor de los grafitis, pero de forma responsable, como lo expresó en una carta abierta Santiago Trujillo Escobar, director de Idartes, a los medios de comunicación:

“Las ciudades del siglo XXI no sólo quieren ser inteligentes, ambientalmente sostenibles, sino que desean hablar y mostrar a través de sus muros las cosas buenas y malas que las habitan. Los muros son la impronta de una generación, la ventana a la mente de cientos de jóvenes y artistas que hacen de la calle un espacio para ejercer la libertad creativa y la oportunidad de transformar la relación del ciudadano con el espacio público que le pertenece”.

“Pero como toda libertad trae consigo nuevas responsabilidades, la autorregulación es el mejor camino para que los artistas sepan dónde y para qué pintar. El patrimonio arquitectónico o artístico, por ejemplo, son espacios sagrados que deben respetarse entendiendo que en ellos está grabada también la mirada de un tiempo y el anhelo colectivo de una sociedad que ha decidido preservar la memoria en ese monumento. De la misma forma los espacios privados pueden habilitarse con una gestión oportuna y el sector público está repleto de lugares que pueden ser intervenidos”.

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