viernes, marzo 29, 2024
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El desarrollo de la ciencia es una de las bases de la independencia nacional y regional

Entrevista al presidente de la Academia Nacional de Ciencias del Uruguay

ciencia

por Miguel Guaglianone
Barómetro Internacional

Aprovechando una estadía en Montevideo en diciembre, y una muy vieja amistad, Barómetro Internacional realizó esta entrevista a un destacado científico uruguayo, el doctor Rodolfo Gambini.

– Podemos empezar la entrevista pidiéndote que hagas una breve autopresentación, que nos cuentes cuáles son los cargos que ocupas en la estructura científica del país, cuál es tu actividad dentro de la ciencia y en qué consiste tu trabajo.

– Comienzo explicando cuáles son los cargos que ocupo en este momento: soy presidente de la Academia Nacional de Ciencias, que fue fundada en el año 2009, es decir que es una institución muy reciente. Fui director del PEDECIBA, el Programa de Desarrollo de las Ciencias Básicas. Actualmente soy miembro de la Comisión Honoraria del Sistema Nacional de Investigadores que es la que evalúa a los investigadores del país y los categoriza y soy director de la Agencia Nacional de Investigación e Innovación, que es el principal organismo de financiamiento de la ciencia en el Uruguay.

– ¿Y tu especialidad como científico?

– Soy físico teórico, mi trabajo fundamental está centrado en la unificación de la Mecánica Cuántica y la Relatividad General, lo que se llama la Gravedad Cuántica, que es un tema que aún dentro la física teórica es muy, pero muy teórico, ya que no consiste en analizar los resultados de las teorías sino en crear teorías y eso realmente pertenece a la parte más abstracta de la física. A lo largo de los años hemos tenido algunos resultados en este campo, que son conocidos y han generado cierto impacto. El primero es que desarrollamos una técnica para el estudio de las interacciones fundamentales en forma geométrica, que después fue aplicado el problema de la unificación de la relatividad general y la mecánica cuántica. En la naturaleza operan cuatro fuerzas fundamentales, la electromagnética, la débil, la fuerte y la gravitacional[1. La fuerza electromagnética comprende magnetismo y electricidad, la débil y la fuerte son fuerzas subatómicas que mantienen la estructura de los átomos y la gravitación es de todos conocida. Para mayor información del tema, consultar: Paul Davis, La Superfuerza, Biblioteca Científica Salvat, Barcelona, 1985]. Nosotros empezamos trabajando sobre las tres primeras y mostramos que había un lenguaje común que se llamó Cálculo de Lazos. Luego otros investigadores introdujeron la fuerza gravitacional, cuando descubrieron que con este lenguaje también podía describirse en términos muy similares a las otras tres. Esto constituyó lo que se llama la Gravedad Cuántica de Lazos, que es una de las principales formas de encarar el problema de la unificación de todas las interacciones fundamentales. Este trabajo lo hicimos en los años 80, mayormente durante nuestra estadía en Venezuela en la Universidad Simón Bolívar. Estuvimos trabajando allí desde el año 74 hasta principios del 87. Más recientemente hemos hecho un desarrollo importante demostrando que había efectos que resultaban de la Gravedad Cuántica en regímenes muy alejados de lo cotidiano, con energías extremadamente altas o escalas extremadamente pequeñas que podían manifestarse en resultados experimentales. La búsqueda de estos resultados experimentales generó toda un área de trabajo que implica a astrónomos, físicos de partículas, astrofísicos y otros científicos que cubren un amplio espectro de temas relacionados.

– Luego de esta amplia presentación nos gustaría que nos hablaras acerca del rol de la ciencia, y sobre todo en nuestra Latinoamérica actual.

Primero con relación a la ciencia, la ciencia es la búsqueda sistemática del conocimiento y no hay conocimiento que la ciencia desprecie, todos los conocimientos tienen para el científico el mismo valor, aunque que lo que hay es una jerarquización para organizarlos en términos de leyes y luego de los resultados de esas leyes. Qué conocimientos van a ser utilizables en determinada situación, es una cuestión absolutamente impredecible. Por ejemplo, si yo estoy estudiando la aplicación de cierto método de fertilización de la tierra que ha sido utilizado en el pasado, pero que ahora han cambiado las formas de producción agrícola, que son hoy mucho más intensivas, tengo que saber cómo funcionan los fertilizantes, y eso implica entender su química, su interrelación con la biología, etc. Surgen entonces insumos que no provienen del trabajo de campo en esos terrenos, sino que provienen de los laboratorios o del aprendizaje que se ha hecho por ejemplo, en el estudio de funcionamiento de las bacterias u otros semejantes. Todo esto aparece con la aplicación de los conocimientos básicos, y como decía, no hay conocimientos útiles o inútiles. Todos los conocimientos son iguales, es imposible identificar los conocimientos que van a ser utilizados.

Hay al respecto infinidad de ejemplos, que se han ido dando a lo largo la historia. Cuento uno que es realmente explicativo de esta situación. Michael Faraday, un físico destacado del siglo XIX, había notado que moviendo un imán cerca una espira se producían corrientes eléctricas (lo que se llama inducción electromagnética). Siendo un científico reconocido en Inglaterra, el Primer Ministro hizo una visita a su laboratorio y le hizo la pregunta de siempre ¿Y esto para qué sirve? Faraday le contestó: No tengo la menor idea, pero… ¡puede estar seguro de que usted va a cobrar impuestos sobre esto! A los pocos años comenzaron a desarrollarse los primeros motores eléctricos, que están basados en el efecto descubierto por Faraday. Ésta es siempre la situación, el científico busca libremente los conocimientos en primera instancia y las aplicaciones surgen cuando esos conocimientos se enfrentan con un problema real.

Esta concepción de una ciencia abierta e identificada con la búsqueda general del conocimiento choca con otra que está muy de moda en nuestro mundo contemporáneo, que entiende la ciencia como algo meramente operativo. Investigamos exclusivamente sobre aquello que creemos son nuestras necesidades y nada más. Esta es una concepción que parece venir sobre todo desde los Estados Unidos y estar asociada al capitalismo corporativo, es una visión pragmática de la ciencia que ha ido abandonando la investigación básica para concentrarse en los desarrollos tecnológicos rentables.

Al respecto voy a hablar un poco sobre el Uruguay, porque es interesante para enfocar esta cuestión. En el Uruguay el estudio de la ciencia básica aparece con la finalización de la dictadura en 1985, antes había muy poca, solo un puñado de investigadores. Aparece porque se crea el Programa de Desarrollo de las Ciencias Básicas y se empiezan a formar científicos. El desarrollo inicial está entonces centrado en las ciencias básicas. Notablemente, a partir de ese desarrollo se comienzan a generar una serie de cadenas de valor, que el país hoy reconoce están siendo muy importantes en su desarrollo.

Menciono algunos de los ejemplos notables. El programa decidió incluir a la Informática entre el estudio de las ciencias básicas (cosa que no siempre se considera así) lo que en corto tiempo ha tenido efectos muy grandes en Uruguay. Hoy en día, el país es uno de los principales creadores y exportadores de software de la región. La industria informática tiene un gran peso desde el punto de vista de la producción y las exportaciones, y en muchas de sus empresas innovadoras. Y esto surge a través de un desarrollo científico básico: formación de investigadores. El programa inicial de informática contaba con cero especialistas, y la decisión fue, “formemos informáticos científicos y veremos qué pasa”. Se mandó al exterior a los primeros a formarse en los 80 y hoy son miles los que trabajan en todo lo que tiene que ver con informática en la industria y la producción, a partir de un sistema que ha logrado reproducirse. Otro ejemplo que quiero mencionar es el de la trazabilidad de la carne. El Uruguay ha desarrollado un sistema para hacer un seguimiento y registro desde su origen, de cada trozo de carne que exporta, y eso tiene que ver con la industria electrónica (porque se la pone un chip a cada animal) y con la informática; con eso se hace un rastreo de todos los pasos del desarrollo del animal, y eso ha significado un aumento muy grande del valor de la carne uruguaya. En estos momentos la carne uruguaya es más cara que otras carnes tradicionales, como la argentina o la australiana, pero tiene una gran demanda a partir de la garantía que le da la trazabilidad y el desarrollo de la salud animal. Un ejemplo final sería el del arroz. Uruguay es un país productor de arroz, y ha desarrollado variedades especialmente aptas para producir en nuestro país. Esto ha sido acompañado por el desarrollo de las ciencias agrarias, que prácticamente no existían veinte o veinticinco años atrás. Sólo existía la agronomía como actividad profesional, el programa contribuyó a desarrollarlas y hoy tenemos un importante número de investigadores en ciencias agrarias.

– En un mundo tan cambiante como el de hoy, donde los países centrales parecen estar entrando en decadencia y existir un ascenso de los países periféricos ¿cómo verías tú la necesidad de la ciencia en nuestro subcontinente, sobre todo asociada al fenómeno de integración que se están dando, que nos va convirtiendo en un nuevo interlocutor con el resto de los poderes en la nueva geopolítica?

– Esta visión que te estoy dando es una visión compartida por los principales países de la región. Brasil por ejemplo, ha hecho un esfuerzo enorme en materia de desarrollo de la ciencia. En este momento tiene volúmenes de inversión en investigación científica y encara proyectos de infraestructura comparables a los de países desarrollados. Tiene un programa de formación de posgraduados que es gigantesco. En el área de la ciencia, tiene decenas de miles de estudiantes. Este es un encare a escalas que son impensables para nosotros, un pequeño país como el Uruguay.

Estoy convencido en que el crecimiento de los países está basado inicialmente en el incremento de su producción tradicional, y de la incorporación del conjunto de la población al trabajo productivo. Este es uno de los objetivos de toda política igualitaria. Queremos que todos los habitantes de un país estén preparados y sean capaces de contribuir a su desarrollo y de beneficiarse con ese desarrollo. Pero eso tiene límites, si no se aumenta el valor agregado de la producción. Y hoy en día no conozco formas de aumentar el valor agregado que no estén vinculadas a la ciencia. Si no lo que nos pasa es que tenemos una enorme dependencia. Si queremos ser independientes tenemos que tener la capacidad de decidir. Tenemos aquí decenas de ejemplos de malos hábitos por parte de empresarios que consideran que no necesitan de la ciencia y que tratan de incorporar tecnologías desarrolladas en otros países, sin considerar científicamente las condiciones específicas del lugar. Como ejemplo tenemos el caso del riego que se intentó para el Norte del país. Intentar utilizar técnicas de riego desarrolladas en países por ejemplo como Israel, cuando nosotros tenemos un río como el Uruguay que arrastra una cantidad enorme de limo que hace imposible utilizar técnicas de riego por goteo desarrolladas para terrenos desérticos, genera pérdidas y fracaso. Creo por lo tanto, que el desarrollo de la ciencia es una de las bases de la independencia nacional y regional, y que así lo entienden buena parte de los países de la región, y menciono el caso brasileño, el argentino y el chileno como paradigmáticos y el de Uruguay, que ha logrado resultados importantes a pesar de su pequeño tamaño.

– Considerando que toda expresión cultural depende de la matriz cultural que la genera, y que la situación global nos coloca ante el desafío -y me refiero a América Latina- de encontrar nuestros propios caminos. ¿Será que si vamos a desarrollar una ciencia, no debe ser una copia de la de los países desarrollados, sino que será una ciencia nuestra, con nuestros propios modos, puntos de vista, visión del mundo?

– Bueno, yo siendo físico, no creo literalmente en una ciencia “nuestra”, creo en un sistema científico nuestro. Hay sistemas científicos que son trasplantes de otros países, en países nuestros. Esto no nos sirve, pero si uno tiene un sistema científico propio insertado en los problemas nacionales, va a tener generadores de ciencia dentro de un esquema relativamente tradicional, pero también va a tener problemas que surgen de un sistema científico que está profundamente integrado a lo nacional y que elige los problemas de acuerdo a esa situación. Es un sistema que no tiene miedo de usar conocimientos, provengan de donde provengan. En ese sentido Uruguay, a pesar de sus múltiples limitaciones de escala, tiene una tradición: las facultades tecnológicas de la Universidad de la República, Ingeniería, Química Farmacéutica, Química Industrial, siempre cultivaron la ciencia básica, y cuando ella se empezó a desarrollar como política general, permeó en estas facultades y se dio una situación de apreciable desarrollo científico unido al tratamiento de los problemas de interés nacional.

Pero para volver al punto: la física es una ciencia que se ocupa de fenómenos universales, lo que dice la física no vale para el Uruguay, o para el planeta Tierra, lo que dicen la ciencia y la física vale para todo tiempo y lugar del universo. Esto no quiere decir que la física sea un objeto abstracto, desligado de los intereses que existen en el mundo. Lo que se financia en los países desarrollados se elige con criterios políticos y económicos. De eso no cabe la menor duda. Existen círculos de poder que tienen enorme influencia, más que en las ideas que se generan, en quien se apropia de ellas. Es muy difícil hacer ciencia de primer nivel en nuestros países, porque ellos tienen una gran capacidad de apropiación de esa ciencia. No es que no se haga ciencia de primera, el asunto es que no te la quiten. Y te la pueden quitar a nivel de llevarse el crédito, o al nivel de ser los primeros en aplicarla. Las biotecnologías son un ejemplo: se requieren inversiones enormes para aplicar muchos de sus desarrollos. Entonces las aplicaciones en biotecnología es muy difícil que puedan realizarse en países pequeños que no tienen grandes empresas biotecnológicas. Se convierte en natural que, para muchos descubrimientos realizados aquí, el producto se desarrolle en otros lados. Por eso es importante, dentro de los planes de integración regional, que seamos capaces de desarrollar conjuntamente empresas tecnológicas de gran tamaño, porque para cierto tipo de producción es imposible trabajar a pequeña escala.

– Para Venezuela que acaba integrarse el Mercosur, estos son temas importantes, porque Venezuela está en un proceso de reestructuración de la propia nación, buscando nuevos criterios. Al encontrarse con países latinoamericanos que tú mencionabas, que ya tienen una tradición de ciencia básica, supongo que estableceremos un proceso de mutuo intercambio y adaptación, ya que el desarrollo de la ciencia básica en este momento no parece ser un tema prioritario en nuestro país.

– Los números de Venezuela en materia de ciencia son aceptables, el crecimiento ha sido sostenido. En estos días estaba mirando cifras en el sistema PPI (que registra a los investigadores), y el número de investigadores de Venezuela triplica al que tenemos en Uruguay, pero Venezuela es un país mucho mayor, con una población casi diez veces la nuestra, habrá entonces que generar un proceso de mutuo aprendizaje dentro del marco del MERCOSUR, para colaborar a estabilizar esta situación y lograr desarrollos armónicos entre los distintos países.

– ¿Alguna reflexión final?

– La investigación científica me parece clave para el desarrollo de nuestros países. Los recursos naturales se agotan y si no aprovechamos la bonanza de recursos naturales para desarrollar sistemas científicos, luego no podremos tener la capacidad de mantener los niveles sociales que hayan podido alcanzarse a partir de la explotación de esos recursos. Cualquier idea de desarrollo a largo plazo resulta del desarrollo científico y tecnológico. En el Uruguay hoy se están planificando una serie de explotaciones que tienen que ver con lo minero, el petróleo, etc., y la lucha que llevamos adelante está en lograr que se dedique una parte de los recursos que generen estos proyectos, tanto para el desarrollo humano como para el desarrollo científico. Debemos de tener la mentalidad de que los recursos naturales que tenemos no son de solo de quienes hoy habitamos nuestros países, sino también de los ciudadanos del futuro. Para que ellos beneficien a todos, la forma es generar producción autónoma de riqueza.

miguelguaglianone@gmail.com

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