Es común ver jóvenes en el pandillismo, fenómeno que pulula a un ritmo acelerado, en delincuencia común, entre otros, con el caldo de cultivo de las mal llamadas “bandas criminales” y el narcotráfico.
Roque Monterrosa
Finalizado el año 2014, la ciudad de Cartagena presentó un indicador de 297 personas asesinadas, reflejando un aumento de 24 casos con respecto al año inmediatamente anterior (2013) que fue de 273, siendo estas causadas por riñas, que arrojaron 141 casos; sicariato 105; y 43 por atracos. Presentándose en promedio 24 muertes por mes.
Dentro de las muertes señalamos de manera alarmante la cuota puesta por los jóvenes de La Heroica, siendo esta del 58%, de los cuales los hombres representan 156 casos, entre edades de 18 a 30 años, y mujeres 17 casos, por debajo de 30 años de edad. Estas en el marco también de las causas mencionadas al principio.
Es común ver jóvenes en el pandillismo, fenómeno que pulula a un ritmo acelerado, en delincuencia común, entre otros, con el caldo de cultivo de las mal llamadas “bandas criminales” y el narcotráfico.
Con este panorama desolador para la juventud cartagenera cabe el siguiente interrogante: ¿Qué políticas reales viene implementando el Distrito para la juventud, más allá de las medidas policivas y represivas? Es grave que la tasa de deserción escolar del distrito está alrededor del 40,7%, es decir de cada 100 jóvenes que ingresan a la secundaria solo terminan 60, de cuya cifra no se espera un indicador alentador en cuanto a educación superior se refiere. El desempleo juvenil se ubica en un 30%. Con estas cifras aterradoras las medidas para resolverlas deben ser sociales, como salud, educación con garantías y empleos dignos para un sector mayoritario en edad de trabajar. Tarea que está en manos del gobierno distrital.
En el marco de la terminación del conflicto y en la búsqueda de una paz estable y duradera, y la importancia que tiene el territorio en el proceso de participación, la juventud debe ser un sector clave en el desarrollo político, económico y social, en consecuencia es indispensable escuchar a la juventud en los distintos escenarios y con ella construir la política en la búsqueda de la solución de sus problemáticas.
En este tenor y parafraseando al poeta Mario Benedetti en su poema “¿Qué le queda a los jóvenes?”. Les queda la organización como medio para canalizar sus exigencias. El Distrito tiene el balón en estos climas de reconciliación y paz que recorren a Colombia. ¿Cuál es el aporte que dará en la búsqueda de una paz estable y duradera?
