martes, abril 16, 2024
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El contenido económico del segundo tiempo de Santos

Paz, equidad y educación son los tres pilares que señala el presidente Santos como ejes programáticos de su segundo gobierno

Juan Manuel Santos y su nuevo gabinete.
Juan Manuel Santos y su nuevo gabinete.

Nelson Fajardo

El discurso de Juan Manuel Santos en el acto de posesión de su segundo gobierno ubicó tres pilares centrales para su gestión, como presidente de la república, estos fueron: paz, equidad y educación. Son contradictorios, pues los recursos requeridos para obtener la paz afectan negativamente los otros dos pilares. Sin embargo, es dable señalar que el discurso tuvo un carácter redistributivo, favorable a los intereses de la nación.

Con respecto a los intereses populares y en referencia a los tres pilares de su segundo gobierno, el presidente señaló que “Colombia seguirá avanzando en una agenda de justicia social y de construcción de la paz; seguirá avanzando en el desarrollo rural, en el fortalecimiento de la democracia, en la lucha contra el narcotráfico…”[1. Redacción Política: Colombia pide actos de paz, El Espectador, Tema del día, viernes 8 de agosto de 2014, página 2.]. Al referirse a la equidad, consideró que ella está fuertemente incidida por lograr la paz y que dicha equidad pasa por erradicar la pobreza extrema, mejorar la salud para todos los colombianos, sacar el campo del abandono y seguir bajando el desempleo.

Igualmente, hay que invertir mayores recursos en la educación hasta lograr que el colombiano sea el más educado en América Latina hacia el 2025 y mantener las mejores relaciones respetuosas con los vecinos. Es un discurso que, desde la economía política, es de un carácter redistributivo, por cuanto apunta a erradicar la pobreza extrema, mejorar la inversión social, elevar el empleo y mantener el respeto en las relaciones con otros países.

Crítica a las políticas

Para poder alcanzar esos resultados, es necesario, en la economía de lo concreto, erradicar la pobreza extrema, pero sin empobrecer más los sectores sociales intermedios, que deben soportar una carga impositiva fuerte y costos de reproducción que crecen de forma continua. Al mismo tiempo, la inversión en rubros como la salud pasa por una profunda reforma al sistema nacional de salud, que vivió recientemente una de sus crisis recurrentes y se esfumaron seis billones de pesos en manos de las entidades privadas, prestadoras del servicio, sin que ninguno de los responsables fuera criminalizado.

Por su parte, las pruebas internacionales sobre la calidad de la educación por países indican que el país no está bien; nos ubicamos en los últimos puestos y el sistema nacional de educación, desde el jardín infantil hasta los doctorados, está atravesando por una crisis profunda, en la que la responsabilidad recae fundamentalmente sobre el Estado; sin negar la porción que le corresponde a las familias y al profesorado. Es el estudiantado la fuerza movilizadora que ha puesto en cuestionamiento el sistema nacional, sin que se logren modificaciones sustanciales al respecto, debido a la capacidad de maniobra que tiene el Estado y la recurrente división del movimiento estudiantil y juvenil.

El modelo inamovible

Superar la pobreza extrema pasa por una política de empleo que supere su carácter contingente y espontáneo para convertirse en un asunto de Estado, que estimule la recuperación del aparato productivo; y asunto del capital, en la medida que requiere fortalecer la reproducción ampliada. Así, se generan empleos dignos de alta calidad, permite que se rompa la tacañería del capital privado con la inversión real y fortalece la articulación de la nación.

Ahora bien, mientras el modelo económico neoliberal, transnacional y supraestatal persista y sea un inamovible, el carácter redistributivo del discurso de posesión será, como siempre, un discurso plagado de promesas que a la postre no se cumplen.

Esperemos que por lo menos los recursos relacionados con el proceso de diálogos en La Habana y los que están por iniciarse, estén planificados y a disposición, cuando los primeros cálculos para su desenlace exitoso requieren cerca de 60 billones de pesos a invertir por etapas y a largo plazo.

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