viernes, abril 19, 2024
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Defensa del medio ambiente es también lucha política

Nelson Lombana Silva

Por estos días me encontré con un gran ambientalista en las calles céntricas de la ciudad musical de Colombia, Ibagué, quien me salió con esta pequeña perla: “La lucha ambiental para que tenga éxito tiene que estar libre de política, sea de derecha o de izquierda”.

ecosocialismo

El citado ambientalista no es ningún caído del zarzo, tiene títulos sobre me ambiente en cantidades industriales, pertenece a la clase media y trabaja sin descanso. Es un pobre rico o un rico pobre, que sueña con entrar algún día al círculo cerrado de la burguesía. Divaga despierto.

Mirando bien las cosas no es solamente este ambientalista que piensa así, hay una corriente que trata de mirar la universalidad por abstracción. Los ambientalistas por un lado, los LGTB por otro lado, los economistas por otro lado, los políticos por otro lado y así sucesivamente. No es raro por lo tanto, encontrar “líderes” incluso que se consideran de izquierda asumiendo esta postura.

Con razón el comandante Fidel Castro llama insistentemente a fortalecer la batalla de las ideas o la lucha ideológica, por cuanto la despolitización es una postura reaccionaria, estúpida que impide la lucha política e ideológica.

Los comunistas partimos del criterio de que toda actividad debemos convertirla en un hecho político, un hecho que ponga a pensar a la masa popular y a crear la necesidad de romper con el analfabetismo político.

“La política – dijo Lenin – es la actividad concentrada de la economía”. Eso resulta claro para comprender la necesidad de politizar las masas, porque equivale a darle elementos claros para el raciocinio político, de tal manera que el individuo sea autónomo para asumir críticamente su problemática compleja y poder de paso plantearse soluciones plausibles, sobre todo en comunión.

El ambientalista del cual hago referencia en esta nota, me hace decir que el analfabetismo político en el pueblo colombiano es elevado. Eso explica por qué sufre las inclemencias del sistema capitalista, se lamenta, llora y maldice pero cuando llegan las elecciones va a las urnas a votar por los responsables de su tragedia y la del pueblo en general.

Está seguro que una cosa es el problema del desempleo, la miseria, la represión, la violencia y otra bien distinta la actividad política. Jura y rejura que no hay una relación entre sí. Desconoce el bello poema de Bertolt Brecht que titula precisamente “El analfabeto político”.

Se siente orgulloso al decir que es apolítico, desconoce que la prostituta, la miseria, etc., son productos de decisiones políticas, enseña este poema.

Cómo pensar como este ambientalista, cuando la amenaza latente contra el medio ambiente es producto de las decisiones políticas tomadas por la burguesía y el imperialismo norteamericano. Son decisiones políticas encaminadas a superar la profunda crisis del régimen capitalista, la decisión de reprimarizar la economía para sacarle los metales preciosos de las entrañas de la Pachamama, destruyendo sus entrañas en todas sus formas y manifestaciones posibles.

¿Acaso la locomotora minero-energética del presidente Santos Calderón no es una decisión política? ¿Acaso la supermilitarización de los campos donde se proyecta atentar criminalmente contra el ecosistema no es una decisión política? Acaso, ¿Entregar la soberanía nacional a multinacionales y transnacionales como lo viene haciendo el gobierno Santos no es una decisión política?

Mientras se persista en parcelar la problemática socioambiental y la lucha por cambios estructurales, estamos condenados a otros “Cien años de soledad”, como bien dice el laureado escritor colombiano Gabriel García Márquez.

“Esa postura que usted asume, le dije al ambientalista, es una clara posición política”, y le agregué: “El problema por determinar es a quién favorece esa posición política que usted asume y le digo con toda franqueza que esa postura favorece al régimen, a las multinacionales y transnacionales. ¿Acaso desconoce lo dicho por Nicolás Maquiavelo: Divide y reinarás?”

Después de apurar el último sorbo del rico café, me despedí diciéndole: “La defensa del medio ambiente también es una lucha política, que debe ser unitaria, fuerte y clara, porque todo está debidamente concatenado. Es más: un pueblo politizado piensa, se organiza, es crítico y asume su poder transformador”.

“No sé”, me dijo y cabizbajo se marchó, perdiéndose rápidamente entre el bullicio de los transeúntes impávidos que suben y bajan por la estrecha avenida tercera de esta ciudad musical.

Me acordé del líder campesino que me dijo durante el reciente paro cafetero en el barrio Boquerón de la misma ciudad Ibagué: “Este paro no es político”.

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