miércoles, abril 24, 2024
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De la revolución de Cristo a la revolución de Castro

Durante su homilía en la Plaza de la Revolución, el pontífice de la Iglesia Católica llamó a redoblar los esfuerzos por la paz en Colombia. Sostuvo conversaciones por separado con los líderes históricos de la Isla, Fidel y Raúl Castro, y se unió al pedido de levantar el embargo a Cuba

Alberto Acevedo

Bajo la mirada del Che Guevara, de Camilo Cienfuegos y de José Martí, los fundadores de la patria socialista, y ante una multitud de 100 mil personas, que desde tempranas horas desafiaron un sol canicular en La Habana, el pontífice de la iglesia católica, el papa Francisco, denunció la existencia de una tercera guerra mundial en marcha, que se expresa en las guerras locales, las hambrunas, la destrucción del medio ambiente y llamó a fortalecer el amor y la solidaridad entre los hombres.

En desarrollo de una misa campal que se realizó poco antes del medio día, durante su segunda jornada de visita a Cuba, el jerarca tuvo la deferencia de referirse a la situación social del pueblo colombiano y llamó a no desmayar en los esfuerzos por alcanzar la paz, después de varias décadas de conflicto armado.

“En este momento –dijo el papa- me siento en el deber de dirigir mi pensamiento a la querida tierra de Colombia, consciente de la importancia crucial del momento presente, en el que, con esfuerzo renovado y movidos por la esperanza, sus hijos están buscando construir una sociedad en paz (…) Que la sangre vertida por miles de inocentes durante tantas décadas de conflicto armado, unida a aquella del Señor Jesucristo en la Cruz, sostenga todos los esfuerzos que se están haciendo, incluso en esta bella isla, para una definitiva reconciliación”.

“No tenemos derecho a permitirnos otro fracaso más”, puntualizó el Papa en alusión al tema colombiano. El pontífice pronunció un breve discurso a su llegada al aeropuerto José Martí de La Habana, encabezó una misa campal al día siguiente en la Plaza de la Revolución José Martí, se reunió más tarde con el líder de la Revolución, Fidel Castro, protagonizó un intercambio de opiniones, con sectores de la juventud, se reunió con la jerarquía católica de la isla, y para el lunes de esta semana sostuvo un encuentro oficial con el presidente Raúl Castro y una visita a la imagen de la Virgen de la Caridad del Cobre, patrona de la feligresía cubana.

Afecto mutuo

En el enfoque humanista y solidario frente al destino de los seres humanos en su paso por la tierra, en la necesidad de construir un mundo distinto, al margen de la idolatría al dinero y los valores consumistas del mercado, en la lucha por la defensa del medio ambiente, contra el hambre y la guerra, coincidieron en sus discursos el líder religioso y el presidente Raúl Castro.

En su saludo inicial, Castro dijo: “El pueblo y el gobierno cubanos lo reciben con profundos sentimientos de afecto, respeto y hospitalidad. Nos sentimos muy honrados con su visita.

“Los pueblos de América Latina y el Caribe se han propuesto avanzar hacia su integración, en la defensa de la independencia, la soberanía sobre los recursos naturales y la justicia social. Sin embargo, nuestra región sigue siendo la más desigual en la distribución de la riqueza”.

“El sistema a internacional actual -puntualizó el presidente cubano- es injusto e inmoral. Ha globalizado el capital y convertido en su ídolo al dinero. Hace de los ciudadanos meros consumidores. En vez de difundir el conocimiento y la cultura, los enajena con reflejos y patrones de conducta promovidos por medios que solo sirven a los intereses de sus dueños, los capitales transnacionales de la información”.

Reconciliación

“Hemos agradecido su apoyo al diálogo entre Estados Unidos y Cuba” -acotó el mandatario de la isla-, y observó: “el bloqueo, que provoca daños humanos y privaciones a las familias cubanas es cruel, inmoral e ilegal, debe cesar. El territorio que usurpa la base naval de Guantánamo debe ser devuelto a Cuba. Estos justos reclamos son compartidos por los pueblos y la inmensa mayoría de los gobiernos del mundo”.

El pontífice, por su parte, que en su saludo en el aeropuerto José Martí, pidió a Raúl Castro transmitir “mis sentimientos de especial consideración y respeto a su hermano Fidel”, dijo además que “geográficamente Cuba es un archipiélago que mira hacia todos los caminos con un valor extraordinario como “llave” entre el norte y el sur, entre el este y el oeste”.

“Animo a los responsables políticos a continuar avanzando y a desarrollar todas sus potencialidades, como prueba del alto servicio que están llamados a prestar en favor de la paz y el bienestar de sus pueblos y de toda América y como ejemplo de reconciliación para el mundo entero. El mundo necesita reconciliación en esta atmósfera de tercera guerra por etapas que estamos viviendo”, precisó el jerarca eclesiástico.

En repetidos encuentros con sectores sociales de la Isla, Francisco prometió hacer esfuerzos por contribuir a eliminar el bloqueo económico y comercial que Estados Unidos mantiene sobre la Isla, y abogar por la devolución del territorio de Guantánamo.

La prueba de la historia

Por su parte, el portavoz del Vaticano, el padre Federico Lombardi, confirmó que en la tarde del pasado domingo el Papa y el líder cubano Fidel Castro sostuvieron un encuentro de 40 minutos, que la iglesia calificó como “muy familiar”.

Entre tanto, observadores de diversa opinión coinciden en calificar como un viaje sin precedentes la visita del Papa a Cuba y Estados Unidos, dos países que encarnan paradigmas opuestos. Mientras el uno representa a la mayor potencia imperialista de la historia, que no renuncia a su política hegemónica, el otro, un pequeño país sobre el mar Caribe simboliza un proyecto socialista emancipador para la construcción de un hombre nuevo sobre la tierra.

Los dos países, que en el pasado sostuvieron posiciones “irreconciliables”, transitan por un camino de reconciliación, después de medio siglo de desavenencias. Y a ello ha contribuido de manera fundamental la diplomacia vaticana liderada por el actual pontífice.

Sin embargo, las relaciones entre Cuba y Estados Unidos, que serán examinadas por los jefes de gobierno de ambos países, con foros internacionales como testigos, están lejos de constituir una luna de miel. Cuba ha reiterado que no va a renunciar a sus principios. Y Estados Unidos no oculta su intención proterva de instaurar en la isla “un nuevo modelo”, que desaloje el ideal socialista. Pero como bien dice Raúl Castro, la causa cubana cuenta con la solidaridad de los pueblos y de no pocos gobiernos y sobrevivirá a la prueba inexorable de la historia.

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