miércoles, abril 24, 2024
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Crece ambiente de intifada en Gaza y Cisjordania

Sectores jóvenes de la población palestina empujan la protesta y la resistencia frente a la ocupación sionista de sus territorios, y las agresiones de Israel, que de nuevo causan decenas de víctimas

Aspecto de las protestas palestinas contra la ocupación israelí de sus territorios.
Aspecto de las protestas palestinas contra la ocupación israelí de sus territorios.

Alberto Acevedo

Desde hace un poco más de un mes, no hay día en que no se registre un incidente nuevo entre las tropas israelíes de ocupación en los territorios palestinos, y las distintas facciones en Gaza y Cisjordania, que con ira e impaciencia ven alejarse la posibilidad de encontrar una solución a sus reclamaciones de soberanía, tierra y dignidad.

El malestar se ha generalizado de tal manera, que no son pocos los analistas y estudiosos de la situación en el Medio Oriente, que hablan de que están dadas las condiciones de una nueva intifada, la tercera en la historia de la resistencia palestina, y que los enfrentamientos de las últimas semanas son expresión de un alzamiento generalizado, que es el significado de la expresión intifada.

La gota que rebosó la copa fue el anuncio extraoficial del gobierno de Israel de su intención de modificar el régimen de acceso a la Explanada de las Mezquitas, donde se encuentra el tempo de al-Aqsa, considerado del tercer lugar más sagrado para la comunidad musulmana, después de La Meca y Medina.

El anuncio, no confirmado totalmente, ha causado sin embargo indignación generalizada en los territorios ocupados, donde los pobladores saben de las provocaciones de Israel. De hecho algunos parlamentarios ultranacionalistas de Israel, hablan de que al-Aqsa es un templo judío, lo que fue asumido como enorme ofensa al pueblo palestino y musulmán en general.

El rechazo a la provocación religiosa es, no obstante, apenas la manifestación formal de la resistencia palestina. Subyacen una serie de causas más profundas, que alimentan la indignación, sobre todos en sectores jóvenes de la población, que a piedra y cuchillo se enfrentan al arsenal bélico israelí.

Nunca ha habido calma

Ante todo frustración porque pese a numerosas resoluciones de las Naciones Unidas y los llamados Acuerdos de Oslo, en torno a los derechos de este pueblo a edificar una nación y a disfrutar de un territorio, esto se convirtió en retórica; las conversaciones de paz se encuentran paralizadas, e Israel aplica una estrategia perversa de mantener en el congelador estos acuerdos mientras avanza en una especie de ‘limpieza étnica’, agrediendo, derribando casas de palestinos, forzándolos al exilio, y en últimas, asesinándolos y encarcelándolos.

En este sentido, aunque la agitación en lo corrido de octubre y noviembre ha sido mayor, la verdad es que en Jerusalén, Gaza y Cisjordania, nunca ha habido calma. Desde finales del siglo XIX, los sionistas israelíes han buscado “una tierra sin pueblo, para un pueblo sin tierra”. A partir de 1948 incrementaron un plan de agresiones y despojos contra el pueblo palestino, cuyos asentamientos no eran precisamente “una tierra sin pueblo”.

Desde entonces han estado buscando crear unas condiciones de terror para que los palestinos abandonen sus predios, apoderarse de ellos y realizar su sueño de alcanzar “la tierra prometida”. Israel ataca a los niños palestinos, les dispara o encarcela, para forzar a sus padres a abandonar el territorio.

Palestina es hoy una nación sitiada. La Franja de Gaza es un enorme campo de refugiados, donde la población nativa, un millón 800 mil ciudadanos, permanecen como encarcelados. Es un territorio aislado del mundo, un país sin salida al mar, sin aeropuerto, con carreteras bloqueadas, sin moneda propia, sin control sobre su economía ni sus ingresos fiscales, sin derecho a tener su propio ejército.

La paciencia tiene límites

El 70 por ciento de la población de la Franja de Gaza vive en condiciones de extrema pobreza. Más del 50 por ciento de los pobladores en condiciones alimenticias precarias. El 85 por ciento de las reservas de agua fueron apropiadas por colonos judíos, que también se apoderaron de sus tierras y construyeron asentamientos ilegales.

Después de la segunda guerra mundial, los palestinos eran el 70 por ciento de la población de esta región. Hoy son una minoría arrinconada en su propia patria. Nada más la brutal agresión de Israel contra la Franja de Gaza el año pasado dejó más de 2.000 muertos, unos 10 mil heridos y decenas de miles de personas desplazadas. De hecho, millones de palestinos viven en el exilio, para proteger sus vidas. En el intento tenebroso de llevar a cabo una limpieza étnica, en los últimos 15 años las tropas israelíes han asesinado 2.600 niños y herido o mutilado a otros 22.000, sin contar con que muchos menores de edad permanecen confinados en cárceles judías. Esto es matar la simiente en su propio capullo.

La primera intifada estalló en diciembre de 1987, fue una resistencia pacífica y duró seis años. La segunda fue entre 2000 y 2005, y fue menos pacífica. Hoy las condiciones de vida de los palestinos son peores que las que tenían cuando las intifadas anteriores. Por eso hay quienes aseguran que el tercer alzamiento generalizado ya comenzó.

Una intifada necesita unidad, liderazgo, dinero para su financiación. Estos ingredientes no están en la actual política de los dirigentes del pueblo palestino. Incluso sectores sociales temen que se repita una matanza como la del año pasado y aseguran no estar preparados para ello. La intifada, pues, no se ha declarado como tal. Pero nada garantiza que la paciencia no se acabe y el estallido comience de nuevo.

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