sábado, abril 20, 2024
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Constituyentes por la Paz

Somos poder Constituyente

La constituyente llama a construir colectivamente un nuevo modelo de país. Marcha mujeres en Caquetá.
La constituyente llama a construir colectivamente un nuevo modelo de país. Marcha mujeres en Caquetá.

Constituyentes por la Paz

Colombia está en crisis. Sólo hay que salir a la calle para comprobarlo: vendedores ambulantes expulsados de las calles de Bogotá y, por tanto, privados de su manera para subsistir; territorios vendidos al primer postor, principalmente multinacionales, quienes sacan todo el jugo a la tierra sin que les importen las consecuencias; líderes comunitarios detenidos o asesinados por protestar y movilizarse por aquello con lo que no concuerdan; paramilitares que despojan tierras; impunidad por doquier; un mal sistema de salud prestado por privados; la educación cada vez más privatizada; violencia de género diaria y en cualquier rincón…

Pero… hagamos un alto en esta retahíla de situaciones que deterioran los derechos de las y los colombianos, no porque no haya más realidades que añadir, sino porque no hemos escrito este artículo para quejarnos sin más.

Hablemos de coger la sartén por el mango. Hablemos de soberanía popular, de mandatos, de fuerza colectiva, de movilización unitaria, de lucha obrera, campesina, indígena, afro… Hablemos de cómo el pueblo colombiano está trabajando para cambiar el rumbo del país, virar hacia el lado de la paz con justicia social y hacia el respeto de los derechos humanos.

Desde que en agosto de 2012 más de treinta mil colombianos y colombianas se reunieran en Barrancabermeja en el Encuentro Nacional de comunidades campesinas, afrodescendientes e indígenas por la tierra y la paz de Colombia, el proceso Constituyentes por la Paz con Justicia Social demuestra las ganas que el pueblo tiene de pronunciarse y, sobre todo, de construir un nuevo país.

Esta construcción ha de ser colectiva y unificada entre los muchos movimientos sociales y populares que conviven hoy día y entre los distintos gremios y sectores que habitan los 32 departamentos del país. Porque el diálogo es la ruta, tal y como apuntaba el lema de aquel multitudinario evento en la ciudad santandereana que congregó a setecientas organizaciones venidas de toda Colombia, seguimos con la convicción de que ése es el camino a seguir.

Y así lo vienen demostrando algunos proyectos colectivos que cada día afianzan su fuerza. La Cumbre Agraria, Campesina, Étnica y Popular es un claro ejemplo de ello. A pesar de que pocos daban un peso por este conglomerado de movimientos que velan también por una transformación de Colombia, llevan dos años caminando juntos y vislumbrando sus éxitos colectivos. “La clave está en dialogar, compartir los distintos puntos de vista, analizarlos en conjunto, discutirlos y, sobre todo, escuchar al prójimo con el fin de crecer entre todas y todos”, explica Luz Perly Córdoba, dirigente campesina desde hace más de 25 años y miembro de la Cumbre Agraria.

Del mismo modo, el proceso Constituyentes por la Paz con Justicia Social le ha apostado a la construcción de país y a la solución política al conflicto armado desde la participación activa de la sociedad colombiana. Es por ello que desde sus inicios se han realizado 65 constituyentes en 18 de los 32 departamentos de Colombia y dos internacionales realizadas por exiliados en Venezuela y en el País Vasco.

Cada uno de estos encuentros se ha gestado desde las regiones y con las comunidades como ejercicios de soberanía popular para la construcción de mandatos y propuestas legislativas en la ruta hacia una Asamblea Nacional Constituyente (ANC). Porque es la gente quien sufre las consecuencias de la concentración de la tierra, del conflicto armado, de los efectos de la gran minería, así como la exclusión política, la marginación social y la explotación económica. Es decir, es el pueblo quien más conoce qué cambios se precisan en el modelo político, económico y social vigentes en Colombia.

Desde Constituyentes por la Paz consideramos que el pueblo organizado y no organizado tiene capacidad de pronunciarse sobre sus problemas y necesidades locales y plantear soluciones. Creemos en la movilización del mandato popular, en que todas y todos podemos hacer ejercicios legislativos y de democracia directa y pronunciarnos desde territorios y comunidades.

Una agenda propia

Pero nada de esto será efectivo si, primero, no nos lo creemos, y segundo, no ponemos sobre la mesa una agenda de los movimientos sociales que profundice y amplíe la de Cuba. Aunque desde nuestros inicios insistimos en que la opinión pública debía analizar la negociación política del conflicto armado, “entendimos que no era en La Habana donde se iba a solucionar esto, en La Habana no se hace la revolución”, explica Rigoberto Rueda, el que fuera miembro de Constituyentes por la Paz.

De las negociaciones se espera que “faciliten el trabajo con los movimientos sociales con el fin de dar mayor margen de democracia en el sentido en que no haya tanta persecución, que se entienda que la comunidad política tiene que ampliarse, que los militares tienen que revisar sus doctrinas, que seguir pensando el movimiento social en clave de contrainsurgencia no va a permitir nunca el desarrollo de un movimiento social vigoroso, fuerte e importante”, según Rueda. Pero lo que se está negociando con la insurgencia son puntos muy específicos que no implican modificación estructural del modelo ni de las formas de acumulación capitalista, las demandas del movimiento social siguen intactas y sin resolver los problemas generados por el Estado neoliberal. Razón suficiente para dar el paso y avanzar hacia una Asamblea Nacional Constituyente.

Para ello hay que construir primero una relación de fuerzas con otras iniciativas que sean favorables al pueblo, con las que madurar la propuesta y pasar de la reivindicación a la acción. También es necesario darle un contenido más profundo a la paz puesto que el gobierno ha ido posicionando el tema como el silencio de los fusiles cuando el movimiento social habla de trasformaciones que toquen el modelo económico imperante.

Diseñar y pelear una propuesta de país es responsabilidad de la sociedad en su conjunto porque somos nosotras y nosotros quienes conocemos las necesidades prioritarias para ese cambio: quienes padecemos los problemas del modelo minero energético, la pobreza, los desplazamientos forzados, la explotación laboral o la contaminación ambiental. Luz Perly Córdoba considera que “ahora nos toca hacer, actuar y sumar esfuerzos entre todos y todas porque, tal vez, momentos como éste no van a llegar tan fácilmente y tendremos que dejar pasar otros cien años a ver qué pasa”, refiriéndose al momento histórico por el que está pasando ahora Colombia.

Así, invitamos a la ciudadanía a desarrollar procesos constituyentes que se vuelvan permanentes, en los que se discuta constantemente las políticas públicas. A construir un sujeto colectivo diverso, deliberativo y con capacidad de movilización. A sumarse a todas las iniciativas populares que se están desarrollando en Colombia y caminar juntos hacia una Asamblea Nacional Constituyente. Construir colectivamente un nuevo modelo de país democrático, digno y con justicia social.

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