jueves, marzo 28, 2024
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Con la lámpara de Diógenes: Vía crucis en la Uniatlántico

Rubén Darío Arroyo Osorio

Como resultado de todas las administraciones contrarias a la transparencia en el manejo de los recursos públicos, carentes de una visión y una misión institucional que privilegie lo académico, lo investigativo y una proyección social acorde a las reales necesidades de la región y el país, la Institución se debate en un nuevo vía crucis, profundizado por la actual administración, impuesta por el trágico mandato de Álvaro Uribe Vélez y apoyada en un manejo autoritario, clientelista y depredador del presupuesto que de no ser subsanado la conduciría al abismo insalvable.

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La ceguera axiológica del gober­nador del departamento y su postura de señor feudal en el Consejo Superior no le han permitido consensuar el nombre de una persona que tenga las condiciones académicas, administrativas, la idoneidad intelectual y un talante moral probo, para conducir los destinos de tan importante universidad pública colombiana. Por eso persigue “talentos” de la Universidad del Norte para dirigirnos. Ya sabe que nunca ha funcionado y la normatividad interna no lo permite.

El mecanismo de designación de rector, o rectora, para la institución por parte del Consejo Superior lleva al traste cualquier posibilidad de resolver el asunto.

Los estatutos generales contemplan una consulta entre profesores y estudiantes para escoger entre ellos un posible candidato a tan alta dignidad; los representantes de los profesores y de los estudiantes ante el máximo órgano de dirección estarían obligados a votar por los candidatos favorecidos con el voto de sus estamentos; pero el resto de consejeros están el plena libertad y con todas las garantías de presentar candidatos que no necesariamente participen en la consulta. Como ocurrió con la designación de la rectora, Ana Sofía Mesa de Cuervo y otros, que no pudieron, o no quisieron resolver la profunda crisis que ha vivido y vive la Universidad.

¿Para qué consulta? Si el Gober­na­dor y los representantes del Pre­si­dente, del MEN, de los gremios, de los egresados y ex rectores llevan sus candidatos, hacen sus coaliciones que, generalmente, no coinciden con los que ganaron la consulta ni tienen en sentido estricto los requisitos exigidos. Y si acaso por acuerdos políticos se logra un “consenso”, el candidato que alcanza los votos debe y tiene que gozar del agrado del Gobernador y sus aliados políticos, externos a la Universidad.

Politiquería y clientelismo. Los estudiantes en su coordinadora, los profesores y trabajadores en sus sindicatos venimos madurado nuevas jornadas de confrontación a tales políticas que desdicen de una universidad pública. De esta lucha decidida tendrá que surgir una nueva realidad que encarne la solución para una dirección sana de nuestra universidad, saturada de tanta ignominia hasta hoy.

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