viernes, marzo 29, 2024
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Con la lámpara de Diógenes: ¿Quiénes compran los votos?

Rubén Darío Arroyo Osorio

Es casi proverbial la sentencia popular según la cual en Colombia “el que escruta elige”. Esto no es gratuito si se tiene en cuenta que desde hace muchos años en nuestro país lo llamados barones electorales, además de mantener fuertes lazos políticos con muchos funcionarios de las registradurías nacional y regionales, desarrollan sus campañas combinando todas las formas de tramoya posibles: votos por becas, por mercaditos, por ron y pasteles, por ladrillos, cemento y eternit, por herramientas y aperos para campesinos o simplemente por una cantidad de dinero, que se calcula según la cotización del voto en el oscuro mercado electoral.

Foto: Globovisión via photopin cc
Foto: Globovisión via photopin cc

Pero hay otra treta eficaz para garantizar el éxito de esa sempiterna descomposición, de la cual los candidatos del bipartidismo y de los otros partidos y coaliciones que han dominado el poder político en la historia del país utilizan para ir sobre seguro en sus pretensiones. Este instrumento es el llamado trasteo electoral que consiste en inscribir la cédulas de los ciudadanos en determinados puestos de votación, independientemente que residan en el barrio, localidad o ciudad donde se ubica dicho puesto de inscripción, cerrada en este mes de enero.

Así las cosas por ejemplo, en el departamento del Atlántico la inscripción de cédulas en la última zonificación fue de 217.010, mientras que en Bogotá fue de 167.471; en Antioquia, 118.059: en Córdoba 74.176; en Bolívar, 70.598; en Norte de Santander, 86.152; en Santander, 56.230. Peor aun la anomalía que denuncia la Misión de Observación Electoral señala que “el promedio municipal de inscripciones de cédulas fue del 4% en todo el país. En los municipios del Atlántico fue del 12%”.

Esta desgracia histórica tiene tintes de tragedia y comedia: De tragedia porque los ciudadanos son burlados en su derecho de elegir y ser elegidos. Así no prospera ninguna otra opción de oposición distinta a los partidos del gobierno y sus aliados, porque nuestros conciudadanos, presionados por distintos medios, siguen votando por los políticos profesionales o sus delfines que aún siguen depredando los presupuestos de los municipios de la región Caribe.

Y de comedia porque algunos caciques conocidos de autos en su largo itinerario de corrupción, de mentiras y engaños contra el pueblo colombiano están denunciando el trasteo, pero al mismo tiempo ellos también siguen comprando sus votos por los procedimientos aquí descritos.

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