viernes, abril 19, 2024
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Con la lámpara de Diógenes: Eufemismos y ponderaciones

La prensa oficial o la privada al servicio de los intereses del Estado alimentan con eufemismos los daños que causan los estados y sus fuerzas armadas, y descalifican, ponderan y condenan los actos que realicen sus opositores.

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Rubén Darío Arroyo Osorio

Resulta de Perogrullo seguir diciendo que en el amor como en la guerra se vale de todo. Primero, porque es necesario esclarecer el significado de ambos conceptos; y segundo, porque en el mundo contemporáneo tanto a lo uno como lo otro, a partir de sus especificaciones, se le han establecido límites. Así, por ejemplo, no se puede justificar el ataque y lesiones con ácidos u otras sustancias nocivas al organismo, el suicidio ni el homicidio por causa del amor, como tampoco aceptar el maltrato a los combatientes prisioneros, enfermos o heridos en contienda, ni el ataque indiscriminado a personas u objetivos civiles que no están en la contienda… Pero así mismo se afirma que en tiempos de guerra la verdad es la primera sacrificada.

En la realidad comprobamos que tanto los acuerdos internacionales como las legislaciones internas se violan flagrantemente según le convengan o no al estado, al partido o las coaliciones que detenten el poder y, peor aun, la prensa oficial o la privada al servicio de los intereses del Estado alimentan con eufemismos los daños que causan los estados y sus fuerzas armadas, y descalifican, ponderan y condenan los actos que realicen sus opositores.

Por ejemplo: Muchos medios internacionales y nacionales repitieron hasta la saturación que Saddam Hussein tenía armas químicas y biológicas, especialmente uranio comprado a Nigeria que podría activar y utilizar contra el mundo civilizado, todo porque lo decían Bush desde los EEUU y Blair desde Inglaterra. Luego se comprobó que nada de esto era cierto, pero se desató la mal llamada “guerra preventiva” y se derrocó al dictador que, aliado con el eje del mal, haría daño a la humanidad. Es decir se inventó una historia que causó daños, y quienes ayudaron a difundir la especie hacen actos de contrición no muy convincentes.

En nuestro país se dice en la prensa amarilla que “fueron dados de baja dos miembros de la narcoguerrilla y en el mismo hecho fueron asesinados cinco militares héroes de la patria”… Con sobrada razón P. Bourdieu afirmó que: “A veces me entran ganas de corregir cada palabra que dicen los presentadores, porque hablan a menudo a la ligera, sin tener la más mínima idea de la complejidad y la gravedad de lo que dicen ni de la responsabilidad en que incurren…porque esas palabras hacen cosas, crean fantasmagorías, temores, fobias. Hacen daño”. Y estos periodistas hacen banal lo trascendente, y lo trascendente lo banalizan.

Digo yo: caminan entre eufemismos y ponderaciones perversas. Pero no solo hay que tener información para tener poder. Hay que ser honestos, hay que saber usarla, argumentar y comunicarla con nuestras convicciones, pero también con fundamentos de certidumbre.

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