viernes, abril 19, 2024
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Columna libre: Exija seriedad, señor alcalde

Es en las comunidades donde están los votos, que pueden ser suyos si recibe de ellas un elevado reconocimiento a lo que ha sido su gestión; o de otros, si como en el caso presente lo que terminan es endilgándole, entre muchas otras cosas, el no haber hecho nada por el mejoramiento de sus barrios.

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Rodrigo López Oviedo

A pesar de sufrir las limitaciones propias de la gran mayoría de los ibaguereños, los vecinos del barrio Laureles disfrutaban de un orgullo muy especial por lo que consideraban casi una excepción: tener sus calles debidamente pavimentadas y bordeadas de lindos antejardines, lo que hacía que se sintieran como en una tacita de plata.

Ese sano sentimiento entró en una especie de paréntesis cuando el IBAL abrió troneras para intervenir el alcantarillado de la carrera 3 A entre calles 35 y 36, y comenzó a diluirse muchos meses después al retirar el mismo IBAL el acueducto que estaba en los antejardines de las casas, donde a nadie molestaba, para trasladarlo a la zona de pavimento, haciendo más grande aun el deterioro de la vía y más imperiosa la necesidad de su pronta pavimentación, como justamente lo reclamaba la comunidad.

Esta historia comenzó hace ya casi tres años, durante los cuales todo lo que recibían los vecinos eran promesas y más promesas de la mencionada entidad, cuyos gerentes (comenzando por el doctor Bejarano, que fue el primero al que se acudió en busca de solución, y siguiendo con todos los demás, incluido el actual) a cada petición decían sí, pero siempre hacían no.

Semejante seguidilla de incumplimientos llevó a que los afectados decidieran aceptar que la pavimentación la adelantara la Secretaría de Infraestructura por el sistema de gestión compartida, así tuvieran que sacrificar parte de sus ingresos en la conformación de un fondo que les permitiera responder por parte de los costos de la obra, con tal que a más tardar en noviembre del 2013 se realizara la tan esperada pavimentación, según promesas del jefe de la mencionada Secretaría, el ingeniero Jorge Enrique Pérez. Sin embargo, ¡qué tristeza! De noviembre a esta parte van casi 10 meses y también esta esperanza se ha vuelto vana. Como diría el poeta: “Ya murieron las rosas en el huerto; el campo verde lo secó el verano y mi fe en ti, como mi amor, ha muerto”.

El señor alcalde debería prestar oídos a todos estos reclamos de las comunidades. Comenzar por exigirles a sus funcionarios cumplimiento en lo que prometen, porque los incumplimientos a quien finalmente y más afectarán es a su administración, y sobre todo a su personal carrera política. No debe olvidar que es en las comunidades donde están los votos, que pueden ser suyos si recibe de ellas un elevado reconocimiento a lo que ha sido su gestión; o de otros, si como en el caso presente lo que terminan es endilgándole, entre muchas otras cosas, el no haber hecho nada por el mejoramiento de sus barrios.

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